“El vino lava nuestras
inquietudes, enjuga el alma hasta el fondo y, entre otras
virtudes, asegura la curación
de la tristeza”.
Séneca
El gobierno del presidente Vicente Fox está proponiendo una disminución general del IVA del 15 al 10 por ciento, pero eliminando las tasas cero, las exenciones y los tratos especiales. En principio esta medida, de ser aprobada por el Congreso, simplificaría nuestro complejo sistema fiscal y tendría beneficios importantes para la economía nacional. Sin embargo, el mismo gobierno está proponiendo aumentos en otros impuestos que al final niegan el esfuerzo de simplificación y racionalización. Un caso muy concreto lo tenemos en las bebidas alcohólicas. Lejos de permitir que esta industria —que en todas sus ramas le da empleo a más de un millón de mexicanos— se beneficie, como el resto de las actividades productivas del país, de la baja del IVA del 15 al 10 por ciento, el gobierno ha propuesto elevar el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) de forma que eliminaría cualquier avance y dejaría en realidad a la industria en peor situación que la que tiene ahora. Efectivamente, en su propuesta de Reforma Fiscal el gobierno busca un aumento del impuesto especial que se aplica a cervezas y vinos de 25 a 30.7 por ciento. En el caso de las bebidas alcohólicas de alta graduación el alza sería de 50 a 56.8 por ciento. Además las autoridades buscan que a todos estos productos se les aplique el nuevo impuesto de venta y servicios al público del 2 por ciento. Según el gobierno estos ajustes serían fiscalmente neutros: Esto es, no aumentarían la carga impositiva de la industria. Pero la verdad es otra muy distinta. El nuevo impuesto a la venta es especialmente perverso en el caso de la industria de las bebidas porque se piramida sobre el IEPS. En otras palabras, el gobierno cobraría un impuesto sobre otro impuesto. Éste es un trato discriminatorio porque casi ninguna otra industria —la petrolera la paga pero tiene la ventaja del monopolio— debe cubrir el IEPS. Otro elemento nocivo de la propuesta gubernamental sobre las bebidas alcohólicas es el aumento del IEPS en la frontera del país, donde hoy ya se cobra un IVA del 10 por ciento. Ahí la fuerte alza del IEPS no se compensa con ninguna baja de otro impuesto. El resultado sería disparar el precio de las bebidas alcohólicas en la frontera. El problema es que ya en estos momentos esas bebidas, por la carga fiscal, cuestan más en México que en Estados Unidos. Incluso un producto como el tequila es más caro en nuestro país. El nuevo aumento de impuestos sería ahora un golpe brutal adicional a la venta de bebidas alcohólicas del lado mexicano de la frontera. Algunos políticos piensan ingenuamente que el pueblo se beneficia si se le carga la mano en los impuestos a la industria de bebidas alcohólicas. La idea es que “se castiga el vicio” y se reduce el consumo de productos supuestamente nocivos para la salud. Pero para empezar es cuestionable que las bebidas alcohólicas consumidas en moderación sean realmente nocivas para la salud. De hecho, la información disponible sugiere exactamente lo contrario: Que el consumo moderado de bebidas alcohólicas reduce ciertos riesgos a la salud, como los males del corazón (literal y figuradamente).
Por otra parte, la experiencia en estas políticas de castigo a la industria son muy negativas. No se ha conseguido que la gente beba menos, pero sí se ha aumentado el consumo de bebidas adulteradas, las cuales ponen en grave riesgo la salud de los mexicanos.
Nuestros políticos deberían abandonar el negocio de tratar de imponer conductas morales a la población. Deben entender, por otra parte, que en el juego de la economía las políticas poco inteligentes tienen un costo enorme. Y la estrategia que hasta ahora han seguido para cobrar impuestos punitivos a las bebidas alcohólicas ha sido realmente necia. Si se aprueba como está la iniciativa del gobierno las cosas empeorarán. El aumento a los impuestos no va a aumentar la recaudación, porque los gravámenes son ya tan altos que no hay espacio para que el mercado permita otros adicionales. En cambio la nueva carga fiscal sí va a dañar a la industria y afectará la salud de los mexicanos, a los que se seguirá empujando a acudir a un mercado de bebidas adulteradas que se ha hecho grande por la miopía de los políticos.
Legalizar la droga
Es valiente y certero el procurador del Distrito Federal, Bernardo Bátiz, cuando señala que una manera de atacar el narcotráfico sería legalizar de manera gradual el consumo de drogas. La lucha en este campo está condenada actualmente al fracaso, porque mientras haya demanda la prohibición sube los precios y genera incentivos para la distribución de droga.
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