Ya sé porqué Estados Unidos invadirá Iraq (si es que para cuando usted lea éstas líneas no lo ha hecho ya). En días recientes, fuentes confiables me hicieron llegar un documento que deja en claro, sin lugar a dudas, las tres razones que tiene nuestro vecino del norte para emprender la guerra. Y, déjeme decirle con todo pesar, son irrefutables.
A lo largo de las últimas semanas he estado, como medio mundo más, siguiéndole la pista a lo que parece será una conflagración de consecuencias graves, muchas de ellas aún impredecibles. Leí que los inspectores enviados por el Consejo de Seguridad de la ONU no encontraron evidencias de que Iraq posee armas capaces de poner en riesgo a la humanidad (claro, por “humanidad” el gobierno norteamericano entiende “Estados Unidos”, pero ésa es una cuestión semántica de menor importancia). Leí que –como era de esperarse- a Bush y compañía no les pareció el informe preliminar de los inspectores y entonces ofreció que Colin Powell les llevaría el cinco de febrero las pruebas de inteligencia en las que basaban sus certezas de que Iraq –o mejor dicho Saddam Hussein- escondía armas de destrucción masiva (¿y por qué no las enseñaron antes?, ¿por qué no se las entregaron a los inspectores durante el mes que permanecieron en ese país árabe buscando hasta debajo de las piedras?).
Leí asimismo que, de acuerdo con encuestas realizadas en ese país, cada vez un mayor número de ciudadanos y ciudadanas se oponen a ir a una guerra contra Iraq sin el apoyo de la ONU. Leí de las muchas manifestaciones pacíficas que en medio mundo se han realizado para decir NO a la guerra. Leí de la molestia y las protestas del pueblo español por la decisión de su gobierno de apoyar a Estados Unidos. Leí también lo mismo del pueblo italiano. Leí que las famosas pruebas presentadas por Powell no convencieron mucho que digamos a nadie. Leí del calificativo de “vieja Europa” que le propinó el gobierno estadounidense a Francia y Alemania por negarse a secundarlo en sus planes belicistas. Leí que a esos gobiernos europeos les valió una pura y dos con sal, y días después presentaron un proyecto de desarme para Iraq, que no sólo permitiría evitar una guerra sino mantener una estricta vigilancia de la producción de armamento en ese país. Leí del enorme disgusto que ese plan le provocó al gobierno norteamericano, a tal punto que, palabras más o menos, les dijo a franceses y alemanes que ésa no era la manera de congraciarse con los norteamericanos (¡! En este punto puede poner cara de angustia estilo Libertad Lamarque. La frase lo amerita). Leí que al poco tiempo China y Rusia –quienes tampoco han querido jugar a la guerra con el presidente Bush- apoyaron el proyecto de Francia y Alemania. Leí que entonces les llamaron algo así como Aliados de Hussein (¿Eso habrá querido decir que Estados Unidos ya pasó al Eje del Mal a Francia, Alemania, China y Rusia?). Total si algo me ha quedado claro después de todo lo leído es que Estados Unidos invadirá a Iraq pese a quien el pese y pase lo que pase. Lo que yo me preguntaba era ¿por qué?
En respuesta a esa pregunta me hablaron del petróleo, de la enorme importancia estratégica que tiene Iraq y de lo mucho que se beneficiarían los norteamericanos controlando esa región con toda su producción petrolera. (Imagino que es una ganancia colateral, porque el benévolo, pacifista y libertario presidente George W. Bush ha declarado que sus verdaderas intenciones son “liberar” al pueblo iraquí del tirano de Saddam. “Si el conflicto ocurre –afirmó- llevaremos a Iraq alimentos y medicinas y pertrechos, y lo más importante, libertad”).
También he oído y leído de lo rentable que es la economía de guerra para Estados Unidos. Asimismo hay quien opina que esta guerra es una manera de concluir lo que el padre del actual presidente norteamericano no pudo hacer durante la Guerra del Golfo. Incluso hay quienes afirman que el conflicto es inevitable dada la posición de los astros. Mi querida amiga Lorena, que de eso sabe mucho, me dice que entre el 14 y el 23 de febrero Plutón y Saturno están en oposición, característica planetaria que se observó igualmente aquel fatídico 11 de septiembre y que a lo largo de la historia ha estado presente en momentos de grandes conflictos para la humanidad. Pero como si eso fuera poco, Marte está en conjunción con Plutón; es decir, me explica, el planeta que representa la guerra (Marte) está oponiendo al que representa la rigidez, la represión (Saturno). Total, entendí yo, la energía planetaria está alborotadísima con los planetas más peleoneros e intolerantes enfrentándose.
Todas esas explicaciones son válidas, pero no acababan de convencerme. Fue entonces que me llegó el documento que contiene las razones por las que irán a la guerra. Y, le repito, son irrefutables. Se trata de una caricatura de Colin Powell con una mano levantada en la que con sus dedos muestra el número tres. Y ante el Consejo de Seguridad de la ONU dice: Si las pruebas que les hemos presentado no les bastan, aquí tengo tres razones: nos-vale-madres.
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