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Jaque mate/El izquierdista

Sergio Sarmiento

“Ser de la izquierda es, como ser de la

derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas son, en efecto, formas de la

hemiplejia moral”.

José Ortega y Gasset

Hace algunos meses, cuando Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia del Brasil, señalé en estas páginas que el futuro de ese país dependía de qué tipo de izquierdista fuera realmente el nuevo presidente. Si asumía posiciones populistas y de desprecio al mercado, como las de Hugo Chávez en Venezuela o Fidel Castro en Cuba, Brasil enfrentaría problemas económicos enormes. Pero si optaba por un izquierdismo moderno, como el que impulsó Felipe González en España y que ahora mantiene Ricardo Lagos en Chile, las consecuencias serían positivas.

Todo parece indicar que Lula ha tomado el camino del socialismo moderno, del que cree y entiende el mercado, del que busca generar riqueza antes de redistribuirla. Pero al tomar decisiones que contradicen sus viejas posturas políticas, ha provocado un enfrentamiento con los grupos más radicales de su propio Partido de los Trabajadores (PT).

Ayer la coordinación del PT en la Cámara de Diputados del Brasil tomó la decisión de sancionar a sus legisladores Joao Fontes y Luciana Genro por haber divulgado el video de un viejo discurso de Lula en el que éste se oponía a una reforma en el sistema de pensiones de su país. Es paradójico que el PT castigue a sus diputados por difundir el video de un discurso público de 1987, pero esto revela el interés del nuevo Lula por ocultar las contradicciones entre sus viejas posiciones radicales y las medidas que hoy debe tomar como presidente.

La verdad es que cualquier presidente de Brasil, sea de derecha o de izquierda, está obligado a modificar el sistema de pensiones del país. De no ser así la economía acabará descarrilándose. El problema es que Lula se opuso en el pasado a la reforma sobre este tema que impulsaba el ex presidente socialdemócrata Fernando Enrique Cardoso. Y Lula no quiere que los ciudadanos brasileños se den cuenta de que las reformas que él está tratando de aplicar ahora no son muy diferentes de las de la odiada “derecha neoliberal”.

Las reformas económicas que necesita Brasil son en realidad muy claras. Es indispensable transformar el sistema tradicional de pensiones y construir uno que pueda sostenerse en el largo plazo, ya sea reduciendo beneficios o creando cuentas individualizadas como en México o Chile. También lo es una reforma laboral, que elimine la rigidez en contrataciones y despidos que favorece a quienes ya tienen trabajo pero obstaculiza la creación de nuevos empleos. Brasil requiere también una reforma fiscal, no para aumentar la recaudación, que ya es la más alta de Latinoamérica, sino para hacer el sistema más justo y sencillo y para favorecer la inversión productiva.

Todas estas propuestas que han surgido en el gabinete de Lula son sensatas. Pero no podemos olvidar que son las mismas que promovía el ex presidente Cardoso y que no pudieron concretarse por oposición de la izquierda y los populistas.

Me imagino que lo que está pasando hoy en Brasil podría ocurrir también en nuestro país con un gobierno de izquierda. El PRD tiene una gran oportunidad de ganar las elecciones del 2006 en México si postula como candidato presidencial al popular Andrés Manuel López Obrador. Éste, que se caracterizó por su discurso radical en años anteriores, ha llevado a cabo en la ciudad de México un gobierno de razonables equilibrios. Como Lula, López Obrador ha entendido que una cosa es el discurso izquierdista desde la oposición y otra el manejo de una economía compleja. Esto no significa, por supuesto, que hayan terminado las diferencias entre la izquierda y la derecha. Cuando uno contrasta la actuación del actual presidente de gobierno español, José María Aznar, con la de su predecesor Felipe González, queda muy claro que sigue habiendo una izquierda y una derecha en la política. Pero hay ciertas medidas que se deben tomar no porque sean de izquierda o de derecha sino porque así funciona la economía. Tener finanzas públicas sanas, así como leyes laborales y fiscales que promuevan en lugar de castigar la inversión, son medidas que no se pueden evitar en gobiernos ni de izquierda ni de derecha.. esto, si los gobernantes quieren verdaderamente construir un país más próspero.

Papeles cambiados

Ahora le toca a Andrés Manuel López Obrador ser el gobernante de la ciudad de México que se enfrenta a manifestaciones políticas que solamente buscan desquiciar su gobierno. Pero en 1995 López Obrador estaba del otro lado: Él era el que encabezaba las manifestaciones políticas que buscaban desquiciar al gobierno de la capital.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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