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Intercambian riñones y logran salvar la vida

Por: Rafael Ibarra Camacho

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Eran los últimos días de marzo de 2001, Demetrio Barrón Huerta, originario de Durango, Durango, estaba sentado en una de las muchas áreas de la clínica 71 del Instituto Mexicano del Seguro Social, los médicos le estaban practicando la arteriografía, porque él pretendía donarle un riñón a su esposa, estaba un poco afligido ya que los resultados de las pruebas de compatibilidad no fueron nada alentadores.

Su esposa Dora Alicia Briceño Delgado, padecía deficiencia renal desde 1999, el estudio de compatibilidad arrojó que su tipo de sangre y el de su mujer eran diferentes, en esos momentos Demetrio empezó a platicar con otra persona que estaba a su lado y que también se practicaba el mismo estudio, en esa charla la esperanza renació.

La esposa de Demetrio necesitaba un riñón del tipo de sangre que esa persona tenía y a su vez el riñón de Demetrio le serviría a Juan Carlos Benavides, un joven de 19 años originario de Ciudad Juárez, Chihuahua que era familiar de ese donador.

Ambas familias llegaron a un acuerdo, podrían intercambiar sus riñones para que Dora y Juan Carlos pudieran recuperar su salud, acudieron ante los médicos para exponerles su acuerdo y de inmediato se sometieron a las pruebas de compatibilidad, en esta ocasión los resultados fueron muy alentadores y se programó la fecha de la cirugía para transplantar los dos riñones.

El 24 de abril de 2001 se llevó a cabo la operación, desde ese día la familia Barrón y los Benavides tienen un lazo que los une y los hace familia.

En el ambiente médico esta cirugía se denomina “donación de dominó” y es cuando dos personas no pueden donarle a sus respectivos familiares porque sus órganos no son compatibles, entonces los donadores se “cruzan” y donan un órgano al miembro de otra familia para que su pariente reciba una donación de aquella familia que se vio beneficiada.

Entrevistados en la sala de espera de la Unidad de Transplantes, Demetrio y Dora comentan que viajaron a esta ciudad para cumplir con el control mensual para que los médicos evalúen su evolución.

“Me enfermé de repente, los doctores me internaron y me dijeron que un riñón no me funcionaba bien, después me informaron que los dos riñones estaban trabajando a un 40 por ciento, por eso necesitaba el transplante”, dice Dora al preguntarle sobre su enfermedad.

El matrimonio comenta que los malestares físicos y los emocionales son muchos cuando una familia se entera que se necesita un riñón para salvarle la vida a su madre, en este caso el padre y un sobrino de Dora se ofrecieron como voluntarios para donar, los resultados fueron negativos y su esposo estaba en el mismo caso, sin embargo, la suerte y la casualidad hicieron su trabajo para que estas dos familias se conocieran.

“Cuando nos operaron nos fuimos a vivir juntos (la familia Barrón y los Benavides), rentamos una casa para vivir los dos meses que ordenan los doctores para la recuperación, después cada quien jaló para su lado, ellos para allá y nosotros pa´acá”, dice Dora.

“Pero nos vemos como familia, porque en ocasiones nos dan las citas los mismos días y aquí nos encontramos”, comenta la paciente.

Después de esta experiencia la familia Barrón está a favor de la donación entre personas vivas y más aún a la donación de cadáver, “que no tengan miedo, no pasa nada después de la donación, la gente tiene miedo porque no tiene información”, comenta Dora, “por eso ya tengo mi credencial de donador voluntario”, dice Demetrio.

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