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Jaque Mate/Acuerdo del campo

Sergio Sarmiento

“La agricultura fomenta la sensatez”.

J. Joubert

El Acuerdo Nacional para el Campo, trabajosamente negociado por el Gobierno Federal y un grupo de organizaciones campesinas afiliadas o cercanas al PRI y al PRD, está programado para ser firmado hoy en Los Pinos. El documento, del cual tengo una copia preliminar, es muy extenso: Cconsta de 281 acuerdos concretos que cubren una enorme diversidad de temas. Algunos de sus puntos son sensatos. Otros constituyen una simple reiteración de buenas intenciones. Algunos más requieren para su aplicación de dinero cuya fuente no se especifica. Y otros más representan un retroceso para el país.

El acuerdo aborda temas que no tienen que ver con la producción en el campo, que era su tema original, sino con la pobreza. Plantea, por ejemplo, una ampliación de los servicios de salud en zonas rurales hasta alcanzar “un sistema universal de acceso”. Esto es deseable, pero no ayudará a resolver la pobreza del campo.

El acuerdo promete al campo mucho dinero del gobierno: 400 millones de pesos para servicios de salud, 260 millones para un nuevo Fondo Nacional de Vivienda Rural, 650 millones para incorporar nuevas tierras al subsidio del Procampo, 150 millones para un programa de empleo temporal, 500 millones para ayudar a los “adultos mayores”, 100 millones para proyectos productivos de mujeres, 140 millones para proyectos de organización comercial, abasto y agregación de valor, 300 millones para “conciliación en materia agraria”, 300 millones de reasignación de proyectos de capital de riesgo de Fonaes. Ofrece muchas otras medidas adicionales que costarán dinero cuyo monto no se ha calculado.

¿De dónde se sacará este dinero? El acuerdo sólo nos dice que el Gobierno Federal se compromete a “financiar las acciones anteriores mediante la realización de ahorros en la ejecución de otros programas” y utilizando “los recursos que proviniesen de la venta de artículos decomisados”. Puedo ya pronosticar que esto no será suficiente.

Las organizaciones políticas que obligaron al gobierno a elaborar este acuerdo no consiguieron la renegociación del Tratado de Libre Comercio que pretendían. El acuerdo sólo señala que el gobierno de México deberá buscar unos acuerdos paralelos que limiten la apertura del maíz blanco y el frijol. Apunta, además, la decisión de utilizar todas las armas que ya otorga el TLC para la protección de la producción agropecuaria mexicana. Significativamente, uno de los puntos del acuerdo es hacer una revisión de “los impactos de la Ley de Seguridad Agropecuaria e Inversión Rural 2002” de los Estados Unidos. Por sorprendente que parezca, y a pesar de todas las protestas que ha generado, nadie sabe a ciencia cierta qué consecuencias tendrá el Farm Bill en el comercio con México.

El acuerdo incluye también un respaldo a la iniciativa del presidente Fox para lograr un acuerdo migratorio con Estados Unidos. Pero esto es paradójico: En lugar de resolver el problema de la pobreza parece que queremos facilitar la emigración de campesinos.

Afortunadamente, el acuerdo incluye algún reconocimiento de la necesidad de tomar medidas que den seguridad a la tenencia de la tierra y aumenten la productividad del campo. Muchas de las medidas que se sugieren, sin embargo, son un simple engaño, como la que plantea ajustar el precio del diesel para uso agrícola: Esto no aumentará la productividad sino que será un simple subsidio encubierto. Otras medidas, en cambio, son sensatas y debieron ser el fundamento del acuerdo, como las que plantean la reconversión de zonas sembradas con maíz, frijol y café a cultivos más rentables.

El acuerdo reconoce la importancia de certificar y regularizar la propiedad de la tierra; pero no da cuenta de que entre las razones importantes de la pobreza del campo sobresalen las restricciones a la venta de tierras ejidales o a la consolidación de granjas para lograr unidades productivas de dimensión competitiva. Por ello no ofrece ninguna medida para resolver este problema fundamental.

En resumen, el acuerdo es un intento ambicioso por resolver algunos de los problemas del campo. Hay en sus 281 resoluciones algunas decisiones importantes y positivas. Pero al no prestarle la suficiente atención a los problemas fundamentales del campo —la falta de productividad, la fragmentación de la tierra, la carencia de derechos cabales de propiedad— no podrá resolver el problema de la pobreza rural de nuestro país.

Estancamiento

La economía estadounidense sólo creció 1.6 por ciento en el primer trimestre del año. Si esperamos que el mercado norteamericano nos rescate en el corto plazo de nuestros problemas, vamos a tener que esperar todavía algún tiempo.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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