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Independencia

alfonso luquín calvo

El veredicto del Fondo Monetario Internacional es claro: la recuperación económica mundial es incierta. Si bien el gasto militar vuelve a convertirse en el recurso utilizado para impulsar un incipiente crecimiento económico norteamericano, se revela cada vez en mayor medida, como el gran negocio preparado por unas cuantas corporaciones norteamericanas, vinculadas todas ellas a las altas esferas del poder político. Negocios que han pasado desde el fraude electoral para hacerse del poder, un auto atentado terrorista, informes falsos sobre un supuesto enemigo a vencer, hasta una ocupación militar condenada al fracaso.

Esta economía de guerra no ha de convertirse en la palanca para que los demás países, sobre todo las naciones en desarrollo como la nuestra, puedan salir adelante. Por el contrario, lo único que resta esperar es ver cómo han de actuar los mecanismos de transmisión de crisis, por medio de los cuales terminaremos pagando nosotros una importante cuota a esas corporaciones americanas. Quien dude esto, no tiene más que echar un vistazo a la década perdida de los años 80?s, y observar de qué manera terminamos pagando el costo de la caída de la Unión Soviética y de la Reaganomanía.

Pero las cosas en aquellos lugares en donde se han aventurado militarmente no van bien. Afganistán primero, Iraq después, se han convertido en serios dolores de cabeza para la administración americana. El petróleo iraquí, con el que se pretendía cubrir los ?costos? y obtener jugosas ganancias no termina por fluir, tan pronto se logra reconstruir un oleoducto éste es saboteado, convirtiendo en cenizas este ?sueño americano?. Las bajas en las tropas son mayores ahora que en la campaña militar invasora. Resulta imprescindible ya repartir los costos y se hace un llamado a todas las naciones a cooperar con el demonio yanqui en la ocupación de Iraq. El mismo señor Bush, con las narices crecidas, pero con una actuación melodramática digna de un Oscar, ha pedido al congreso norteamericano 87 mil millones de dólares más para hacer frente a los ?terroristas? que no se rinden ante su poderío y que no entregan voluntariamente sus riquezas (como muchos aconsejan que hagamos nosotros) al amo americano.

Por doquier surgen nuevos movimientos de resistencia a la agresión económica imperialista. Las contradicciones se agudizan al interior de la propia cadena imperialista, se observa por doquier. Todos estos son los ?riesgos geopolíticos? de los que habla el informe del Fondo Monetario Internacional, los cuales le impiden contemplar un ?horizonte de estabilidad y crecimiento sostenido a largo plazo?.

Pero no son estos riesgos geopolíticos la única causa señalada. El escaso ?dinamismo? de una economía de guerra en la que empiezan a ser mayores los costos por cubrir que los beneficios obtenidos, el estrepitoso fracaso de la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún que impide llegar a los acuerdos necesarios para destrabar el libre flujo de mercancías y servicios, son quizás mucho más importantes que los primeros, aunque todos son parte de la misma agudización de las contradicciones señalada líneas arriba.

Es particularmente importante detenernos en este punto e insistir en que, por ejemplo, mientras las naciones del mundo buscan defender a toda costa su sector alimentario, en el nuestro ha sido ya sacrificada desde hace mucho tiempo en aras de las ?ventajas comparativas?, es decir, en razón al interés del capital agrario y de la agroindustria transnacional.

Por otra parte, la advertencia del Fondo Monetario Internacional acerca del enorme riesgo que significa el creciente déficit fiscal norteamericano para los flujos financieros internacionales no deja ya lugar a dudas. Este fenómeno reducirá drásticamente la disponibilidad de recursos para las naciones en desarrollo, haciendo repuntar las tasas de interés. Es exactamente la misma estratagema utilizada por Reagan en los 80?s. Después de todo, si usted tuviera que responder a la cuestión de cómo poner de rodillas al mundo entero para salvar a Norteamérica no encontraría quizás mejor recurso, que disminuir los flujos de capital externo, en naciones que tradicionalmente carecen del suficiente ahorro interno para financiarse por si mismas. Ante esta insuficiencia, y la carencia de la inversión extranjera indirecta, sólo queda el camino de acceder a la penetración del capital extranjero vía la inversión directa de las empresas transnacionales. México posee dos sectores que les son particularmente apetitosos: la electricidad y el petróleo.Nuestro actual gobierno y, es triste pero es así, una gran parte de nuestros políticos, prestos a no luchar ya que ello les significaría perder posición y privilegios, cuando no negocios, pretenden entregarlos, de hecho vienen haciéndolo ya desde hace tiempo. De qué sirve la soberanía a oscuras nos dicen. Pues sí, de que sirve la independencia siendo pobres dirán sin duda. Una vez que rematemos los pocos activos nacionales que nos restan, transitaremos, guiados de la mano de los Salinas, Zedillo, Fox, Gordillo y demás políticos enriquecidos hacia un Estado Libre Asociado.

¡Viva la Independencia de México!

E-mail: alfonsoluquin@msn.com

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