25 noviembre 2003
Madrid, (EFE).- La lucha por reducir el número de personas que pasa hambre en el mundo debe ser "multiplicada urgentemente por diez" para contrarrestar la "marcha atrás" registrada frente a los relativos avances logrados hace una década, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Así lo expresó hoy en Madrid el jefe de Estadística de la FAO, el uruguayo Jorge Mernies, al presentar el "Informe sobre la Inseguridad Alimentaria 2003" -divulgado de forma simultánea en EU y en Alemania- y que insiste en la necesidad de "conmover a las audiencias" y movilizar "voluntades políticas".
Según Mernies, al comienzo de la década de los años 90 se logró reducir en 38 millones el número de personas hambrientas en los países en desarrollo, pero esa cifra aumentó en 18 millones durante la segunda mitad de la década. "Nos hemos comido la mitad del progreso y por eso el Informe habla de marcha atrás", señaló.
En su quinta edición, de 2003, el Informe dice que en el mundo hay 842 millones de personas desnutridas y las perspectivas de reducir de manera relevante esa cifra en el futuro son "sombrías".
Según el documento, el objetivo fijado en Roma en 1996 en la Cumbre Mundial de la Alimentación -de reducir a la mitad para el 2015 el número de hambrientos- "parece cada vez más remoto".
"Sólo podrá alcanzarse si a partir de ahora la reducción del número de personas desnutridas se acelera a 26 millones por año, es decir, más de doce veces el ritmo actual", dijo.
De los 842 millones de personas que padecen hambre, 10 se encuentran en los países industrializados, 34 en los países en transición y 798 millones en los países en desarrollo.
El número de desnutridos en esta última región ha disminuido sólo en 19 millones entre el periodo de referencia fijado por la Cumbre (1990-1992) y los últimos datos, referidos a 1999-2001.
El cuadro "sombrío" que presenta el Informe tiene, sin embargo, algunas variaciones: por regiones, el número de personas desnutridas se redujo en Asia y el Pacífico y en América Latina y el Caribe, y aumentó en el Africa subsahariana, en el Próximo Oriente y en Africa del Norte.
En el difícil panorama que dibuja la FAO destaca como signo alentador que 19 países hayan conseguido que el número de personas con hambre crónica disminuya en más de 80 millones a lo largo de todo el periodo.
Estos países se hallan en todas las regiones en desarrollo -uno del Cercano Oriente, cinco en Asia y el Pacífico, seis en América Latina y siete en el Africa Subsahariana- y son tanto países grandes y relativamente prósperos, como Brasil o China, donde los niveles de desnutrición eran moderados, como Estados más pequeños donde el hambre estaba más extendida, como Chad, Guinea, Namibia o Sri Lanka.
El Informe destaca también que los proyectos contra el hambre que desarrollan los gobiernos de Brasil, Vietnam y Túnez son ejemplos esperanzadores del compromiso contra el problema.
A tenor de estas cifras, el jefe de Estadística de la FAO aseguró que "hay que multiplicar por diez la velocidad de reducción del número de personas hambrientas" y destacó un grupo de países que han logrado durante los últimos ejercicios revertir sus tendencias de deterioro, entre ellos Cuba.
Esta Isla caribeña, según Mernies, ha dado muestras de "una gran efectividad, ha aumentado mucho su producción de alimentos en la segunda mitad de los 90", una mejora que se ha registrado también en naciones como Nicaragua, Haití y Bangladesh.
El funcionario de la FAO citó como un serio obstáculo para cumplir el objetivo las ayudas de los países ricos a sus agricultores y los elevados aranceles que imponen a los productos del exterior.
Como ejemplos de subvenciones que distorsionan el mercado, la FAO señala que EU distribuyó entre 2001 y 2002 a 25.000 productores de algodón 3.900 millones de dólares, importe superior a todo el PIB de Burkina Faso, donde más de dos millones de personas dependen del algodón para subsistir; lo producen a 0,47 dólares el kilo y los estadounidenses a 1,61.
En el prólogo del Informe, el director de la FAO, Jacques Diouf, dice que "el problema no es tanto la falta de alimentos como la falta de voluntad política".