Reportajes

III. Radiografía Urbana | Sociedad en crisis

Por Arturo González González

(Tercera y última parte)

Combate efectivo a la inseguridad exige corresponsabilidad ciudadana

COMARCA LAGUNERA.- Para un mismo problema, siempre existen diferentes enfoques y formas de enfrentarlo. Para Luis Cuerda Martínez, presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Torreón (Canacoto) apunta: lo que más afecta a los comerciantes, es el aumento de “farderismo” o también conocido como robo hormiga. “Tenemos pérdidas sustanciales... se ha estimado en algunas cifras, cerca de los diez millones de pesos al mes, en toda la región”.

Para solucionar el problema, la Canacoto le ha propuesto al Poder Legislativo la modificación de las leyes de tal forma que este delito sea perseguido de oficio, que deje de ser una falta penal y que se castigue más la reincidencia.

Pero, también el “graffiti” está dentro de las preocupaciones del gremio, toda vez que se ha insistido en la persecución y erradicación de los practicantes de esta actividad, así como la aplicación de penas más severas.

“Hemos visto, desgraciadamente, que el pandillerismo ha vuelto a despertar, sigue habiendo problemas en las colonias populares y en el centro”, señala el líder del sector comercial en Torreón.

Sin embargo, cree pertinente la insistencia al ciudadano para que denuncie los actos delictivos. “No tenemos la cultura de la denuncia y en la medida que la adquiramos, las autoridades actuarán”.

Por su parte, Augusto Ávalos Longoria, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en Gómez Palacio y consejero del Comité Ciudadano de Seguridad Pública, declara lo que considera necesario mejorar en este municipio: “el respeto hacia los derechos humanos y en el combate a las organizaciones criminales”.

Señala que, aunque en la Canacintra sí se sienten seguros, han tenido que hacerle peticiones a la alcaldesa, Leticia Herrera, en torno al respeto hacia los trabajadores de las empresas, ya que se han presentado situaciones en las que los obreros son “basculeados” por los propios agentes de la policía, sobre todo los sábados, cuando reciben su pago semanal.

Para Arturo Gallegos Salcido, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en La Laguna, “gracias a que Torreón es una ciudad no muy grande, todavía no estamos en una situación de pánico como en la Ciudad de México... aunque no hay que pasar por alto que hace poco le robaron su carro al alcalde de San Pedro aquí en Torreón, a las cuatro de la mañana”.

El líder empresarial acepta que entre los aspectos de la inseguridad que más preocupan a su sector se encuentran, por una parte, los robos y asaltos, los cuales afectan directamente el patrimonio de los mismos y, por otra, el constante temor de un secuestro, situación que atenta contra la integridad física de los individuos.

“Yo agregaría un tercero”, -interviene-, “es la seguridad de nuestros trabajadores”. Y explica: “salen de laborar por las noches, por ejemplo, mis empleadas, con mucho temor porque no pasan los camiones con la misma frecuencia y hay lugares muy oscuros... lo que afecta a nuestros trabajadores afecta a nuestras empresas de la misma manera que los robos y peor de lo que las afectan los secuestros”.

Sobre estos últimos expresa que “al parecer están detenidos”. No obstante, el gremio empresarial no olvida todavía lo sucedido a Roberto Rodríguez, presidente del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada.

Acerca de las solicitudes y sugerencias que como gremio patronal le han hecho tanto al gobierno municipal como al estatal, respecto a la seguridad pública, Gallegos destaca el que se implementaran posturas de política criminal, tales como “que no circulen autos sin placas, sin identificaciones, con vidrios polarizados”. Es decir, eliminar todo aquello que permita o motive los actos delictivos.

Para el presidente de la Coparmex, la falta de coordinación entre las distintas corporaciones policíacas de los tres niveles de gobierno es una causante importante de la ausencia de seguridad y de confianza de los ciudadanos.

