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Jaque mate/Perverso

Sergio Sarmiento

“Tened cuidado, no vaya a ser que nuestras estatuas os aplasten”.

Friedrich Nietzsche

Hay un incentivo perverso en la política que resulta muy difícil de superar. A los partidos de oposición les conviene que le vaya mal al gobierno porque al deteriorarse las condiciones de vida de la población es más probable que los electores voten por la oposición en la siguiente elección.

Nuestros políticos siempre dicen que no están dispuestos a morder este perverso anzuelo. Afirman que todas sus acciones y decisiones están encaminadas a generar un mayor bienestar de la población porque, finalmente, ellos y sus hijos son también parte de ella.

No obstante, son muy numerosos los ejemplos en que los políticos actúan por el impulso de este incentivo perverso. Uno muy reciente es el que surgió cuando el presidente Zedillo ofreció su propuesta de reforma eléctrica. Los legisladores panistas sabían que la propuesta era positiva, que el país necesitaba legalizar la inversión privada en electricidad. Pero no quisieron asumir la responsabilidad de pagar el costo político de una iniciativa que se asociaría con la palabra obscena de la política: “privatización”. Prefirieron dejar que la iniciativa muriera, aun cuando esto significara un daño para el país. Hoy es un presidente panista el que está impulsando una reforma eléctrica. A pesar de que ésta es bastante más moderada que la de Zedillo, los papeles en el Congreso se han revertido. Son los priistas quienes en general se oponen a la reforma, mientras que los panistas que la rechazaron en el sexenio anterior buscan aprobarla. La verdad es que cualquier gobierno de la República se beneficiará políticamente de una apertura de la electricidad a una mayor inversión privada. De esta manera el país recibirá más inversión, la cual generará un mayor número de empleos y un mayor y mejor flujo de electricidad. Y si esta inversión la pueden llevar a cabo empresarios privados, sin que se recurra al erario y sin que se aumente la deuda pública, qué mejor para el gobierno, que puede utilizar los recursos públicos para labores sociales que tienen un mayor rendimiento humano y electoral. La oposición, en cambio, se beneficia de un estancamiento de la inversión. Si no se invierte, no se crean nuevos empleos y la gente empieza a desesperarse cada vez más. Por otra parte, en el caso concreto de la electricidad, se mantiene un flujo escaso, de mala calidad y caro de generar. Este árido tema puede adquirir claros matices políticos. Ahí está el caso de las ciudades del norte del país, como Mexicali y Hermosillo, que están en pie de guerra todos los veranos por el elevado precio de la electricidad.

La diferencia entre un político y un estadista es la capacidad de este último para dejar de preocuparse por la conveniencia electoral de corto plazo y pensar en el futuro a largo plazo. En nuestro país, sin embargo, esa capacidad está notoriamente ausente de quienes se dedican a la política.

No ocurre esta miopía en todos los países del mundo. España es un ejemplo notable de una nación que, después de la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, asumió un proceso de reformas que apoyaron todos los partidos políticos sin importar su ideología. El proceso tendía hacia la liberalización del país. En el campo de la política se construyó una democracia abierta para todos los partidos políticos, incluso el Comunista. En la economía se liberalizó el mercado financiero, se eliminaron los controles de cambios, se privatizó la electricidad y se eliminó el proteccionismo frente a las importaciones. Lo paradójico es que incluso el Partido Socialista Obrero Español, de izquierda, impulsó estas reformas liberales. El resultado es que España es hoy un país desarrollado.

¿Podría ocurrir eso también en nuestro México? Hasta ahora no ha sucedido. Nuestros políticos de todos los partidos, cuando están en la oposición, se han dejado vencer por el incentivo perverso de oponerse a reformas que pudieran mejorar el nivel de vida de la población. Su apuesta sigue siendo la de la vieja izquierda radical: que las cosas empeoren para que la población, desesperada, acuda a nosotros.

Hoy los políticos nos dicen que las cosas serán distintas. En particular Roberto Madrazo, presidente del PRI, ha asumido desde la noche del seis de julio un discurso conciliador que busca los acuerdos que se necesitan para impulsar al país hacia adelante. Habrá que ver si estas buenas palabras abren paso a acciones concretas en la 59ª legislatura.

Verdes

El Partido Verde ha demostrado que, en alianza, puede inclinar una elección de un lado o de otro. La gran pregunta es cuál sería su fortaleza si participara en una elección sin alianza.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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