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Jaque mate/Un sacerdote

Sergio Sarmiento

“Y la verdad os hará libres”.

Juan 8:32

Me imagino que no debe haber una pena mayor para un sacerdote, para un sacerdote comprometido realmente con su vocación, que el de abandonar el sacerdocio. Esto es, sin embargo, lo que está haciendo Alberto Athié. Pero no es sólo triste que un hombre de casi 50 años abandone la vocación a la que tanto tiempo y esfuerzo ha dedicado, sino que lo haga por las razones que han empujado a Athié a su decisión: “Con preocupación y dolor -le dijo a la reportera Eugenia Jiménez Cáliz- me retiro del sacerdocio, el cual no puedo ejercer en su totalidad porque no se hace justicia para revisar ciertos casos”.

Athié hace referencia al caso del padre Marcial Maciel, fundador y cabeza de los Legionarios de Cristo. Desde hace años Athié ha mantenido una campaña personal para lograr que la Iglesia investigue las acusaciones en contra del padre Maciel por presunto abuso sexual de menores. Envió una petición en este sentido al cardenal Joseph Ratzinger, cabeza de la Congregación para la Doctrina y la Fe. Germán Dehesa escribió en un semanario capitalino en diciembre del 2002 que Ratzinger, “como única respuesta, comentó que el caso era muy delicado, que el Papa tenía un gran aprecio por el padre Maciel y que, por lo mismo, no era prudente tratarlo”.

La fuente original de información del padre Athié sobre el tema de Maciel fue José Manuel Fernández Amenábar, sacerdote fallecido en 1995 que perteneció a la Legión de Cristo. Enfermo de muerte, Amenábar le habría narrado a Athié los abusos que él y otros menores habrían supuestamente sufrido décadas atrás. Otras presuntas víctimas han salido después a contar la misma historia. Al final, según la información periodística que he examinado, 40 han hecho las acusaciones.

Quienes conocen de cerca al padre Maciel hablan de su integridad sin tacha y afirman que Athié ha participado en un complot en contra de la Iglesia Católica. Descartan cualquier posibilidad de que las acusaciones que se le han hecho al padre Maciel sean ciertas. Y cuestionan las razones por las cuales las víctimas tardaron varias décadas en denunciar los hechos: Cuando ya era muy difícil determinar su veracidad.

Quienes conocen a Athié defienden también su integridad. Se trata, me dicen, de un hombre comprometido con la verdad y con las causas más fundamentales de la fe católica. No es un simple advenedizo a la Iglesia. Fue de 1996 al 2000 secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Fue vicepresidente de Cáritas Mexicana. Dejó México en el 2001, para trabajar con los hermanos claretianos en Chicago en su apoyo a inmigrantes, en una especie de exilio ante lo que consideraba el injustificado silencio de la Iglesia frente a un tema tan importante como el que él había denunciado.

Es muy difícil encontrar la verdad en este tipo de casos. Al final se trata de la palabra de uno o unos contra la de otro. Es muy fácil calumniar: Basta con levantar la voz para destruir la reputación construida en toda una vida. Pero es también muy sencillo rechazar cualquier acusación debido simplemente a la prominencia del acusado. Muchos casos en Estados Unidos han revelado que el abuso de menores por parte de sacerdotes es un problema real de la Iglesia Católica. Es difícil pensar, sin embargo, que el problema se limite a ese país.

Desde hace años he meditado sobre este caso. No conozco al padre Maciel y a Athié lo he visto una sola vez en mi vida, en 1998 cuando le hice una entrevista en que no tocó el tema. El daño a cada uno de los participantes en el caso ya está hecho. Las acusaciones en contra del padre Maciel se han hecho públicas a pesar de los esfuerzos por acallarlas. Y ahora el padre Athié ha anunciado su decisión de abandonar el sacerdocio. Ambos han pagado un enorme precio.

Yo no soy ni puedo ser juez. Es lamentable, de hecho, que un asunto tan delicado haya tenido que ser ventilado en los medios de comunicación. Estoy convencido, sin embargo, de que la Iglesia debió haber considerado la información y los testimonios disponibles para tratar de aclarar la verdad.

El propio Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Ésta es una frase que los involucrados en este penoso caso tendrán que meditar en su interior.

No ayuda

Mucho nos dijeron los exportadores que una devaluación del peso promovería el crecimiento de la economía nacional. Pero a pesar de que nuestra divisa ha perdido en el último año 20 por ciento de su valor frente al dólar y casi 50 por ciento frente al euro, las exportaciones mexicanas y la economía nacional están estancadas.

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