Orígenes del problema

Leopoldo Camacho Sustaita, titular de la Coordinación del Área de Extensión y académico de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Unidad Torreón, sugiere que, para ir al fondo del problema “hay que ver el otro lado, la inseguridad que padecen aquellos a quienes los señalamos como culpables de la misma”.

El académico explica que los trastrocamientos sociales actuales suelen dejar a los elementos más vulnerables del núcleo familiar, los infantes, sin los asideros básicos, es decir, sin ningún tipo de apoyo o protección. “Esto implica que los niños están atados de pies y manos frente a toda la influencia comunitaria en la que ellos se mueven”.

Y como todos, van a buscar sobrevivir en ese medio, nada más que sin los soportes básicos, tanto emocionales como intelectuales. Lo anterior inclina a muchos niños a iniciar procesos de automarginación.

Según Camacho Sustaita, es imposible resolver el otro aspecto de la inseguridad sin solucionar antes éste. Por eso, asevera, “toda la cuestión de logística policíaca en realidad parece más bien jugar políticamente con un problema de inseguridad y no atenderlo... es estar jugando a legitimarse como gobierno”.

Sobre las posibles causas de este fenómeno doble, Leopoldo Camacho señala, por una parte, las características propias al proyecto social que actualmente se desarrolla. “Se trata de un modelo de mucho control, por ejemplo, el ejercido con los salarios, es terrible”. Y menciona el caso de los operarios de maquiladoras, quienes están sujetos a regímenes laborales nocivos.

No obstante, expresa que ante esta realidad, los gobiernos “prefieren decorar el problema de la inseguridad con campañas publicitarias, pero nunca llegan a lo estructural”.

Y la situación se vuelve más compleja cuando se analiza que “muchos de los mecanismos de regulación y orientación social que el sistema necesita, están asociados con violencia, entre ellos el deporte... el cual, de pronto, se empieza a convertir en desfogue que, ligado a los procesos de frustración social, a los de querer encontrar un trabajo y no poder, a que ya lo encontraste y lo que ganas no te alcanza para nada, empieza a generarse entonces todo un clima que es parte de toda una estructura social”.

Otro de esos mecanismos es el de los medios de comunicación masiva. Camacho Sustaita explica que lo mediático es parte fundamental del actual modelo socioeconómico, lo cual implica, frente a un proceso de globalización, “la fractura sistemática de las culturas locales...” y se da entonces una aculturación.

Analiza: “ahora, los jóvenes, sin estas raíces culturales y sin lazos básicos familiares, pues de pronto tienen que mostrar su ‘masculinidad’ de alguna manera”, por ejemplo, en manifestaciones delincuenciales.

Esa inseguridad primaria en lo educativo y lo laboral, también ha encontrado su repercusión en la irrupción femenina en lo que el académico llama “la lucha por la supervivencia”. “Farderas” y “puchadoras”: la femenina cara creciente de la delincuencia lagunera.

Ahora bien, todas las expresiones de violencia que se muestran dentro del seno de la sociedad, debido a una primera incertidumbre, de tipo económico y moral, no se encuentran organizadas, es decir, no conforman un frente único con un objetivo específico.

Plantea el coordinador de Extensión de la UPN: “Por suerte, para el sistema en el que estamos se trata de manifestaciones aisladas, desarticuladas, la mayoría de ellas”. Y lanza una advertencia: “si un día llegaran a movilizarse estos grupos subalternos en forma ordenada, yo creo que no habría forma de contenerlos porque son muchísimos, estamos rodeados de ellos, son niños, son jóvenes, son adultos y son viejos ¿con qué los paras?”.

¿Qué hay del llamado crimen organizado?

—Casi por lo general, éste implica, por un lado, iniciativa política... vas a encontrar a uno o dos sujetos que hacen el papel intelectual. Por lo regular, es gente que de alguna manera estuvo integrada a guardias de seguridad o a grupos policíacos. A final de cuentas, también esos grupos salen emergentes y empiezan a organizarse ¿por qué? Porque ya hay una estructura represiva con todo un aparato bien establecido. Uno vive del otro y uno justifica al otro.

