Reuters
LA PAZ, BOLIVIA.- Los campesinos del altiplano andino dieron ayer una tregua de 90 días al nuevo presidente boliviano, Carlos Mesa, para que se anule la privatización de empresas y se sancione una nueva ley de hidrocarburos a fin de recuperar la explotación de gas, la principal riqueza del país.
En un masivo acto en la Plaza San Francisco, en el centro de La Paz, en el que sorpresivamente se presentó el mandatario para escuchar las demandas indígenas, varios de los principales dirigentes del reciente alzamiento popular dejaron claro que si no se cumplían sus reivindicaciones volverían a las calles.
Mesa se encontró con la concentración al concluir una misa, celebrada en un templo colonial sobre la misma plaza en memoria a los caídos durante la revuelta, que culminó con el derrocamiento el viernes del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, y por su propia iniciativa pidió a los dirigentes campesinos sumarse al acto.
“El presidente puede ser nuestro amigo. Pero puede ser nuestro amigo si cumple todo lo que le pedimos”, dijo Felipe Quispe, uno de los máximos dirigentes de la revuelta ante miles de indígenas vestidos con su tradicionales trajes multicolores.
Previamente, varios dirigentes campesinos habían expuesto la necesidad de controlar la producción de gas, algunos de cuyos más importantes yacimientos están en manos de empresas extranjeras, para industrializarlo, lo que permitiría la creación de puestos de trabajo y la venta de un producto con un valor agregado.
Asimismo, exigieron la anulación de las leyes que privatizaron empresas estatales, y volver a nacionalizar aquellas estratégicas, como las de los sectores minero, ferroviario y de telecomunicaciones.
Quispe pidió a los manifestantes que se quitaran los sombreros y en tono muy ceremonial intentó hacer jurar al presidente que iba a cumplir con sus demandas, pero el mandatario, un ex periodista e historiador de gran capacidad oratoria, esquivó el desafío entre sonrisas y, a cambio, habló ante los manifestantes.
“Yo les mentiría si les prometo cosas que no voy a cumplir”, dijo a los campesinos, quienes inicialmente lo recibieron con algunos silbidos y terminaron aplaudiéndolo. “Soy un mestizo que quiere a Bolivia. Por eso he venido a pedirles que pacifiquemos al país”.
Antes de finalizar la concentración, Quispe pidió a sus seguidores que dejen de hacer bloqueos en las carreteras. “Vayan, hermanos, al campo, a trabajar. Nosotros estaremos vigilando a este presidente para que cumpla lo que dijo hoy aquí”.
Rulfo Calle, miembro de la máxima dirección del campesinado del departamento (provincia) de La Paz, declaró que la tregua con el gobierno será de 90 días, al cabo de los cuales se volvería a evaluar la situación.
La desconcentración se produjo en orden, pero los dirigentes no quedaron totalmente satisfechos y piensan que el nuevo presidente no cumplirá o no podrá cumplir sus promesas.
“Como decimos en Bolivia, esta es la misma chola con otra pollera” (falda), dijo De la Cruz refiriéndose a que Mesa fue el vicepresidente de Sánchez de Losada. “Y, para colmo, la ropa íntima que usa tiene los colores de la bandera de Estados Unidos”.