“Tienes que entender que estás tratando con una industria floreciente. Hay gente que se gana la vida muy bien vendiéndole al público teorías de conspiraciones”.
Bill Alexander
Más de dos mil libros se han escrito acerca del asesinato de John F. Kennedy ocurrido el 22 de noviembre de 1963, hace 40 años. La abrumadora mayoría de ellos, especialmente los más vendidos, han defendido una u otra teoría de la conspiración. La película JFK de Oliver Stone, basada en dos libros de gran venta, Crossfire (Fuego cruzado) de Jim Marrs y On the Trail of the Assassins (En búsqueda de los asesinos) de Jim Garrison, hizo más que todos estos libros juntos para solidificar la idea popular de que Kennedy fue asesinado por una conspiración.
El problema para el gran público no ha sido, pues, decidir si Kennedy fue asesinado por una conspiración, sino cuál de todas las que se han propuesto era la verdadera. ¿Quién asesinó a Kennedy: el FBI, la CIA, la KGB o alguna otra organización? Ésa parecería ser la única duda.
Sin embargo, un libro hoy ya difícil de encontrar, Case Closed: Lee Harvey Oswald and the Assassination of JFK (Caso cerrado: Lee Harvey Oswald y el asesinato de JFK; Nueva York, Random House, 1993), escrito por un abogado y escritor neoyorquino, Gerald Posner, revisa todas las pruebas disponibles y demuestra más allá de toda duda que Kennedy fue muerto por un asesino solitario: Lee Harvey Oswald. Quizá porque el libro contradice la popular tesis de la conspiración sus ventas fueron relativamente reducidas. Pero William Styron, el renombrado novelista estadounidense, ha escrito sobre él: “No puedo creer que un lector racional terminará el libro de Gerald Posner y mantendrá la idea de que hubo una conspiración en el asesinato de John F. Kennedy o de que el asesinato fue obra más que de la actuación solitaria de Lee Harvey Oswald”.
Posner revisa con impresionante detalle toda la información sobre el caso. Descubre errores de la Comisión Warren —establecida para estudiar las circunstancias del asesinato— que fueron utilizados después por los fanáticos de la conspiración para generar dudas y especulaciones. Entrevista de nuevo a muchos de los testigos y, sobre todo, ofrece un contundente análisis cuadro por cuadro de la famosa película tomada por Abraham Zapruder en el momento del asesinato. Demuestra que se produjeron tres —y sólo tres— disparos en la plaza Dealey de Dallas ese 22 de noviembre a las 12:30 del día y que los tres tiros fueron hechos por Oswald desde el sexto piso del Depósito de Libros de Texto de Texas a un costado de la plaza.
En el libro Posner señala que la Comisión Warren se equivocó al identificar los disparos. Según la comisión el primero y el tercero alcanzaron al presidente Kennedy y el segundo falló. Posner demuestra que el primero (cuadros 158-160 de la película de Zapruder) es el que falla, el segundo (cuadro 220-224) el que atraviesa el cuello de Kennedy y al continuar su trayectoria hiere al gobernador de Texas John Connally y el tercero (cuadro 333) el que le pega directamente en la cabeza al presidente. Esto significa que Oswald tuvo entre 8 y 8.4 segundos para realizar los tres disparos, tiempo más que suficiente para un tirador adiestrado como era él.
La idea, propagada por la película JFK, de que la segunda bala, “la bala mágica”, la “prueba 399” de la Comisión Warren, tuvo que cambiar de dirección para herir a Kennedy y a Connally, cae por tierra con la correcta identificación del momento del disparo. La bala sólo tiene que avanzar en línea recta para alcanzarlos a los dos.
Stone y los fanáticos de la conspiración, sin embargo, nunca se han dejado amedrentar por la realidad. Hay una escena en la película JFK en que un agente coloca el rifle Carcano —propiedad de Oswald y fuente de los tres disparos— en la mano del cadáver de Oswald —tras su asesinato por Jack Ruby— para imprimir ahí una huella digital. Sólo que físicamente habría sido imposible que ello ocurriera. Además la huella de Oswald en el rifle había sido levantada cuando Oswald aún se encontraba vivo.
Hay una extraña necesidad emocional de muchos que les impide aceptar que un magnicidio pueda haber sido cometido por un asesino solitario. Es muy difícil entender que una vida importante pueda ser cegada por un simple loco. En el caso del homicidio de Kennedy, sin embargo, las pruebas examinadas con honestidad son contundentes. Oswald fue un asesino solitario.
Dos o tres
Como en el caso de Mario Aburto, los fanáticos de la conspiración tuvieron que inventar la existencia de dos o tres Oswalds para adaptar los hechos a sus teorías. Cuando se especula no hay límite a lo que se puede inventar.
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