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Jaque mate/Elecciones 2003

Sergio Sarmiento

“Si hay victoria en vencer al enemigo,

la hay mayor cuando el hombre

se vence a sí mismo”.

José de San Martín

El PRI es el ganador real de las elecciones de este seis de julio. Por una parte ha ratificado y ampliado su posición como el mayor partido en la Cámara de Diputados federal. Además, en Nuevo León no sólo ha recuperado el gobierno que desde 1997 estaba en manos del PAN sino que lo ha hecho de manera aplastante. En Sonora ha conseguido por amplio margen un triunfo que hace algunas semanas se puso en duda. Ha mantenido, además, el control sobre Campeche y Colima. Paradójicamente, sin embargo, en el Distrito Federal ha quedado relegado a un papel muy menor. El PAN, en cambio, es el gran perdedor de los comicios. Es verdad que conquista por primera vez el gobierno de San Luis Potosí y mantiene el de Querétaro, pero pierde Nuevo León y falla en su intento por conseguir Sonora. Además sufre un golpe importante en la competencia por diputados federales.

El PRD barre en el Distrito Federal al conquistar 14 de 16 delegaciones y recuperar la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa. Avanza también nacionalmente, pero no recupera el nivel que tuvo en 1997.

Los partidos pequeños que sobreviven a nivel federal son el Verde, el del Trabajo y Convergencia Democrática. Desaparecen -al parecer- México Posible, Fuerza Ciudadana, el Partido Liberal Mexicano, el Partido de la Sociedad Nacionalista y el PAS.

Uno de los puntos notables de estos resultados es que las encuestas previas de opinión -por lo menos las más serias- adelantaron buena parte de estos resultados. Cada vez es más claro que México es un país como todos los demás. Es simplemente falsa la afirmación de que los mexicanos mienten en las encuestas electorales.

El PRI, que obtuvo el 36 por ciento de los votos para la Cámara de Diputados en el 2000, ha conseguido ahora cerca del 40 por ciento (aunque en alianza en 97 distritos con el Partido Verde). Dada la caída del PAN, la escasa mayoría en escaños que tenía el PRI se ampliará de manera significativa. La reconquista de Nuevo León tiene un enorme valor por la importancia económica del estado, pero también porque, como ya ocurrió en Chihuahua en 1998, demuestra la capacidad del PRI de recuperar una entidad perdida anteriormente.

El PAN no sólo no ha podido quitarle el freno al cambio sino que los electores le han mandado un mensaje de insatisfacción tanto al PAN como al presidente Vicente Fox. Todavía a fines del año pasado los dirigentes panistas se mostraban confiados de que su partido pudiera obtener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. En lugar de eso los electores han hecho renacer al PRI. En la elección del 2000 el PAN (en alianza con el Partido Verde) consiguió el 38 por ciento de los votos. Ahora (sin los verdes) los panistas deben conformarse con sólo el 31 por ciento. La captura de San Luis Potosí y la conservación de Querétaro tienen sin duda valor político, pero éste no se compara con el costo de las derrotas de Nuevo León y de Sonora.

El PRD ha vivido sin duda una gran paradoja en los comicios del seis de julio. Su triunfo en el Distrito Federal ha sido aplastante. A nivel nacional el partido se ha acercado al 20 por ciento que se había fijado a sí mismo como meta. Pero esta cifra se encuentra lejana al 25 por ciento que el partido obtuvo en 1997. En muchos estados, de hecho, el PRD no tiene ninguna presencia. El caso más extremo es Nuevo León, donde el PRD apenas consiguió el uno por ciento de la votación.

Para el presidente Fox las lecciones de la elección son muy evidentes. La idea de quitarle el freno al cambio ha resultado un fracaso. El Presidente no podrá argumentar que tiene un mandato de los electores para impulsar su agenda política. Por el contrario, los electores le han comunicado, de hecho, su insatisfacción con la actual situación del país. El gran problema es que, con la nueva conformación del Congreso, le será más difícil que nunca al Presidente el lograr los acuerdos necesarios para impulsar las reformas que él ha venido defendiendo en todos los foros. Y si no logra estos acuerdos, bien podríamos decir que el sexenio del cambio ha concluido tres años antes de su terminación formal.

Viejos vicios

Los violentos ataques para impedir el ejercicio del voto en San Salvador Atenco, estado de México y en las zonas zapatistas de Chiapas, nos recuerdan la persistencia de prácticas antidemocráticas en nuestro país. Ninguna autoridad preventiva quiso intervenir para evitar esta violación de los derechos democráticos de los ciudadanos afectados. Habrá que ver si ahora las autoridades judiciales tienen el valor para actuar penalmente contra quienes abiertamente violaron la ley.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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