Toneladas de respetabilidad y talento (inevitablemente junto con algunos gramos de escoria), se reunieron para manifestar su decisión de votar por los candidatos a diputados federales del partido México Posible. Sobra decir que tienen pleno derecho a expresar su opción y a explicarla, actitud doblemente plausible en quienes, como muchos de los firmantes, suelen no concentrar su interés en la política electoral. Ofrecen además una nueva veta al debate público en vísperas de las elecciones.
Los sesenta y uno firmantes de un llamativo desplegado, a casi todos los cuales se les debe extender reconocimiento por sus tareas cotidianas, se dividieron a sí mismos en tres grupos: uno, el de quienes practicarán un voto dividido, orientado uno a su lealtad de siempre, su “lealtad política fundamental” y otro a la nueva; dos, el de quienes no tienen lealtad a partido alguno; y 3) el de quienes se ufanan de lo que consideran una virtud, una suerte de virginidad y desearon “hacer explícito que hasta el momento, nunca ha apoyado en especial a partido político alguno”, si bien una de las dos personas en esta circunstancia, el gran novelista Fernando del Paso, fue público y notorio labastidista hace tres años.
Los integrantes del primer subgrupo votarán por México Posible para que “en el Congreso esté representada esta izquierda que surge de las luchas ciudadanas por los derechos de las mujeres, por el respeto a los derechos humanos, por la defensa de las causas indígenas, por la diversidad sexual, por mejores oportunidades a personas discapacitadas y por el ambientalismo y la protección a los animales”.
Si nos atenemos a esta planteamiento explícito, se diría que los firmantes del desplegado podrían votar por el Partido de la Revolución Democrática, ya que corresponde a las líneas definitorias expuestas en el párrafo anterior. No hay un solo punto del programa que les gustará que despliegue México Posible cuando “llegue a la Cámara de Diputados” que no esté contenido en la plataforma perredista. En esos términos, ya esas ideas tienen representación parlamentaria, que está en trance de acrecentarse en esta oportunidad.
Otros firmantes anuncian su voto en favor de México posible “porque la pluralidad de la sociedad mexicana reclama opciones diferentes y voces distintas que revitalicen el debate público, expresen nuevas necesidades y den cauce a nuestra diversidad”. Cabría en ese punto reflexionar sobre lo que significa “dar cauce”, que a su vez nos lleva al asunto de la eficacia del voto.
No está cercano el acceso de México Posible a la Cámara de Diputados, la forma institucional más productiva y más al alcance para abrir ese cauce. Es preciso reunir más de seiscientos mil votos (que en caso de abstención levemente mayor al cincuenta por ciento son los necesarios para mantener el registro y tener representación parlamentaria) en un ambiente de escaso interés y fuerte concentración en tres fuerzas principales.
Las encuestas conceden a MP, como al resto de los partidos nuevos (los de tres años de edad y los que por primera vez participan) escasa posibilidad de mantenerse en la liza y entrar en el Congreso. La aparecida en Reforma ayer mismo (realizada en viviendas y con personas mayores de 18 años) establece que si los comicios se hubieran efectuado el 15 de junio MP habría obtenido 0.3 por ciento de los votos. Y si bien el sondeo de El Universal, en circunstancias análogas, otorga un porcentaje mucho mayor a ese partido, 1.4 por ciento, es ancha todavía la distancia que lo separa del dos por ciento necesario. Seguramente por la clara percepción de esa dificultad y por creer en el liderazgo social de las personas a que pidió su apoyo, MP creyó necesario convocar a estos avales capaces de inducir, por su presencia en la sociedad, que su posición sea emulada.
Izquierdistas buena parte de los firmantes, se han desencantado del PRD y proponen por eso el apoyo a una nueva formación.
Hay causas para ese desencanto, y si se integrara el repertorio de sus males internos, la tarea sería formidable. Con todo, y puesto que los partidos son males necesarios en una democracia (especialmente la nuestra, apenas incipiente), el PRD es la única opción de centro izquierda capaz de traducir aspiraciones en medidas administrativas y decisiones legislativas. No soy miembro del PRD, pero soy un votante confeso de ese partido, y hasta fui su candidato al gobierno de Hidalgo, nada de lo cual me ciega para saber y comunicar las deficiencias de todo género que afectan a ese partido. Pero puedo al mismo tiempo evaluar sus intenciones de formar un grupo parlamentario sólido e inteligente, no sólo con sus propios miembros, sino personas procedentes de expresiones ciudadanas ajenas al PRD, tan valiosas como las que han sido propuestas por MP, pero con más clara viabilidad electoral.
Mi decisión de votar por los diputados federales perredistas (a expresar la cual tengo derecho, como los firmantes del manifiesto mexicanoposibilista) se ve reforzada por la calidad del candidato en mi distrito electoral, el número 15 de la ciudad de México. Se trata de Saúl Escobar Toledo. Economista por la UNAM, fue profesor en la Universidad de Chapingo. Ya fue diputado federal, en la LVI legislatura. Militante estudiantil y sindical, autor de varios estudios, se transformó en un eficaz funcionario, al ocupar durante el trienio de Cuauhtémoc Cárdenas en el gobierno capitalino la subsecretaría del trabajo y previsión social.