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TOKIO, JAPÓN.- El Parlamento japonés aprobó en la madrugada de ayer una ley que autoriza el envío de fuerzas japonesas a Iraq para que contribuyan con la reconstrucción de ese país, a pesar de las estrategias impulsadas por la oposición para demorar la decisión.
Se trata de una importante victoria política para el primer ministro Junichiro Koizumi, que promovió una fuerte campaña para enviar soldados en busca de elevar el perfil de Japón en el escenario internacional.
Koizumi busca además distanciar a su administración de la posición de mero observador por la que Japón, el segundo país más rico del mundo, fue criticado durante la primera Guerra del Golfo Pérsico de 1991.
Los partidos políticos de la oposición criticaron la nueva legislación, al sostener que las misiones de paz podrían violar la constitución japonesa que pugna por la paz, y exponer a los soldados a combates con los enemigos.
El proyecto ya había sido aprobado por un comité de la Cámara de Senadores, con el respaldo de la coalición de tres partidos políticos de Koizumi, que controla la mayoría de ambas cámaras del Parlamento.
Durante días, la oposición intentó por diferentes medios frenar la aprobación de la ley, presentando varias mociones de censura contra Koizumi, sus ministros y otros funcionarios del partido gobernante.
Pero en la madrugada de ayer la iniciativa fue considerada en el Senado, en donde consiguió 136 votos a favor y 102 en contra.
El partido gobernante había presionado para que el Parlamento se reuniera durante el fin de semana para aprobar la ley, antes de que terminara el lunes el actual período legislativo.
“Aprobaremos la ley durante la actual sesión parlamentaria, no importa lo que suceda”, dijo Taku Yamasaki, secretario general del oficialista Parido Liberal Democrático, antes de que el envío de tropas fuera aprobado.
La ley autoriza a Japón a enviar tropas terrestres de apoyo a las fuerzas de Estados Unidos en Iraq. También le da poder al gobierno para destinar fuerzas a otros sitios críticos del exterior, con el fin de ofrecer asistencia médica, repatriar a refugiados, reconstruir edificios y rutas, y aportar consejos administrativos, aún en misiones que no cuenten con el respaldo de las Naciones Unidas.