24 de diciembre de 2003.
Washington, (EFE).- Tras incrementar el nivel de alerta, el Gobierno vigila con especial atención los cielos de Estados Unidos ante el temor de que aviones de carga y aviones de aerolíneas comerciales extranjeras sean utilizados para cometer atentados.
El Pentágono incrementó en las últimas horas las patrullas aéreas después de que los servicios de inteligencia alertaran del riesgo de que la red terrorista Al Qaeda, a la que se atribuyen los atentados del 11 de septiembre de 2001, pueda volver a intentarlo.
El temor fue expresado también por la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), que instó a sus empleados a redoblar las medidas de seguridad y vigilancia, en virtud de la normativa aprobada hace un mes, que establece un mayor nivel de inspecciones.
En los últimos tres días, se incrementó de manera sustancial la presencia policial y de agentes privados de seguridad en los principales aeropuertos estadounidenses, y especialmente en las terminales que se emplean para operar los aviones de carga.
Expertos en materia de seguridad y pilotos han advertido de que la vigilancia en torno a los centros de trabajo del transporte de carga es inadecuada, particularmente en las empresas pequeñas y medianas, en las que se podrían infiltrar terroristas con facilidad.
La preocupación de las autoridades estadounidenses es también que muchas de estas aeronaves, al igual que los aviones de pasajeros de aerolíneas extranjeras, son susceptibles de ser secuestrados, porque no han reforzado la seguridad de la cabina de los pilotos.
El ex responsable de la seguridad de los aeropuertos de Israel y actual presidente de la empresa de seguridad estadounidense New Age Security Solutions, Rafi Ron, subrayó en un comunicado que "un avión de carga es hoy un arma mejor que un avión de pasajeros".
El Congreso de EU aprobó recientemente una ley que permite a los pilotos de estos aviones viajar armados, pero las asociaciones de estos profesionales creen que esta medida no es suficiente.
James Shilling, miembro de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas, manifestó que la TSA debería poner más cuidado en controlar el contenido y manejo de la carga que transportan.
Al igual que ocurrió el 11 de septiembre, cuando cuatro aviones fueron estrellados en Nueva York, Washington y Pensilvania, matando a unas 3.000 personas, los servicios de seguridad creen que los terroristas quieren volver a usar las aeronaves como misiles.
La diferencia, según el Departamento de Seguridad Nacional, es que en esta ocasión los aviones no serían utilizados contra ciudades importantes, sino contra infraestructuras estratégicas como centrales nucleares, presas e instalaciones petrolíferas.
Por esta razón, el Departamento de Seguridad Nacional decidió el domingo elevar el nivel de alerta de "amarillo-elevado" a "naranja-alto", ante las informaciones de que los terroristas podían volver a actuar en EU durante el periodo navideño.
La decisión, que no se había tomado en los últimos seis meses, volvió a alterar, al igual que en la Navidad pasada, el paisaje en las principales ciudades del país, donde se incrementaron de manera muy visible las medidas de vigilancia y seguridad.
Las patrullas policiales y militares se hicieron sentir en zonas comerciales, pasos fronterizos aeropuertos y sistemas de transporte para tratar de disuadir a los terroristas de un eventual ataque.
Las autoridades expresaron también su preocupación porque se eligieran como objetivos terroristas lugares concurridos durante las fiestas navideñas, como partidos de fútbol, tanto universitarios como profesionales, celebraciones de año nuevo y desfiles.
Además, se hicieron eco públicamente de objetivos concretos como la planta petrolífera en Valdez, en el estado de Alaska, donde los barcos petroleros cargan el crudo para llevarlo a la costa oeste.
Especialmente llamativa es la presencia militar en Washington, donde se desplegaron baterías anti-misiles en torno a lugares importantes, como el Pentágono, el Congreso y la Casa Blanca.
El despliegue de seguridad y la insistencia de los medios de comunicación han conseguido crear psicosis en la población, que inicialmente se mostró indiferente por el incremento del nivel de alerta, ya que en el pasado estas alarmas no se justificaron.