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Jaque mate/El desastre

Sergio Sarmiento

“Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez; la elegancia déjasela

al sastre”.

Albert Einstein

Las primeras y positivas impresiones sobre el paquete presupuestario sometido por el presidente Vicente Fox al Congreso el pasado 6 de noviembre se han desvanecido. No sólo fue realmente desastrosa la manera en que se dio a conocer el paquete, sino que su contenido, una vez sometido a escrutinio crítico, resulta francamente decepcionante.

Las iniciativas fueron sometidas formalmente al Congreso el jueves 6 de noviembre a las 8:20 de la mañana. En ese momento la información sobre el contenido era francamente contradictoria y durante horas las secretarías de Gobernación y Hacienda se echaron mutuamente la responsabilidad de informar sobre el tema.

En la noche el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz y el secretario de Gobernación, Santiago Creel, dieron una confusa conferencia de prensa en la que lo más relevante era una aparente situación de tensión entre ambos. El secretario Gil Díaz tuvo que explicar ahí que una cosa era la propuesta de reforma del IVA sometida al Congreso y otra la Ley de Ingresos y el presupuesto.

Estos últimos daban por hecho que no se aprobaría la reforma del IVA y por lo tanto no incluían los ingresos adicionales que esta modificación podría generar.

Las disminuciones al Impuesto Sobre la Renta que el propio presidente Vicente Fox describió el martes 4 de noviembre en Arizona, y que desde un punto de vista económico son más importantes que el IVA, no se incluyeron en las iniciativas enviadas al Congreso porque, según se dijo, estaban todavía en negociación.

Ya tarde en la noche se colocó finalmente la información de las propuestas presupuestarias en la página de la Subsecretaría de Egresos de Hacienda.

Si el desastre en la manera en que se sometió el paquete al Congreso hubiese quedado ahí, no habría razón para preocuparse: podría considerarse como uno más de los errores de un gobierno que, a tres años de su inicio, sigue teniendo dificultades para entender cómo debe comportarse en el poder. El problema es que lo esencial, los contenidos de las iniciativas, también tienen problemas serios.

Es verdad que el gobierno está proponiendo una disminución de la tasa general del IVA del 15 al 10 por ciento con la eliminación de tasas cero y exenciones, lo cual es una medida sana aun cuando el propio gobierno sabía desde el principio que el PRI y el PRD se negarían a aceptarla. Pero las autoridades acompañaron esta medida con la propuesta de creación de un impuesto de 2 por ciento al precio final de servicios o productos que borraría de un plumazo casi todo el avance de competitividad y simplificación que se pudo haber logrado con la homologación del IVA. El gobierno propone también un aumento a los ya descabellados impuestos especiales (IEPS) que se cobran a productos como las bebidas alcohólicas, los cigarrillos y las gasolinas. Con esto no estamos viendo una simplificación y racionalización del sistema fiscal sino un simple aumento de impuestos.

Al mismo tiempo, la disminución de la tasa del Impuesto Sobre la Renta, indispensable para evitar que siga la sangría de empleos que estamos exportando a China y otros países con menores impuestos, simplemente está ausente de la propuesta gubernamental. El argumento de que la iniciativa no se ha presentado porque se sigue negociando el tema es absurdo: no hay ningún acuerdo tampoco en el IVA y, sin embargo, la reforma de la ley de este gravamen ya está ante el Congreso.

Me dicen que hay una refinada estrategia de negociación detrás de todas estas decisiones. La homologación del IVA, pese a ser importante, era ya una batalla perdida por lo que se ha mandado al Congreso para que los priistas la rechacen y aparezcan ante los ciudadanos como intransigentes. La baja del ISR, mientras tanto, se mantiene bajo el brazo porque puede ser aprobada, por lo que sí es necesario llegar a un buen acuerdo con el PRI.

Si ésa es la estrategia, me parece muy absurda. Me recuerda los refinados argumentos de los funcionarios públicos que en el 2001 presentaron una propuesta de homologación de IVA al 15 por ciento con la idea de que en la negociación posterior la tasa se bajaría a 10. El resultado, sin embargo, fue completamente distinto. Los legisladores simplemente rechazaron toda la propuesta del Ejecutivo y diseñaron un desastroso sistema de impuestos especiales y de lujo que ni recaudaron ni simplificaron. Esperemos que no ocurra lo mismo en este 2003.

Alianza

La política forja extrañas alianzas. Baste ver el acuerdo de Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Bartlett para impedir la inversión privada en electricidad. Al parecer ya se han olvidado los agravios del 88.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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