“Algún día tengo que morir...
Quiero que la gente diga:
‘Celia Cruz ha muerto,
pero aquí hay alguien
que puede tomar su lugar”.
Celia Cruz al New York Times
Celia Cruz fue más que una cantante popular. Durante décadas se convirtió en punto de referencia para la música latina. Su muerte, ocurrida apenas unos días después de la del sonero Compay Segundo, señala el fin de una época.
Con motivo de su muerte, mucho se ha escrito que Celia Cruz era la “Reina de la salsa”. Y lo fue, quizá, en una época, pero fue también mucho más que eso. De alguna manera ella es el puente entre los viejos estilos de la música tropical y las nuevas expresiones que habrían de conocerse como salsa.
Celia Cruz se inició en el mundo de la música mucho antes de que el término “salsa” se inventara en los barrios latinos del Nueva York de los años setenta para describir una música de corazón tropical pero con instrumentaciones de jazz. Si bien su padre la impulsó a ser maestra, una “profesión decente”, ella se sintió siempre atraída por la música y logró su primer momento de atención al ganar un concurso para aficionados en 1947. Decidida a mejorar sus conocimientos musicales, tomó clases en el Conservatorio Nacional de Música de La Habana. En 1950 fue contratada como cantante principal, en reemplazo de la popular Myrta Silva, de la Sonora Matancera que era ya una de las bandas de música tropical más populares de Cuba. Con este grupo alcanzó su primera época de fama con piezas como “Tu voz” de Ramón Cabrera, “Yerbero” de Néstor y Mili y “Burundanga”. En esos primeros tiempos Celia Cruz cantaba fundamentalmente guarachas, piezas con instrumentación tropical distintas a los sones que se servían de instrumentos más tradicionales. Durante años, de hecho, se le conoció como la “guarachera de oriente”.
En 1960 el triunfo de la revolución de Fidel Castro la empujó a ella y al resto de la Sonora Matancera a salir de Cuba. Los primeros años residieron en México, después de lo cual partieron a los Estados Unidos. Para la década de 1970, sin embargo, el tipo de música tropical que tocaba la Sonora Matancera perdía popularidad con rapidez.
Al contrario de otros músicos de su generación, Celia Cruz entendió la necesidad de evolucionar. En los años setenta empezó a trabajar con Tito Puente, el virtuoso de los timbales que no se dejaba limitar por las reglas tradicionales del mambo, la guaracha o el son y cuyos experimentos fueron abriendo el paso a la salsa. Con el tiempo colaboraría también con músicos más jóvenes, como Johnny Pacheco y Willy Colón. Para fines de los años setenta Cruz era ya una consumada cantante de salsa y no pasó mucho tiempo para que la guarachera de oriente se convirtiera en la “Reina de la salsa”.
A fines de los noventa su pieza “Carnaval”, una salsa que preserva un tono de guaracha, se convirtió en el mayor éxito de ventas en la historia de la cantante.
Celia Cruz siguió produciendo discos casi hasta el final de su vida. En el 2000 ofreció Siempre viviré con producción de Emilio Estefan. En el 2001 grabó La negra tiene tumbao. Algunas de las notas necrológicas que surgieron inmediatamente después de su fallecimiento señalaban que había producido 60 discos. Otras hablaban de un centenar. La verdad es que nadie parece tener la cifra exacta. De lo que no hay duda es de que fue una mujer que trabajaba infatigablemente y que hizo de la música una verdadera pasión de vida.
La duración de la popularidad de Celia Cruz es realmente impresionante. Es muy difícil encontrar a un artista que se haya mantenido en los primeros niveles de popularidad internacional a lo largo de casi seis décadas. El único ejemplo que se le aproxima es el de Frank Sinatra. Los Beatles tienen apenas cuatro décadas de popularidad.
Pero la razón por la cual Celia Cruz pudo mantenerse durante tanto tiempo en la mente de los entusiastas de la música tropical fue por su capacidad para transformarse y adaptar las nuevas formas de expresión. Entre “El yerbero” y “La negra tiene tumbao” hay un mundo de distancia, unido por la sensibilidad de una mujer que entendió que la música es un lenguaje universal que debe cambiar constantemente para mantenerse vigente.
Cuando salí de Cuba
Celia Cruz nunca regresó a Cuba tras dejar el país en julio de 1960. Para las autoridades cubanas, era un ejemplo despreciable de “gusana”. La cantante no ocultaba tampoco su odio por el régimen de Fidel Castro. Las muertes tan cercanas de Compay Segundo, protegido por el gobierno cubano por lo menos al final de su vida y de Celia Cruz se convierten así en banderas de una música de la misma raíz separada por dos ideologías. Lo interesante es que ellos mismos se admiraban sin problemas.
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