La inclusión formal del Partido Revolucionario Institucional en la denominada Internacional Socialista que agrupa a partidos de diversos países del mundo, amerita ser objeto de explicación de cara a la ciudadanía. Lo anterior porque puede implicar al menos en teoría, un viraje de la línea de apoyo a las políticas de libre mercado y adelgazamiento del aparato estatal sostenidas por los tres últimos gobiernos de dicho partido.
El hecho ocurrido en el vigésimo segundo Congreso de dicho grupo celebrado en Brasil, supone consecuencias ideológicas y compromisos al exterior de nuestro país, que tendrán repercusiones eventuales en el nuestro y por lo tanto, los electores mexicanos tienen derecho a conocer. Lo anterior con mayor razón, dado que el PRI en su larga historia se caracterizó por ser más una de estructura de poder utilizada por el gobierno, que un agente ideológico de perfiles definidos.
En estos tiempos de globalización, es necesario contar con los elementos que sean necesarios para juzgar sobre la pertinencia de las tendencias procedentes del exterior. Es importante estar abiertos a toda clase de corrientes que campean por el planeta, sin embargo, para el éxito del proceso de transición hacia la democracia plena por el que vive el país, es indispensable reafirmar los criterios que en México piden más sociedad y menos Estado.
Un aspecto que en el caso no queda muy claro es la participación que hayan tenido los militantes del PRI para decidir en consenso la adhesión a la corriente socialista internacional, que en el caso se comenta. La falta de un procedimiento previo al respecto, mueve a sospechar que también en esta ocasión, se trata de otra decisión cupular como las que al través de la historia han determinado la conducción de dicha organización política.