?Tres veces te engañé: la primera,
por coraje; la segunda, por desprecio;
la tercera, por placer.?
Paquita la del Barrio
Nuestros políticos no sólo están decididos a ser populistas en estos tiempos preelectorales, sino que parecen decididos a serlo sin ningún decoro y sin ninguna limitación.
La semana pasada el Senado de la República, con el voto a favor del PRI y del PRD y la abstención del PAN, tomó la decisión de reducir unilateralmente las tarifas de electricidad en el país. Nadie en el Senado piensa realmente que esta medida, que debe ser aún ratificada por la Cámara de Diputados, pueda aplicarse. En el peor de los casos la vetará el Presidente por una sencilla razón: Los senadores priistas y perredistas no se han preocupado por señalar de dónde saldrán los aproximadamente 12 mil millones de pesos anuales que costaría esta medida. Tampoco se han inquietado los senadores por el hecho de que, incluso con las actuales tarifas, la Comisión Federal de Electricidad perdió dinero el año pasado y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro muestra una impresionante sangría de pérdidas cada año. No les importa porque, más que reducir las tarifas, les interesa presentarse ante los electores como los políticos que quisieron ayudar a los consumidores de electricidad. Pero éste no es el único caso de populismo descarado que estamos viendo entre nuestros políticos.
El jueves pasado tres organizaciones políticas, la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI, El Barzón cercano al PRD y la Unión Nacional de Trabajadores (Unete), también cercana al PRD, llevaron a cabo una serie de manifestaciones para exigir la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el aumento de los ya considerables subsidios que nuestro gobierno otorga al campo. Señalaron los dirigentes de estas movilizaciones que su propósito es lograr que el gobierno de México dedique el ocho por ciento del producto interno bruto (PIB) al subsidio del campo. Es muy fácil inventarse una cifra así. Apenas el año pasado el Congreso de la Unión aprobó una iniciativa que debe obligar al gobierno a dedicar también el ocho por ciento del PIB a la educación pública.
Esto suena muy positivo, hasta que uno empieza a hacer cuentas. Si al ocho por ciento del campo se le suma el ocho por ciento de la educación, el gobierno de la República tendrá que dedicar un 16 por ciento del PIB nada más a estas dos tareas. Pero el problema es que toda la recaudación tributaria es de apenas 11 por ciento del PIB. En otras palabras, aun antes de decidir cuánto dinero hay que gastar en salud, vivienda, justicia, protección al ambiente y tantas otras responsabilidades gubernamentales, ya los políticos populistas rebasaron de manera muy amplia toda la recaudación en impuestos.
Estos mismos políticos, sin embargo, se niegan a hacer una reforma fiscal que aumente la recaudación. Uno podría pensar que los políticos mexicanos son simplemente idiotas. El sistema educativo mexicano es tan malo que quienes llegan al Senado o a la Cámara de Diputados no pueden ni siquiera sumar.
Pero la verdad es mucho más triste. Los políticos populistas saben que están diciendo tonterías. Cuando ellos mismos llegan al ejercicio del gobierno, como ha ocurrido con el PRD en el Distrito Federal, dejan atrás buena parte del discurso demagógico y empiezan a tratar de hacer lo más posible con los recursos disponibles. Pero mientras están en la oposición, no les importa hacer las promesas más absurdas con la idea de ganar votos. De nada sirve, sin embargo, que el presidente Vicente Fox se dé golpes de pecho y se queje de la irresponsabilidad de los populistas. Él mismo, cuando era candidato, se dedicó a hacer promesas incumplibles: Que había que gastar el ocho por ciento del PIB en educación pública; que se podían bajar impuestos, elevar gasto público y eliminar el déficit de presupuesto a un mismo tiempo.
Hoy, desde la Presidencia, Fox es el primero en darse cuenta de lo que es posible y lo que no, por lo que termina utilizando el mismo discurso que Ernesto Zedillo empleaba en contra de las promesas demagógicas. Hay quien dice que el populismo es el destino inevitable de nuestra política. Pero yo me pregunto si no llegará un momento en que los mexicanos se den cuenta de que quienes les prometen a un mismo tiempo bajar tarifas e impuestos y aumentar el gasto público simplemente los están engañando.
La República
Se cumple hoy el 72o aniversario del nacimiento de la Segunda República Española (1931-1939). Y sus lecciones siguen estando presentes. La división entre los republicanos, y el radicalismo de algunos grupos, llevó a la guerra civil y a una dictadura de 36 años. No repitamos esos errores en México.
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