Según Leopoldo Camacho, no existe una línea divisoria muy clara entre lo que se conoce como delincuencia organizada y los cuerpos policíacos, ya que, aquélla “puede encontrarse perfectamente validada y tolerada por éstos”. Además, “de repente no se sabe a quién tenerle más miedo”.

El académico de la UPN sugiere “un planteamiento de sociedad con mayor madurez, educación, mayor cultura... pero, entonces, estaríamos hablando que no se tendrían problemas de alimentación, vivienda, salud”.

El análisis de la Curia

La Diócesis de Torreón, en su documento de trabajo para elaborar el Marco de Realidad de la Tercera Etapa Pastoral, basado en un estudio etnográfico consistente en un sondeo entre algunos de los integrantes de la comunidad eclesial, tanto clérigos como laicos, establece que la realidad cultural de la Región Lagunera gira en torno a cinco temas principales: valores y anti valores; adicciones y disfunciones; educación; medios de comunicación y tiempo libre.

Respecto al segundo, que tiene que ver con la inseguridad, se menciona lo siguiente: “un grave problema son las adicciones y otras disfunciones. Las principales que se mencionan, son, en orden de incidencia: alcoholismo, drogadicción, prostitución, pornografía, delincuencia, intolerancia, bares y discotecas, tabaquismo, problemas respecto a la sexualidad y embarazos juveniles”.

Como un punto aparte se considera en el estudio al “graffiti”, del cual ubica su origen como “la presencia de una cultura juvenil emergente que no se integra a la sociedad”.

Cabe destacar que, según los resultados del sondeo de la Diócesis, existe una preocupación por el abuso en el consumo de bebidas embriagantes y de estupefacientes más que por los actos delictivos en sí, que, la mayoría de las veces, son consecuencia de aquello.

Un enfoque distinto

Un enfoque sociológico percibe a la delincuencia como producto de la inseguridad y no al revés.

* Cuando un sistema económico, político y social no garantiza el bienestar, no nada más económico, sino también moral y físico de la mayoría, ésta se siente insegura y las leyes tienden a infringirse.

* Toda sociedad crea sus propios patrones de conducta, los cuales, en conjunto, son conocidos como cultura. Son reglas destinadas a organizar la vida social y personal.

* Las transgresiones e infracciones personales se ven como formas alternas a la cultura dominante y van desde una resistencia inconsciente a las normas hasta la violación premeditada de las mismas por medios agresivos. Todas estas manifestaciones se pueden presentar en diferentes estratos sociales: empresarios fraudulentos, curas violadores, médicos traficantes de órganos, pandilleros, prostitutas, farderas.

* Para contrarrestar y prevenir todo este tipo de conductas desviadas de los patrones establecidos, el Estado ejerce un control social a través de diversos elementos, entre los que destacan: el sistema policíaco-militar, dedicado a vigilar el cumplimiento de las reglas y perseguir a los transgresores de las mismas; los

tribunales, encargados de calificar el grado de la desviación y la pena que merecen; y el sistema penitenciario, donde se ejecuta la sentencia dictada por los tribunales.

* Es decir, la violencia del sujeto delincuente se vuelve contra sí con la ustificación de la maquinaria estatal, coactiva (fuerza) y coercitiva (leyes). El potencial delincuente es reprimido y el consumado, castigado.

* De poco sirve calificar de conductas anormales, desviadas, anímicas a estas manifestaciones, a no ser para perseguirlas... es preferible partir de la idea de la pluralidad como régimen de vida, dentro de una sociedad tolerante y democrática que previene y comprende los casos extremos de la conducta antisocial, con la idea de reincorporarlos a un ámbito social tolerante de las diferencias y no

perseguir y reprimir solamente.

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