12 julio 2003
Londres, (EFE).- El Gobierno británico se mantiene firme en su acusación de que el derrocado régimen de Saddam Hussein intentó comprar uranio en Africa, aunque admite que la CIA le expresó sus reservas por falta de pruebas creíbles.
El ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, dijo que esa alegación -que la CIA y el Gobierno de Estados Unidos dan por falsa- se apoya en "información de inteligencia fiable" obtenida por el Reino Unido y no compartida con Washington.
Sin rastro de las supuestas armas de destrucción masiva de Iraq, esta nueva polémica deja en una situación aún más comprometida al primer ministro británico, Tony Blair, quien a finales de la próxima semana se entrevistará en EU con el presidente George W. Bush.
La acusación sobre el supuesto intento de compra de uranio a Níger por parte de Iraq estaba contenida en el primer informe que el Gobierno británico elaboró sobre las supuestas armas de Iraq, divulgado en septiembre pasado.
Ese dossier defendía la polémica acusación de que Saddam era capaz de lanzar un ataque letal en 45 minutos y su publicación, junto con otro informe con datos copiados de Internet divulgado en febrero, le han provocado incesantes críticas al primer ministro.
Precisamente hoy el diario británico "The Independent" asegura que el primer informe contenía información desfasada y plagiada, además de recoger también datos de Internet y ese polémico alegato sobre la supuesta tentativa de comprar uranio en Níger.
La CIA ha mostrado serias dudas sobre la veracidad de esa acusación pero, a la vez, ha admitido su culpabilidad porque ese argumento fue utilizado por Bush durante su discurso sobre el Estado de la Unión pronunciado el pasado 28 de enero.
La polémica sobre el hipotético uranio está subiendo de tono en Estados Unidos, hasta el punto de amenazar la permanencia en su puesto del director de la CIA, George Tenet.
Pero el Gobierno británico se mantiene por ahora firme en esa acusación, como señala una carta que Straw envió este viernes al Comité parlamentario de Asuntos Exteriores que investigó las pruebas facilitadas por el Gobierno de Blair sobre la amenaza iraquí.
En la misiva, divulgada hoy por el Foreign Office, Straw asegura que las reservas de la CIA no estaban fundadas y que el Gobierno británico tuvo "buenas razones" para no compartir su información con Washington.
"El comentario estadounidense no estaba apoyado y los responsables británicos estaban convencidos de que el dato de ese dossier se basaba en información de inteligencia fiable, que no habíamos compartido con EU. Por ello se decidió mantenerla", apuntó Straw.
"El dossier del Gobierno hablaba de una serie de actividades para adquirirlo (el uranio) y se refería a inteligencia recuperada por los científicos sobre el programa en 1998", afirmó Straw.
La oposición conservadora reaccionó asegurando que el "goteo" de información sobre Iraq que ofrece de forma constante el Gobierno no ayuda a clarificar la situación, aunque no criticó a fondo los argumentos ofrecidos por el jefe de la diplomacia británica.
Durante los meses previos y posteriores a la guerra contra Iraq han sido los correligionarios laboristas del primer ministro los que han constituido la auténtica oposición al Gobierno en lo referente a su política exterior.
"Creemos que la mejor forma de establecer los hechos es mediante la puesta en marcha de una investigación judicial independiente", señaló hoy el "tory" Michael Ancram, responsable de Exteriores "en la sombra" del Partido Conservador.
La investigación sobre las pruebas aportadas por el Gobierno británico contra Iraq fue llevada a cabo por la Comisión parlamentaria de Exteriores que, en sus conclusiones, exculpó a Blair de mentir al Parlamento, aunque le envió un duro correctivo.
Según las conclusiones presentadas el día 7, la Comisión expresó su preocupación por el "énfasis" dado a algunos datos y consideró "totalmente inaceptable" el hecho de que el segundo informe copiase datos de una tesis universitaria obtenida en internet.