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MÉXICO, DF.- La muerte es el acontecimiento más importante de la vida, sentencia el publicista, escritor y comunicólogo Eulalio Ferrer.
La tesis, que goza del ambiguo carácter de ser conocida por todos pero no admitida en público y menos en privado, ronda como fantasma las 378 páginas del libro El Lenguaje de la Inmortalidad. Pompas Fúnebres.
?El punto cardinal -explica Ferrer- es cómo el ser humano trata de trascender, lo mismo el escritor, el pintor o muchos seres anónimos que no pudieron ganar la posteridad. El libro es el reflejo del camino del ser humano para ganar la posteridad.
Todos al morir tenemos la ambición de ser recordados. Por eso hago un compendio del lenguaje fúnebre como género propio, lo mismo en Occidente que en Oriente?.
Argumenta el publicista que de la muerte se han ocupado sociólogos, antropólogos y filósofos; pocas veces la comunicología -término acuñado por el propio Ferrer- ha puesto los ojos en el asunto.
Con esta premisa, el autor abarca los lenguajes, ritos y formas. Sin respeto por la muerte, Ferrer se le acerca de múltiples formas: Comienza por la historia, el origen, los epigramas, las últimas palabras; revisa las formas modernas: el Turismo funerario, los grandes funerales, el sentido de la muerte en México, las esquelas y su uso publicitario, y culmina con los escenarios virtuales de la muerte a través de esa otra invención de inmortalidad que es Internet.
Durante cinco años, Ferrer investigó de manera particular el asunto. Reunió dichos, epitafios y últimas palabras (que aparecen en varios apéndices). ?Esas formas -considera- son ejemplos claros de cómo el ser humano no sólo invoca la muerte, sino que se acerca a veces con cierto temor, en otras con naturalidad y por momentos en tono de desafío?.
Pero la muerte, por ser lo más trascendente en la vida de cualquier ser humano -por encima del nacimiento-, se ha convertido en un espacio de venta, un pretexto para poner la marca equis al lado de la expresión de dolor.
Desde mediados del siglo pasado, la esquela ha pasado de ser una forma de lamentar la muerte hasta convertirse en un espacio publicitario. Así, el número de esquelas es también el reflejo del nivel de importancia del finado; incluso, apunta Ferrer, hay quienes, sicológicamente hablando, piensan que una persona no ha muerto si no se publica la esquela.
Para el escritor, el lugar que la esquela ocupa en la prensa mexicana es singular: ?Es un vehículo publicitario. En algunos casos la cruz es sustituida por un logotipo comercial. Se llega a incluir el lema publicitario del logotipo y hay a veces en que no existen otros vínculos que justifiquen la esquela, a no ser el de la presencia de la marca en un territorio informativo que es el que tiene más asiduos lectores?.
Y es que, asegura el publicista, las esquelas, el estado del tiempo y los anuncios de ocasión son tres de los géneros con mayor número de lectores. Curiosamente, no están escritos por periodistas?.
-¿Desde cuándo la esquela toma esta carga publicitaria?
-Con gran intensidad se da a mediados del siglo XX. Lo que ocurría antes era que la gente quería inmortalizarse a través de monedas, estatuas, gestos heroicos. Las esquelas son uno de los recursos económicos más fuertes. Como los avisos de ocasión, se pagan por adelantado. Llega a haber periódicos en el mundo que anotan la fecha de muerte para recordar a las familias los aniversarios. Pero no sólo sucede con las esquelas, sino con Internet, donde hay cementerios y necrologías virtuales, un manual de formas de condolencia y hasta cuotas para lanzar al aire las cenizas de los muertos.
-¿Se puede decir que Internet ha democratizado estas formas de muerte?
-Ha socializado en la medida en que el ser humano se ha ido acostumbrando a la imagen, aunque sea en letra. En Internet puede aparecer el obituario de una persona sin que se pague; alguien de pocos recursos económicos puede tener la vanagloria de decir ?mi esquela está en Internet?. Puede escoger ponerle pompas fúnebres, música o color; hay diversas tarifas.
-¿Qué piensa usted de la muerte?
-La muerte es un hecho inevitable. Cuando se ha vivido con tanta intensidad y se ha salvado la vida con los riesgos de haberla perdido, creo que me encontraré con ella tranquilo, pero no la celebraré.
-¿Tiene un epitafio?
-Podría ser con las palabras que al término de mi adolescencia me dijo mi padre: ?¿has pensado, hijo mío, que pudiste no haber nacido??. Esa pregunta se clavó en mí como un aguijón, toda la vida la he tenido presente. Mi respuesta fue: ?Ah, entonces vivo, debo estar agradecido por vivir?. Y es con generosidad como he tratado de vivir.