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Informe de gobierno

Luis F. Salazar Woolfolk

El informe rendido por el Gobernador Enrique Martínez y Martínez suscita reacciones adversas entre algunos empresarios de Torreón, en la medida en que implica un mensaje triunfalista, falto de modestia y como consecuencia es poco realista.

Con independencia de los avances o retrocesos que ofrezca la administración actual al cierre de su cuarto año de gobierno, el despliegue de propaganda sin precedentes de la imagen del Gobernador provoca resultados contrarios a los que pretende la mercadotecnia política aplicada en el caso, en virtud del dispendio en el rubro en cuestión.

Algo similar acontece con el manejo del marco protocolario del evento. En la medida en que los asesores del Gobernador se empeñaron en hacer del Cuarto Informe un acto masivo a la intemperie, en la mas intensa temporada de lluvias tenida de diez años a la fecha, expusieron al Ejecutivo a un resultado lamentable en términos de ambiente y escenario.

Como consecuencia los gritos de inconformidad se exacerbaron, las posiciones de los Partidos deslucieron, el Gobernador tuvo que terminar de manera abrupta su prolongada exposición al reiniciar el temporal y el Presidente del Congreso ante el cual compareció el Ejecutivo a rendir cuentas, simple y sencillamente no contestó al Informe.

Ante el mar de cifras que chocan con la realidad, los voceros empresariales manifiestan su desacuerdo, reiteran el reclamo histórico sobre la iniquidad en el reparto de los recursos en perjuicio de Torreón, señalan que las obras que publicita el Gobierno están inconclusas y que desde el inicio del sexenio no se incrementa la aportación del Estado al Fideicomiso de Seguridad Pública. La Iniciativa Privada se la Capital señala que Saltillo ostenta el mayor índice de desempleo en el país y llama al Gobierno de Martínez y Martínez a rectificar su política de fomento que revierta el éxodo de inversiones que existe y no hacia el extranjero, sino hacia otros lugares del país que ofrecen mejores incentivos.

El Gobernador replica diciendo que la apreciación de los empresarios es injusta, que Coahuila es un estado que se encuentra al día y a la vanguardia, que los número no mienten y que los resultados de la obra pública están a la vista.

Ante el vendaval encontrado de críticas y réplicas, procede el estudio del contenido de fondo del Informe por parte del Congreso del Estado. La posibilidad se antoja lejana, en el caso de un Gobierno que cierra la información disponible a una visión analítica de la Cuenta Pública, como la que ha solicitado la oposición en la legislatura actual sin ningún éxito. Baste recordar que la Contaduría Mayor de Hacienda del Congreso, impide a los propios Diputados Locales el análisis no solo de la Cuenta Pública del Gobierno, sino hasta de la operación administrativa y financiera del propio órgano legislativo. Increíble pero cierto.

Lo anterior obedece a que en el estado de Coahuila aún no superamos el viejo régimen de Partido de Estado y por el contrario, se recrea en la escala regional la hegemonía del pasado resumida en el poder del Gobernador y de manera más radical que en el pasado, ya que no existen los viejos contrapesos de antaño y no operan los nuevos equilibrios que ya funcionan a nivel federal y en otras entidades de la República.

Ante semejante atraso institucional, el Informe no alcanza las cotas deseadas y se mantiene a nivel de ceremonia hueca y ejercicio inútil, reflejo de un estilo triunfalista que no corresponde ni a la realidad ni a los tiempos políticos.

Aún es tiempo de rectificar y hacer de este informe en las semanas que siguen, una real rendición de cuentas y una oportunidad de verdadero análisis de cara al Congreso y a la Sociedad de Coahuila.

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