“Aprende a decir que
no en contra de ti mismo”.
Eduardo Mallea
Hace algunas semanas una conocida activista política me pidió firmar un desplegado en apoyo al partido México Posible. Cuando menos quería mi compromiso público de que votaría por sus candidatos plurinominales, aun cuando mantuviera la adhesión a mi partido de preferencia. Yo le respondí que, como periodista, no puedo respaldar públicamente a ningún partido o candidato. Ella me dijo que muchos periodistas e intelectuales habían aceptado ya firmar el desplegado. Pero el argumento no me convenció. Las decisiones éticas son de carácter personal y cada quién debe decidir por sí mismo lo que considere correcto. Yo simplemente pienso, le expliqué, que hay un conflicto de interés entre el periodismo y respaldar públicamente a un partido político. No me importa cuántos colegas tengan una posición distinta. Nunca he firmado ningún desplegado de ningún tipo ni he apoyado públicamente a ningún partido o político.
El desplegado de apoyo a México Posible fue publicado —si no mal recuerdo— con 67 firmas de importantes periodistas e intelectuales. Nadie cuestionó la ética de su decisión. Si acaso el desplegado generó un curioso y risible debate en el mundo periodístico. Algún columnista se adhirió en un artículo al apoyo a México Posible, mientras que otros más ofrecieron sus argumentos de porqué era mejor su tradicional apoyo al PRD. Ningún columnista que yo conozca hizo público su apoyo al PAN, al PRI o a ningún otro partido político.
Me queda claro que el PRD es, por mucho, el partido más popular entre la clase intelectual de nuestro país —o cuando menos de la ciudad de México—, a la cual pertenecen de alguna manera los columnistas de los periódicos. México Posible es un partido que está tratando de arrebatarle este monopolio al PRD. Por eso el desplegado en cuestión generó tanto escándalo en los medios intelectuales de la ciudad de México.
Yo respeto, por supuesto, las posiciones políticas que pueda tener cualquier persona. Sin embargo, me parece un grave error para un periodista mostrar públicamente su respaldo por un partido político o por otro. No es que los periodistas no seamos animales políticos, que lo somos, sin duda y en grado superlativo. Pero si nuestra función en la sociedad es analizar las acciones de los políticos y juzgarlas, simplemente no podemos convertirnos en partidarios de ninguno de ellos. Esto nos hace inevitablemente perder cualquier esperanza de imparcialidad.
Hay una diferencia notable, pero no siempre bien comprendida, entre el activista político y el periodista. La función del primero es promover causas; la del segundo, estudiarlas, desmenuzarlas, explicarlas y, en caso pertinente, cuestionarlas. No importa qué tan positiva parezca ser una causa a primera vista. Las cruzada ecológica o las luchas en contra de regímenes autoritarios caen en la misma clasificación. El periodista conserva mejor su función social si tiene la capacidad no sólo de cuestionar a quienes deterioran la ecología o a quienes ejercen el poder de manera autoritaria, sino también a quienes en su lucha por causas “políticamente correctas” cometen abusos.
Hay quienes rechazan cualquier intento de mantener una distancia entre el periodista y los acontecimientos que éste cubre o comenta. La objetividad es un mito, afirman y por lo tanto es mejor un periodista comprometido con las causas sociales correctas. Pero la arrogancia estriba en pretender que la causa correcta es siempre la que uno defiende. Me queda muy claro que la objetividad es imposible de conseguir, por lo menos como valor absoluto. Pero eso no significa que no podamos tener un periodismo más objetivo. Cualquier lector, televidente o radioescucha puede distinguir entre periodismo y propaganda. Hay ciertas reglas —como considerar los dos lados de un tema o no convertirse en simples portavoces de las posiciones de un gobierno o de un partido político— que ayudan a construir un periodismo objetivo. Para aplicarlas, sin embargo, es importante que los periodistas mantengan una distancia ante los políticos y sus partidos. Si uno ya ha expresado públicamente su adhesión o respaldo a un político o a un partido, ¿con qué cara puede uno echarle en cara después que no ha cumplido?
Acceso a información
Inquietan los obstáculos que el gobierno del Distrito Federal está colocando en la conformación de un Consejo de Información Pública eficaz e independiente. No puede ser realmente progresista un gobierno si no concede un verdadero acceso a la información pública. Este ocho de julio, en medio de la efervescencia electoral, tendrá que constituirse un consejo severamente limitado en recursos y potestades.
Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com