Con su cara de asombro perpetuo, la señora Marta Sahagún hizo declaraciones en días pasados que me dejaron boquiabierta. Y no es que esté en desacuerdo o me parezca inapropiado o infortunado su dicho, sino porque dijo lo que dijo siendo ella quien es, perteneciendo al partido político al que pertenece y profesando la religión que profesa. La esposa del presidente Fox habló de la importancia de la educación sexual para la prevención de enfermedades y evitar embarazos no deseados. Hasta ahí se podría pensar que no hay mayor problema; pero planteó la necesidad de hablar del condón relacionando su uso con la prevención del SIDA.
Nadie debe dudar a estas alturas que el SIDA es una epidemia que afecta gravemente nuestro país, que no respeta edad, sexo, religión, posición social y que una de las vías de contagio más frecuente es la sexual. Ahora bien, en su prevención y combate hay dos posiciones claramente definidas y encontradas. Una que promueve la educación sexual y el uso del condón y otra –representada por los sectores conservadores de la sociedad como la Iglesia y Provida- que promueven la abstinencia sexual y la fidelidad como único camino, al tiempo que condenan y colocan el uso del condón en el ámbito del pecado y la depravación. Y a lo mejor debido a que nuestra cultura es enemiga de las confrontaciones directas la sociedad en general -salvo algunas instancias gubernamentales y organizaciones civiles- optó por hablar por lo bajo del asunto y hacerse la desentendida. Lo que no quiere decir que no haga lo que le dé la gana, y eso incluye: Tener relaciones sexuales antes del matrimonio, tenerlas con más de una mujer y/o varón, tenerlas fuera del matrimonio, y tenerlas sin condón ni protección alguna. Resultado: Un creciente número de hombres y mujeres infectados con VIH-SIDA. De modo que hablar de mayor y mejor educación sexual y hablar del condón como método para prevenir enfermedades de transmisión sexual, es un asunto no sólo urgente sino de vida o muerte. La novedad para unos, el supiritaco para otros y la sorpresa para todos y todas radicó en el personaje que abordó el asunto.
Se ha especulado mucho sobre las razones por las cuales Marta Sahagún asumió una posición tan contraria al partido y a la religión a la que pertenece. Hay quien dice que sólo buscó los reflectores. Hay quien dice que su intención fue política, concretamente electoral buscando atraer para el PAN el voto de la ciudadanía más identificada con posiciones de centro izquierda. Hay quien apuesta a que quiso minimizar así las críticas que se le han hecho a la Guía de Padres que ha sido calificada de conservadora especialmente en lo referido al tratamiento de la sexualidad. Hay quien dice que fue un arranque emocional pues hizo estas declaraciones en el marco de una visita a mujeres y niños con SIDA. Hay quien afirma que finalmente Marta va diciendo lo que piensa y siente, demarcándose así del sector conservador de su partido político. Yo, desde luego, no tengo idea de las razones o sinrazones que tuvo para haber dicho lo que dijo, pero dudo mucho que no hayan sido cuidadosamente consideradas y desde luego no creo que no se haya evaluado el impacto que causarían. Pero más allá de sus motivos, sean éstos personales o políticos, o ambos, a mí me parece un acierto.
Me parece un acierto por varias razones. Para empezar hace evidente que la sexualidad sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad. Y eso debe ser motivo de profunda reflexión. Precisamente los especialistas en salud pública y SIDA han dicho que el silencio o hablar por lo bajito de la sexualidad es un importante factor de riesgo en la propagación del SIDA. Y para terminar, la señora Sahagún hizo evidente la doble moral de buena parte de la sociedad mexicana. Nuestra sociedad se declara mayoritariamente católica, apostólica y romana, eso dicen las encuestas y eso dice el clero; pero, a la par, tenemos índices de corrupción altísimos. Los domingos está llenas las iglesias; pero la infidelidad matrimonial de muchos hombres es moneda corriente en nuestra cultura. En el púlpito se condena, sin medias tintas ni concesiones, el aborto; pero uno de los más altos indicadores por muerte materna se debe a abortos clandestinos. Prohíben expresamente el uso de anticonceptivos; pero la inmensa mayoría de las mujeres los usa. Y con respecto a las relaciones sexuales la Iglesia tiene una posición muy clara: Éstas sólo deben tener fin de procreación y, por tanto, sólo deben practicarse dentro del matrimonio; pero el los embarazos entre adolescentes aumenta, el SIDA va a la alza en nuestro país y uno de los más altos números de mujeres contagiadas pertenece al grupo de casadas monógamas infectadas por maridos que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, entre las que se encuentran las bisexuales u homosexuales. Total, una cosa es lo que se dice y otra la que se hace. Eso es lo que Marta sacó a la luz con su sola declaración.
Alguien dijo una vez que tenemos derecho a elegir nuestras propias incongruencias, nuestras propias contradicciones. Marta evidentemente escogió la suya. Y por el bien de nuestra sociedad yo lo aplaudo.
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