TORREÓN, COAH.- Antonio Sicsick Segovia, acusado de abusos deshonestos, pretendió ayer justificar su incalificable comportamiento, culpando a las menores de edad de ser ellas las que le proponían actos inmorales a cambio de dinero.
Con seis denuncias en su contra pero que podrían acumularse hasta cuarenta más en estos días, el libidinoso sujeto de 65 años de edad, domiciliado en avenida Matamoros No. 671 oriente, aceptó en su declaración ministerial de todo de lo que se le acusa.
Vistiendo un pantalón de pana azul y una playera del mismo color, el rostro barbudo, un tanto demacrado, pero tranquilo en su actitud, Antonio relató a los medios de información que acudieron a las instalaciones del Cereso, que fue un grupo de mujeres las que le propusieron los citados actos inmorales a cambio que les ayudara económicamente.
“Les daba cien pesos por dejarse tocar. A otras les daba más cuando me lo hacían (el sexo oral), pero nunca las amenacé ni las obligué para ello”, aseguró Sicsick Segovia, quien dijo ser originario de Matamoros, Coah., y de oficio comerciante, aunque luego de muchos años de trabajo, “ya vivo de mis rentas”.
Durante casi una década estuvo cometiendo este ilícito y algunas de las primeras jovencitas que se dejaron acariciar por él, ahora eran las que le proveían de más niñas, todas procedentes de Lerdo y Gómez Palacio, Dgo.
María del Carmen Villavicencio Bocanegra, de 23 años y “La Kikis”, de edad similar, son dos de las mujeres que le llevaban hasta en dos o tres ocasiones por semana, pequeñas de entre ocho y 11 años para que “se entretuviera”.
Antonio aseguró que algunas de las mujeres que iban les llevaban a sus propias hijas, sobrinas y amiguitas de ellas, pues sabían que por un rato de “caricias”, les daba cien pesos. La tarifa para “las proveedoras” era de cien pesos por cada muchachita, a las que él llamaba personas.
Su gusto por las niñas comenzó diez años atrás y desde entonces mostraba preferencias por las menores. Eso sí, no debían rebasar los 12 años, pues entonces las corría, según lo manifestó Carlos Falcón Sifuentes, titular de la Coordinación “A” de agencias del Ministerio Público de Delitos Contra la Vida y la Salud Personal.
De ascendencia palestina, Sicsick Segovia cometía las inmoralidades en la finca localizada en avenida Presidente Carranza No. 708 oriente, donde anteriormente tenía una pequeña mercería y donde conoció a sus primeras víctimas que después resultaron sus ayudantes.
“No sabía que lo que hacía era un delito. Me arrepiento de haberlo hecho, pero ellas me buscaban”, fue otro de los comentarios del detenido.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) aseguró dicha vivienda, con el objeto de conseguir una orden de cateo y revisar si pueden obtener más pruebas en contra de este corruptor de menores.
La captura
Con una orden de investigación en contra de Antonio Sicsick Segovia, elementos de la Policía Ministerial de Torreón y Gómez Palacio, lograron detenerlo a bordo de un taxi, en los momentos que, navaja en mano amenazaba a una mujer adulta y una niña.
Asustado porque ya andaban tras su pista, Antonio pidió prestado un vehículo a un amigo que trabaja como taxista y además es mecánico, con el propósito de llevar a las mujeres a otro lado, pues “todo se descubrió y ya no se puede hacer nada”, dijo el inculpado.
Fue entonces que como sería la última vez, comenzó a hacerle tocamientos a la menor, pero la adulta le reclamó y fue cuando Antonio sacó la navaja para amagarlas.
En esos momentos decidieron intervenir los ministeriales, quienes de inmediato sometieron al sujeto y así presentarlo a las autoridades. La detención se hizo en avenida Matamoros entre las calles Comonfort y Francisco I. Madero.
El engaño
Tras decirles que se ganarían buen dinero si iban con una persona a Torreón para hacer “gorritos” de papel, las pequeñas ilusionadas aceptaban de inmediato la oferta, sin saber que cuando llegaban al supuesto trabajo, las espera un individuo que sólo las quería para satisfacer su líbido.
Una vez hecha la labor de convencimiento, María del Carmen Villavicencio Bocanegra y “La Kikis”, con un grupo de niñas cada quien, abordaban el camión frente a las instalaciones de la Cruz Roja de Lerdo con rumbo a Torreón, pues sabían que por cada menor les darían 100 pesos.
Ya en el domicilio de Presidente Carranza No. 708 oriente, Sicsick Segovia las ponía a hacer “gorritos” de papel en los que debían escribir su nombre. De esta manera era como se daba cuenta si eran o no mayores de 12 años. Las que tenían 13 años, ya no las quería, pues sus preferencias eran con las más chicas.
Cincuenta pesos recibía la niña que se dejaba tocar y 100 ó 130 pesos, la que le llegaba a hacer el sexo oral. Al respecto, sólo hay tres casos que fueron corroborados por la PGJE durante la integración de la averiguación previa penal LIHI047/03-3.
La historia
Fue el pasado 18 de febrero del año en curso cuando varias madres de familia de las colonias Francisco Villa Norte y sur de Lerdo, Dgo., denunciaron a las autoridades lo que estaba ocurriendo, luego de que sus menores hijas llegaban tarde a la casa y con dinero.
Señalaron a una mujer madura y otra más joven, quienes reunían a las niñas en las afueras de las escuelas donde cursan sus estudios de primaria y secundaria incluso, para llevarlas a Torreón en donde un sujeto les tocaba sus partes nobles y les daba dinero para que lo tocaran a él.
También se llegó a mencionar que les tomaban fotografías y video.
Luego de varias semanas, las autoridades de la Subprocuraduría General de Justicia del Estado de Durango, se declararon incompetentes y remitieron el caso a la PGJE en Coahuila, donde finalmente se logró la detención del presunto responsable.
Aunque se habla de entre 30 y 40 menores afectadas, hasta el momento sólo se tiene la denuncia de seis de ellas.