Aunque aún no se disparan los primeros proyectiles en el conflicto con Iraq, ya se están exacerbando las tensiones económicas en algunos ámbitos del planeta -como está pasando en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)- y produciéndose bajas en flancos clave de la economía mundial -como lo que sucedió ayer en las bolsas de valores en el mundo-.
La OPEP se prepara hoy martes para celebrar una batalla por las cuotas de producción con dos posturas encontradas.
La de Estados Unidos, respaldada al parecer por Arabia Saudita y Kuwait, de liberar los topes de producción a fin de que si se produce escasez por el conflicto bélico pueda aumentar la oferta petrolera y evitar de esta manera que los precios del petróleo se disparen por las nubes.
En el lado contrario se encuentra la postura de quienes se oponen a la liberación de las cuotas -considerando esto como un entreguismo a los intereses norteamericanos- , planteamiento liderado al parecer por Irán.
El hecho es revelador de las tensiones que está generando el conflicto con Iraq entre los miembros del cártel petrolero, que por cierto abastece cerca del 80 por ciento de las necesidades mundiales de petróleo.
Aunque al parecer es difícil que explícitamente en la reunión de este día la OPEP decida eliminar los topes de producción, lo más probable es que en la práctica -si el conflicto ocasiona que Iraq retire del mercado su producción de 1.7 millones de barriles diarios, equivalente al siete por ciento de la producción de la OPEP- la mayoría de sus miembros eleven de hecho los volúmenes de producción.
En otro frente económico, el de los principales centros bursátiles del mundo, los temores de guerra ocasionaron ayer bajas importantes.
En Estados Unidos, el índice Dow Jones vivió un lunes negro con una caída de 2.22 por ciento, y el Nasdaq corrió la misma suerte con una baja de 2.06 por ciento. El Nikkei, que fue sacudido con una baja de 1.25 por ciento, operó a sus niveles más bajos desde 1983.
Los analistas advirtieron correctamente que las caídas dramáticas de los mercados tuvieron su origen en la percepción de que los signos vitales de la economía norteamericana -que es la principal locomotora del mundo- se encuentran afectados por los temores de guerra.
Los síntomas que en los últimos dos días reflejaron este hecho, fueron las cifras en extremo pesimistas que se dieron a conocer el viernes pasado sobre el incremento de las solicitudes de ayuda por desempleo y las versiones que trascendieron ayer en Estados Unidos de que el importante sector hipotecario de ese país es altamente vulnerable al debilitamiento que está presentando en estos momentos la economía que gobierna George W. Bush. El hecho es que mientras no desaparezca completamente del horizonte la enorme nube de incertidumbre que flota a lo largo y ancho del planeta por el desenlace de la inminente guerra con Iraq, continuará minándose no sólo la estabilidad política, sino también socavándose los cimientos de la economía mundial.