“No es determinación prudente contraer alianzas con un príncipe que tenga
más fama que fuerza”.
Maquiavelo
En un momento crucial para las relaciones exteriores de nuestro país el presidente Vicente Fox decidió utilizar sus cinco minutos bajo los reflectores en la Asamblea General para hacer un grandilocuente llamado a una reforma de fondo de las Naciones Unidas que, como era de esperarse, no generó ni atención ni reacción. En contraste el fallido intento por lograr que el presidente estadounidense, George W. Bush, le concediera a Fox cuando menos una reunión bilateral de 10 minutos demostró el enorme distanciamiento que hay en este momento entre los gobiernos de México y Estados Unidos.
Que sería bueno lograr una reforma de fondo de las Naciones Unidas, es algo dicho mil veces. Que el Consejo de Seguridad, en el que sólo cinco países tienen poder de veto, es antidemocrático, también es sabido. Pero pretender que un país pobre y débil como México pueda llegar a las Naciones Unidas y exigir que los Estados más poderosos desmantelen —por un súbito y extraño acto de generosidad— un sistema internacional que los beneficia enormemente, es pecar de una monstruosa ingenuidad.
A mí me queda claro, tanto como al presidente Fox, que el sistema del Consejo de Seguridad es inequitativo porque le da a cinco potencias un poder muy superior al de todos los demás países del mundo. Pero si es tan injusto el sistema, ¿qué diablos estamos haciendo nosotros en el Consejo de Seguridad? Nuestra sola presencia en este organismo -la cual ha traído grandes problemas a México sin proporcionar un solo beneficio a los mexicanos- equivale a justificar su existencia.
Nuestra participación en el Consejo de Seguridad ha sido, de hecho, uno de los factores que han servido para destruir uno de los grandes activos que el presidente Fox tenía en materia de relaciones exteriores: su cercanía personal con el presidente estadounidense.
Todavía en septiembre del 2001 esta cercanía estaba a punto de facilitar un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos, el cual habría sido un logro realmente importante ya que habría beneficiado directamente a millones de mexicanos, especialmente a quienes hoy están indocumentados en la Unión Americana.
A partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, sin embargo, ha habido un alejamiento drástico entre Estados Unidos y México. Éste empezó con el aumento de la preocupación de Washington por los temas de seguridad, pero se ha acentuado por las posiciones de México contra Estados Unidos por la guerra de Iraq.
El alejamiento quedó especialmente de manifiesto con la comedia de errores en torno a la reunión bilateral entre Bush y Fox. El equipo de Fox trató desesperadamente de conseguir una reunión entre los dos presidentes y, de hecho, la incluyó en la agenda del presidente Fox. La decisión del equipo de Bush de no programar la bilateral, en un día en el que Bush tenía más interés en conversar con dirigentes de países más importantes, como Gerhardt Schröeder de Alemania, subrayó la poca relevancia que en este momento se le da en Washington al gobierno de Fox, a quien además se le percibe como hostil a Estados Unidos en los temas que más le interesan a Washington.
Como premio de consolación se le dio a Fox la oportunidad de sentarse junto a Bush en el almuerzo a jefes de Estado y de gobierno que ofreció el secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan. Un aparentemente molesto Fox, sin embargo, canceló su participación en la cena que Bush ofreció esa noche a los dignatarios visitantes.
México, claro está, no tiene porqué renunciar a sus principios de política exterior para quedar bien con el gobierno de Estados Unidos. Pero tenemos que aprender a aplicar una diplomacia inteligente con el fin de lograr beneficios para los mexicanos. Buena parte de las fricciones que hemos tenido con el gobierno estadounidense han sido producto no de valientes defensas de nuestros principios sino de desplantes gratuitos de antagonismo.
En lugar de tratar de resolver estos problemas, el presidente Fox pronunció un discurso en la Asamblea General que subrayó que está más interesado en asumir un papel de líder del tercer mundo —como Luis Echeverría y José López Portillo— que en impulsar políticas que promuevan los intereses de los mexicanos.
Costumbres
Finalmente la nigeriana Amina Lawal no será lapidada a muerte por haber concebido a un hijo fuera de matrimonio. En un fallo dividido, un tribunal islámico revocó la sentencia por razones técnicas. Pero el salvajismo de la sharia o ley islámica permanece. Y todavía hay gente supuestamente progresista que defiende los usos y costumbres.
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