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Icono de la rebeldía y el marketing

El Che Guevara lo mismo abandera movimientos sociales, que adorna prendas de moda

SUN-AEE

MÉXICO, D. F.- Ya no es lo de antes y hasta cierto punto es comprensible. Ahora se venden monitos de peluche, bisutería, artículos de papelería y comida, aunque hay cosas que persisten: los colguijes hipiosos , libros, ropa de manta, morrales de lana y las camisas de El Che .

Se le conoce como el aeropuerto y es la zona de acceso a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Huele a incienso y siempre tiene gente. Ahí vende Juanita, a la que le dicen La Güera . No puede oír, pero lee los labios y habla con voz fuerte.

Es el Che Guevara, dice, mientras muestra las playeras con el rostro del guerrillero cuyo precio oscila entre los 50 y los 90 pesos. También tiene paliacates y morrales. Explica que se sigue vendiendo aunque los extranjeros piden a Marcos y hay quien ha solicitado a Fidel. Pero él no es héroe, acota, que se mande a hacer sus playeras.

Más adelante está el puesto de Jorge, quien muestra sonriente una blusa con la gatita de Hello Kitty “hiperpacheca”. Al lado hay una miniblusa roja con El Che en negro. Es para una morra .

“Es conocido por las nuevas generaciones, por sus ideas libertarias que no caducan, son permanentes –afirma–. En parte se ha prostituido su imagen, pero puede ser un arma de dos filos, porque alguien que lo conozca por moda puede comenzar a interesarse y se revierte.”

Explica que ya vende pocas playeras de El Che, dos o tres por semana, sin embargo, no deja de venderse. El público exige otros iconos y ya le hacen competencia Freud y Nietzsche.

“Yo no estoy de acuerdo en que sea un símbolo nada más”, espeta Alberto, vendedor de libros, barbado y con una playera que lleva estampada una fotografía del argentino.

“A mí me parece muy importante lo que hizo tanto en lo práctico (su etapa en Cuba), y en lo teórico (sus escritos sobre economía y el hombre nuevo). Concepto y categoría que en el capitalismo subdesarrollado le queda grande a la academia.”

Sumido en las catacumbas del Auditorio Che Guevara, Francisco es rebelde hasta en el pelo. Por eso usa boina. Admira al guerrillero y presume una manta colgada de una de las ventanas.

“Es un ejemplo de alguien que tuvo ideales y luchó por lo que quiso, por el bien común. Que la imagen de El Che sea usada por compañías capitalistas está mal porque Guevara luchó contra ellos. Es una ... .”

Bajo un techo de plástico y asomando el rostro entre dos pilas de playeras dobladas está Epifanio, quien vende ropa estampada con la figura de El Che en el tianguis que se coloca a un costado de la Biblioteca de México José Vasconcelos.

Tiene siete años vendiendo ropa. Dobla las prendas de tal manera que el estampado se reduzca a un pequeño cuadrado. Las variantes, en conjunto, parecen una composición de Andy Warhol.

“El Che fue un revolucionario –dice–, estaba en favor de los pobres. Veo bien que los jóvenes y los señores lo compren. Ahora se vende menos, pero sigue vigente.”

Hasta siempre...

Está por todos lados. Pintado en negro sobre la tela roja de la pancarta, en rojo sobre el muro blanco del barrio en la Ciudad de México, al este de Los Ángeles, en Buenos Aires.

Nació hace 75 años, en Rosario, Argentina. Un niñito con asma condenado al puro y a la lucha. Un portero que fue médico. Un guerrillero y un mito, un símbolo revolucionario y un éxito publicitario. Se llamaba Ernesto Guevara, le apodaban El Che .

El sonido es el eco de un grito original espetado en las calles de París o México, en mayo o en octubre, siempre en 1968.

Y la imagen del líder blanco era usada por los movimientos de resistencia negros, lo mismo que por jovencitos clasemedieros jugando a la rebeldía. O por deportistas, porque la cara de El Che está tatuada en el cuerpo del Pibe Maradona y de Myke Tyson.

Pero también está en la música, en el concierto de rock, en la portada de un disco de Rage Against the Machine, en el Gallo Rojo de los Cadillacs, en la letra de Carlos Puebla, en la voz de Óscar Chávez o en el poema de Silvio Rodríguez, ese que habla de un elegido que “iba matando canallas con su cañón de futuro.”

Y pareciera que El Che es uno, ese que está observando hacia el frente con el cabello largo, la barba recortada y la boina calada. Ese que el cinco de marzo de 1960 se atravesó entre la lente de la cámara del fotógrafo Alberto Korda y la nada.

“Había un espacio vacío –recordaba Korda– y da la casualidad, que en el momento en que yo vengo con la cámara haciendo un paneo de los personajes pasa por ese espacio vacío Ernesto Che Guevara, con esa expresión que se le ve en la foto. Al verlo en el visor me asustó un poco la cara tan fiera que tenía. Estaba conmovido o furioso. Entonces, inmediatamente corrí el negativo e hice un segundo. Pero la foto buena fue el negativo uno, como siempre.”

Y ahora que, como dice Sabina, “tenemos cenizas de revoluciones”, es probable que, de vivir, El Che se mancharía la barba cana con un pastel de 75 velitas.

UNA CONCIENCIA ACRIBILLADA

Muchos son los literatos que han escrito pensamientos acerca de Ernesto El Che Guevara.

MARIO BENEDETTI: “Da vergüenza el confort/ y el asma da vergüenza/ cuando tú comandante estás cayendo/ ametrallado,/ fabuloso,/ nítido/ eres nuestra conciencia acribillada”. Fragmento de Consternados, Rabiosos.

JOSÉ SARAMAGO: “Una de las lecciones políticas más instructivas, en los tiempos de hoy, sería saber lo que piensan de sí mismos esos millares y millares de hombres y mujeres que en todo el mundo tuvieron algún día el retrato del Che Guevara a la cabecera de la cama, o frente a la mesa de trabajo, o en la sala donde recibían a los amigos, y que ahora sonríen por haber creído o fingido creer.” Breve Meditación Sobre un Retrato de Che Guevara.

ITALO CALVINO: “Guevara es para nosotros este llamado a la gravedad absoluta de todo lo que se refiere a la revolución y al futuro del mundo, esta crítica radical de todo gesto que sirva solamente para tranquilizar nuestras conciencias.” Fragmento de Sobre el Che Guevara.

JULIO CORTÁZAR: “No nos vimos nunca/ pero no importaba,/ mi hermano despierto/ mientras yo dormía,/ mi hermano mostrándome/ detrás de la noche/ su estrella elegida”. Carta a Roberto Fernández Retamar Sobre la Muerte del Che.

FUENTE: SUN-AEE

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