“No hay peor crimen que la pobreza.”
George Farquhar
Este domingo, Jorge Castañeda, secretario de relaciones exteriores, les dijo a los miembros de la Confederación Nacional Campesina, un organismo priista, que no se puede renegociar el Tratado de Libre Comercio. Añadió, sin embargo, que la CNC debe apoyarlo a él en sus esfuerzos por lograr un acuerdo migratorio con Estados Unidos: “Juntos, la cancillería y la CNC, podemos hacer la diferencia.”
El acuerdo migratorio, por supuesto, sería positivo para México y para la economía estadounidense. Pero el énfasis de nuestra política no debería ser buscar mayores facilidades para que los mexicanos puedan ir a trabajar a la Unión Americana, sino generar más empleos y mejor pagados en nuestro país.
Armando Cortez, un trabajador mexicano con residencia en Estados Unidos, lo explicaba hace unos días en una entrevista para Clara Ramírez del periódico Reforma: “Claro que yo adoro México como el país que es de nosotros; pero como para vivir, no.” Un mexicano puede sentir amor por México, y nostalgia cuando se encuentra fuera del país; pero si puede quedarse a trabajar en Estados Unidos, escogerá hacerlo la enorme mayoría de las veces.
Las cosas podrían ser de otra manera. México tiene todas las condiciones, todos los recursos, para convertirse en un país próspero. Cuenta con un enorme territorio, con una gran diversidad de climas y con abundantes riquezas minerales. Posee 11,000 kilómetros de costas que ofrecen salidas al océano Pacífico y el Atlántico, lo cual le permite comerciar fácilmente con Asia, Europa y toda América. Sus 3,800 kilómetros de frontera con Estados Unidos le ofrecen acceso al mayor mercado del mundo. Es difícil encontrar un país en el mundo que tenga tantas condiciones para darle prosperidad a su gente.
Pero nosotros mismos hemos cerrado las puertas a la prosperidad. Lo hemos hecho al fragmentar la tierra en ejidos y minifundios que no tienen posibilidad de volverse productivos; al desperdiciar los recursos gubernamentales en grandes burocracias; al obstaculizar la inversión; al endeudar inmisericordemente al país. Estas políticas han empobrecido a México y han empujado a millones de compatriotas a ganarse la vida en un país ajeno, por el que quizá no sienten adoración, pero en el que no se han puesto tantos obstáculos a la edificación de la prosperidad y en el que, por tanto, los trabajadores mexicanos pueden encontrar un nivel de vida más digno. Me parece correcto que Castañeda haya dedicado una parte tan importante de su esfuerzo como canciller para promover un acuerdo migratorio con Estados Unidos. Ése es el instrumento que tiene al alcance de la mano, y el cual puede permitirle a millones de mexicanos alcanzar un mejor nivel de vida. Pero como país nuestro esfuerzo debería enfocarse hacia otro objetivo completamente distinto: darle a los mexicanos un mejor nivel de vida aquí, en nuestro propio país. Repudiar o renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en nada nos ayudaría. Si bien no es perfecto, el TLC ha sido en los últimos años uno de los pocos instrumentos que han permitido la generación de empleos en nuestro país. Gracias a él, nuestro tradicional déficit comercial con Estados Unidos se ha convertido en un superávit de 37,000 millones de dólares el año pasado. Las mayores importaciones han permitido que los consumidores mexicanos tengamos acceso a mejores productos con un precio más bajo. La inversión productiva se ha multiplicado. Por eso otras naciones están haciendo esfuerzos para lograr tratados de libre comercio con la Unión Americana. Chile, país gobernado por un socialista, Ricardo Lagos, está a punto de hacerlo, mientras que en México hay quienes hablan de repudiar el tratado que ya tenemos.
Pero la transformación de nuestro México tiene que ser mucho más profunda. El libre comercio es solo un paso y para tener éxito en él se necesita que eliminemos los innumerables obstáculos que persisten en México para la inversión productiva. Sólo podremos mejorar nuestro nivel de vida, e impedir que nuestros trabajadores tengan que emigrar a Estados Unidos, incrementando la productividad de nuestro país.
Qué bueno que el secretario Castañeda esté empeñado en un acuerdo que permita que los mexicanos puedan obtener empleo al norte de la frontera. Pero mucho mejor sería que pudiéramos darles a nuestros compatriotas los empleos que necesitan aquí en nuestro país.
Israel
Veinticinco muertos, entre ellos dos terroristas, es el saldo del nuevo atentado de este domingo en Tel Aviv, Israel. Las represalias israelíes no impedirán que haya nuevos actos terroristas. Los israelíes deben entender que nunca vivirán en paz mientras no logren un acuerdo con los palestinos.