?No preguntes qué puede hacer
por ti tu país sino lo que tú
puedes hacer por tu país?.
John F. Kennedy
A 40 años de su asesinato, la personalidad de John F. Kennedy no ha perdido lustre. El atractivo del presidente más joven en la historia de los Estados Unidos y uno que llegó a tener niveles de aprobación de más del 80 por ciento, no se ha desvanecido con el tiempo. Kennedy sigue siendo uno de los presidentes más admirados por los estadounidenses.
Kennedy fue, sin embargo, un hombre mucho más complejo de lo que nos dice su leyenda. An Unfinished Life (Little Brown) la excelente biografía de Robert Dallek publicada en este 2003, nos muestra a un personaje contradictorio y al mismo tiempo fascinante.La vida de Kennedy se vio siempre influida por la riqueza de su padre, Joseph, quien acumuló una enorme fortuna en unos cuantos años en el contrabando de bebidas alcohólicas, la banca y otros negocios. El exitoso empresario quería que alguno de sus hijos alcanzara la presidencia de los Estados Unidos. A quien preparó para ello fue a Joe, su hijo mayor, quien sin embargo murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial. Este hecho dejó la responsabilidad en manos de John, un chico tímido y de frágil salud.
John ingresó a la Armada estadounidense por influencia de su padre, ya que sus enfermedades se lo habrían impedido de otra manera. Sirvió con distinción y valor en el Pacífico. Después de la guerra realizó una breve carrera como periodista e intelectual; para ello lo apoyó su padre, quien también financió y apoyó su carrera política.
Hoy se ve a Kennedy como un liberal. En un principio, sin embargo, sus posiciones eran más bien conservadoras. Apoyó, o por lo menos se negó a cuestionar, al senador Joe McCarthy -amigo de su padre- por sus famosas cacerías de ?comunistas? durante los años cincuenta. Sus votos en la Cámara de Representantes y en el Senado fueron moderados.
La presidencia de los Estados Unidos la consiguió Kennedy a los 44 años de edad, en parte por el respaldo financiero de su padre, pero también por su atractivo personal y manejo de los medios de comunicación. Su gobierno, de apenas mil días, fue una lucha constante por imponer su voluntad ante los grupos de poder de su país. Kennedy permitió a regañadientes que un grupo de cubanos exiliados llevara a cabo el fracasado intento de invasión de Cuba en bahía de Cochinos y después se negó a apoyar militarmente esta fuerza invasora. Defendió la independencia de Berlín, aunque indirectamente provocó la construcción del muro que aisló a esta ciudad. Aceptó involucrar a Estados Unidos en Vietnam, pese a no estar convencido de que era la mejor política. Su mejor momento tuvo lugar en octubre de 1962, cuando obligó a la Unión Soviética a retirar unos misiles nucleares instalados en Cuba.
Kennedy podía ser brutal con quienes discrepaban con él. Cuando las empresas siderúrgicas estadounidenses elevaron el precio del acero en contra de la voluntad del presidente, Kennedy hostigó a sus ejecutivos con auditorías fiscales e investigaciones por parte del FBI. Sus esfuerzos por limitar una libertad de prensa que consideraba nociva lo llevaron a los límites de la censura.
La biografía de Dallek nos revela a un Kennedy mucho más enfermo de lo que sabíamos. El presidente vivía agobiado por el dolor sometido a tratamientos constantes y a medicamentos en enormes cantidades. Si esta información se hubiera hecho pública, Kennedy nunca habría sido electo presidente.
De igual manera, sus aventuras amorosas habrían hecho sonrojar al propio Bill Clinton. Kennedy afirmaba necesitar a una mujer nueva cada tercer día. En la piscina de la Casa Blanca, a poca distancia de donde su joven esposa Jacqueline mantenía pie de casa con dos hijos pequeños, él participaba en orgías con prostitutas.
Kennedy nunca logró que sus principales iniciativas legislativas fueran aprobadas por el Congreso. Quedaron en comisiones una propuesta de recorte de las altas tasas de impuestos de su país y una ley de derechos civiles que le daría a los negros del sur derechos cabales como ciudadanos. Sería Lyndon B. Johnson quien lograría la aprobación de muchas de sus iniciativas.
A pesar de este desempeño tan desigual, Kennedy mantuvo siempre una enorme popularidad. Su muerte violenta, el 22 de noviembre de 1963, lo convirtió en un mártir. Y le ahorró quizá que sus defectos se convirtieran en tema de campaña en 1964.
Asesino solitario
¿Quién mató a Kennedy? La especulación y los medios de comunicación han inventado complejas teorías conspiratorias. Case Closed, el mejor libro sobre el tema, del abogado Gerald Posner, demuestra de manera contundente que el único asesino fue un joven desquiciado llamado Lee Harvey Oswald.
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