La designación de Don José Guadalupe Martín Rábago como Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, constituye un acto importante en el relevo del liderazgo de la Iglesia Católica en nuestro país. El Arzobispo de la Arquidiócesis de León en el Estado de Guanajuato, fue elegido por los obispos mexicanos para este cargo en substitución de Don Luis Morales Reyes, Arzobispo de San Luis Potosí.
Las conferencias de los episcopados en cada país del mundo, constituyen una forma de estructura colegiada de la autoridad de la Iglesia a partir de los liderazgos locales. Esta forma de participación tiende a ser complemento de la autoridad jerárquica ejercida desde la Sede Papal en el Vaticano, que se mantiene como instrumento de unidad del catolicismo romano en todo el orbe.
La elección que se comenta tiene impacto general sobre la sociedad mexicana, porque nuestro país abraza en mayoría la religión católica. El hecho de que la Iglesia tenga una pretensión de influencia en el comportamiento de sus feligreses, se traduce en la inducción de conductas que a su vez determinan patrones que rebasan el ámbito religioso o individual de cada persona e inciden sobre la comunidad en su conjunto.
El fenómeno incluye el campo de la política con independencia de la convicción generalizada que indica mantener separados y en equilibrio ambos reinos, el del poder temporal y el del poder espiritual. En estos tiempos de cambio que vive nuestro país el relevo que se comenta implica un compromiso de la Iglesia de cara a la sociedad en su conjunto, por lo que resulta pertinente desear al nuevo dirigente, que tenga éxito en la gestión que sus compañeros Obispos le han encomendado.