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Jaque Mate/Encuestas

Sergio Sarmiento

“Prohibido prohibir”.

Frase del movimiento estudiantil

de 1968 en París

Este pasado viernes, último día en el que legalmente se podían difundir encuestas previas a las elecciones del seis de julio, el PAN publicó un desplegado periodístico en el que señalaba: “Las encuestas más recientes ratifican la ventaja de Acción Nacional”.Ahí el PAN citaba una encuesta de la empresa Arcop que le daba la ventaja en los pronósticos para los comicios para diputados federales (aunque omitía aclarar que dicha empresa trabaja para el propio partido político). Ofrecía también las cifras de una encuesta de GEA que colocaba al PAN adelante en la intención del voto y otra de Alduncin y Asociados para El Universal que preveía un empate entre PAN y PRI.

Era conspicua, sin embargo, la ausencia en el desplegado de la última encuesta del periódico Reforma, la cual le daba la ventaja al PRI.

La publicación del desplegado confirma una vez más la convicción de los dirigentes de los partidos políticos de que les conviene que las encuestas los coloquen adelante. Por eso hemos visto con tanta frecuencia guerras de encuestas. En esa creencia se basa también la prohibición legal vigente que impide dar a conocer resultados de encuestas los ocho días previos a la elección. Pero la verdad es que no hay ninguna prueba de que una encuesta favorable pueda generar una ventaja para un partido o para un candidato en el momento de la elección.

La razón por la cual se falsean las encuestas, o se prohíbe su divulgación en los últimos días de campaña, es la convicción de los políticos de que los electores tienden a votar por un candidato que se percibe como triunfador. “Nadie quiere estar con un perdedor” me decía hace años un experimentado operador político.

La experiencia, sin embargo, no avala esta visión. Una de las tácticas del equipo de campaña de Francisco Labastida al final de la campaña del 2000 fue enfatizar, en una serie de desplegados de prensa, cuántas encuestas le daban la ventaja al candidato priista frente al panista Vicente Fox. Y si bien había en el grupo de encuestas citadas algunas poco serias, la verdad es que la mayoría de los estudios realizados por empresas de sólida reputación en los meses previos a la votación pronosticaban que Labastida le ganaría la batalla a Fox. No obstante, cuando llegó el día del sufragio, Fox no sólo ganó sino que lo hizo por un margen sorprendentemente holgado.

Algunos analistas argumentan que las encuestas pueden tener el resultado contrario al que tradicionalmente se les atribuía. Cuando los votantes piensan, influidos por las encuestas, que su candidato ya tiene ganada una elección, tienden a quedarse en casa en lugar de salir a votar y pueden por lo tanto provocar su derrota. Por el contrario, los simpatizantes de un candidato que se percibe como perdedor se autoimponen la obligación de salir a votar porque saben que cada sufragio cuenta en una causa considerada como perdida. Con ese esfuerzo pueden transformar una derrota en victoria.

Esta explicación tiene lógica. Y de ser cierta, el PAN estaría cometiendo el mismo error que los priistas en el 2000: perder votos por presentar a sus candidatos como seguros ganadores en las encuestas. Pero la verdad es que tampoco esta reacción está comprobada. No hay, en realidad, estudios serios sobre cómo las encuestas influyen en el voto de las personas.

Es muy posible, de hecho, que las encuestas, al generar reacciones distintas en personas diversas, terminen por no influir de manera significativa en el resultado de una elección. Si esto es así, sería absurda la prohibición vigente de difundir encuestas en la última semana de la elección, la cual se impone a la sociedad en franca violación a las garantías de libertad de expresión y de derecho a la información.

La sociedad debe rechazar toda violación a la libertad de expresión y al derecho a la información. Las únicas excepciones deben ser aquéllas en que se violan derechos legítimos de terceros, como el de tener una elección justa. Si hubiera cuando menos alguna comprobación empírica de que las encuestas influyen positiva o negativamente en el voto habría quizá un fundamento para empezar a discutir la posibilidad de prohibir la difusión de encuestas en algún periodo determinado. Pero con la falta de información que hay, esta prohibición se convierte simplemente en una grosera violación del derechos de los ciudadanos de informar y de informarse.

Del extranjero

Es muy serio que la PGR haya señalado que sí hubo dinero del extranjero en la campaña de Vicente Fox. Esto es una violación a un artículo constitucional, la cual podría castigarse incluso con la cancelación del registro del PAN como partido político.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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