AP
MANILA, FILIPINAS.- En medio de rumores de un golpe de Estado, la presidenta Gloria Macapagal Arroyo reaccionó ayer airadamente ante los persistentes rumores y ordenó el arresto de un pequeño grupo de oficiales de bajo rango y soldados que habían desertado.
Arroyo emitió una declaración tras una reunión de emergencia del gabinete en el palacio presidencial de Malacanang, donde fueron intensificadas súbitamente las medidas de seguridad. Vehículos blindados de transporte de personal fueron estacionados en las puertas.
“Siguiendo mis órdenes, las AFP (Fuerzas Armadas de Filipinas) y la PNP (Policía Nacional Filipina) persiguen a una pequeña banda de oficiales de bajo rango y soldados, sin principios, que desertaron de sus puestos y se llevaron ilegalmente sus armas”, dijo Arroyo.
La presidenta no identificó a ninguno de los oficiales, ni tampoco señaló la cifra de desertores, pero los calificó de “fugitivos de la justicia militar”, que quebraron la línea jerárquica en los mandos militares.
“Este es un ejercicio condenado desde el principio. No tiene causa moral. Viola el bienestar del pueblo, hace más graves sus numerosas penurias y afecta empleos y formas de vida”, señaló Macapagal Arroyo.
Dijo que el gobierno “impondrá la pena máxima a los perpetradores de motines y rebeliones”, y advirtió a “los políticos sin escrúpulos que explotan el complejo mesiánico de estos oficiales, sin principios, para sus propios fines ambiciosos”.