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Jaque mate/Lo no arreglable

Sergio Sarmiento

“No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino”.

Shakespeare

En diciembre del año pasado Jorge Castañeda dejó la Secretaría de Relaciones Exteriores porque, dijo, ya había terminado ahí de arreglar todo lo arreglable. Era llegado el momento de buscar nuevos campos de batalla: de unirse a la “sociedad civil” para transformar el país. Al parecer no se dio cuenta, sin embargo, de que había dejado un pequeño detalle sin arreglar.

Le toca así ahora a su sucesor, Luis Ernesto Derbez, resolver un complejo dilema provocado por el ingreso de México en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que Castañeda promovió con tanto ahínco. Cualquiera que sea su sentido, el voto que pueda ejercer nuestro país en el tema de la guerra contra Iraq tendrá repercusiones muy importantes.

La enorme mayoría de los mexicanos está en contra de la guerra contra Iraq: el 95 por ciento así lo indicó en una encuesta telefónica nacional realizada por TV Azteca el pasado 19 de febrero. Si se centra la pregunta concretamente en el voto de México en las Naciones Unidas, el 86 por ciento responde que desea que México vote en contra de un ataque a Iraq.

Si a pesar de esta actitud abrumadora de los mexicanos el gobierno de Fox apoya una resolución de guerra, las consecuencias electorales el próximo seis de julio podrían ser muy importantes. El PRI y el PRD no dejarían de acusar al “gobierno del cambio” de haber cedido ante las presiones de George W. Bush y de José María Aznar.

Por el contrario, si México vota en contra del ataque, o si cuestiona Estados Unidos y Gran Bretaña por un ataque realizado al margen de un mandato del Consejo de Seguridad, habría sin duda represalias por parte de Estados Unidos, país que ha dejado en claro que, en este tema, quienes no son sus amigos son sus enemigos.

Una abstención no le ayudaría en nada al gobierno de Vicente Fox. Sería considerada como una cobardía por las dos partes y provocaría las mismas reacciones negativas de un voto a favor o uno en contra... sólo que aunadas.

Este tipo de debates se presta a desplantes patrioteros que pueden ser suicidas. El pasado 20 de febrero escuchaba en el noticiario radiofónico de José Cárdenas una nota en la que el senador priista Joel Ayala, dirigente nacional de los burócratas, decía que México debe rechazar la guerra sin importar la reacción de los Estados Unidos. El TLC, según Ayala, no nos ha traído sino problemas, por ejemplo, en el atún y en el transporte camionero, por lo que poco importaría ponerlo en riesgo.

Quizá el senador no se ha dado cuenta de que, solamente el año pasado, México obtuvo un superávit comercial de 37 mil millones de dólares con Estados Unidos en buena medida por el TLC, de que problemas como el del atún son previos al TLC o de que la disputa sobre los camiones sólo puede resolverse con los instrumentos del TLC.

Derbez, quien ha entrado al quite en la Cancillería en un momento crucial en el que supuestamente ya no había nada que hacer, ha promovido una política conciliadora para reducir el daño por nuestra participación en el Consejo de Seguridad. Su estrategia tiene dos elementos: por una parte una exigencia a que Iraq se desarme, como lo pidió unánimemente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en su resolución 1441 del año pasado, y por la otra una búsqueda de que este desarme se realice de manera pacífica. Esto quiere decir que México no avalaría una intervención militar a menos de que quedara claro que Iraq tiene armas y no las destruye o que se niega a colaborar de manera suficiente con los inspectores de las Naciones Unidas.

A México le conviene que el Consejo de Seguridad tome una decisión unánime, como lo fue la resolución 1441, y por eso está tratando de servir de puente entre las posiciones enfrentadas de Estados Unidos y Francia.

El problema más serio para México tendrá lugar si Estados Unidos desiste del intento de lograr un acuerdo unánime en el Consejo y busca una resolución simplemente mayoritaria que no sea bloqueada por ninguno de los miembros permanentes con derecho a veto. En ese caso cada voto contará y sin duda Estados Unidos encontrará maneras de hacer sentir su enojo a aquellos que lo traicionen en el momento de la verdad.

Consejo de Seguridad

De los 15 miembros del Consejo de Seguridad, sólo cuatro están decididos ya por la guerra: Estados Unidos y Gran Bretaña (permanentes), Bulgaria y España. Opuestos al ataque están Francia, Rusia y China (permanentes), Alemania y Siria. La resolución definitiva, que requiere nueve votos a favor y ningún veto de un miembro permanente, la decidirían por lo tanto Angola, Guinea, Camerún, Chile, Pakistán y México. La presión será enorme y, la verdad, es que no hay dónde esconderse.

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