EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Jaque mate/No sorprende

Sergio Sarmiento

“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable.”

George Orwell

No me sorprende que el 32 por ciento de los encuestados diga que los problemas del campo en México son consecuencia de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Eso es lo políticamente correcto. Poco importa que la verdad sea exactamente la contraria. Qué importa que las exportaciones agroalimentarias mexicanas a Estados Unidos hayan aumentado de manera espectacular. A quién le interesan los hechos cuando en política las verdades se construyen a fuerza de mentiras repetidas.

No me sorprende que en el libro Historia de México: un enfoque analítico, adoptado hasta este pasado fin de semana por la SEP como libro oficial de texto para secundaria, la autora Claudia Sierra Campuzano señale que el movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional fue consecuencia de la grave situación en el país como consecuencia de las devaluaciones, fuga de capitales y quiebre de industrias por la apertura al libre comercio. Es lo políticamente correcto. Poco importa que sea falso. El movimiento zapatista surgió supuestamente en protesta por el Tratado de Libre Comercio, pero antes de que éste entrara en vigor. La difícil situación económica del país y los quiebres de empresas habían tenido lugar por la mala política económica gubernamental y por la falta de inversión, pero no por el libre comercio. El TLC, de hecho, promovió la inversión y creó los empleos que durante años no se habían generado en nuestro país.

No me sorprende que muchos de los campesinos que llegaron a la ciudad de México el 31 de enero a protestar en contra del Tratado de Libre Comercio sean los beneficiarios de este acuerdo. Los pocos empleos que se han creado en el campo en los últimos años han sido generados por la exportación a Estados Unidos, especialmente de frutas y hortalizas. Estos campesinos no se dan cuenta de que, si se logra la demanda que sus líderes han puesto en sus labios, la renegociación o cancelación del TLC, perderían su fuente de ingresos y tendrían que regresar al cultivo de subsistencia del maíz.

No me sorprende que los campesinos verdaderos reunidos el 31 de enero en la ciudad de México hayan sido en realidad muy pocos. La mayor parte de los manifestantes eran citadinos. Estaban ahí los grupos de siempre: el Frente Popular Francisco Villa, los maestros de Chapingo, los telefonistas de Francisco Hernández Juárez, los políticos del PRD (siempre a título personal), los “estudiantes” del CGH, los Alfonso Ramírez Cuellar y los otros líderes siempre dispuestos a asumir como propia una causa que pueda convertirse en trampolín político. No me sorprende que muchos de los manifestantes no hayan sabido siquiera qué es el Tratado de Libre Comercio en contra del cual protestaban.

Es muy fácil convencer a la gente que la culpa de toda miseria es de los gringos. El discurso de los políticos de hoy, incuso de los que se dicen de oposición, no se distingue en eso del que tenían los políticos de antaño desde el poder. Lo importante para ellos es buscar un enemigo fácil a quien culpar por la pobreza que ellos mismos han creado. No me sorprendió ver los cientos de autobuses en que los manifestantes llegaron a la ciudad de México. Los verdaderos campesinos, por supuesto, no cuentan con los recursos para fletar esos vehículos. Alguien puso el dinero.

Y no habría que rascar mucho para encontrar dinero de los contribuyentes, a través de los presupuestos de gobiernos estatales o de las prerrogativas de los partidos políticos, en el alquiler de esta gran flotilla. No me sorprende que subsista el problema de la miseria del campo. Y es que, mientras se organizan manifestaciones contra molinos de viento, nadie ataca las causas reales de esa pobreza. El problema no es el TLC sino la excesiva fragmentación de la tierra, la persistencia del ejido, la falta de derechos de propiedad, la imposibilidad de que la banca le otorgue créditos al campo, la perversión de instituciones como Banrural que en lugar de darle recursos al campo los entregan a la burocracia y la falta de inversión.

No me sorprende que, pese a la persistencia de la pobreza en el campo, los líderes del corporativismo mexicano se froten las manos tras las manifestaciones del 31 de enero. Después de todo, a ellos no les interesa la pobreza del campo, sino obtener posiciones para los comicios del próximo seis de julio. Y ese papel sí lo cumplieron las manifestaciones del 31 de enero.

Votar con los pies

Si es tan malo el libre comercio con Norteamérica, ¿por qué millones de mexicanos votan con los pies y arriesgan la vida para ir a buscar empleo en un país que vive en el libre comercio?.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 19047

elsiglo.mx