“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces
y el homicidio respetable, y para darle
una apariencia de solidez al mero aire”.
George Orwell
El anuncio que se mostró este pasado miércoles cuatro de junio en la transmisión del juego de futbol Veracruz-Morelia era escandalosamente vulgar. Se trataba de una imagen generada por computadora sobre las tribunas del veracruzano estadio Pirata Fuentes de una mujer vestida de camiseta ajustada de color rojo, con pechos exageradamente protuberantes, en forma de balón de futbol, que rebotaban grotescamente. A la figura se añadía simplemente el logotipo del Partido del Trabajo.
No sé si el mensaje que pretendía ofrecer el anuncio era que si uno vota por el Partido del Trabajo una mujer de amplios pechos se le aparecerá a uno. O si la mujer era sencillamente un anzuelo para que uno fijara la vista en el logotipo del partido. O qué habrán pensado las mujeres que hayan visto esta sicalíptica invitación a votar por un partido que se cree de izquierda. Pero me queda claro que con este anuncio la publicidad política de nuestro país llegó a un nuevo nadir.
La verdad, sin embargo, es que buena parte de la publicidad que nos abruma en estos días de competencia electoral es un verdadero insulto a la inteligencia de los votantes. El Partido de la Sociedad Nacionalista (PSN) nos invita a votar por un “nacionalista” en carteles que muestran la imagen de una mujer semidesnuda con sombrero que mira de soslayo y con sonrisa invitante a los electores. Tampoco se molesta este partido, más conocido como negocio de una familia que por sus iniciativas políticas, en ofrecer algún argumento racional para lograr el voto de los ciudadanos.
El Partido Acción Nacional ha elegido contratar grandes anuncios espectaculares que presentan, en un diseño elegante, el nombre de su candidato. El lema sugerido por el presidente Fox, “Hay que quitarle el freno al cambio”, domina en muchos de estos anuncios. En otros se considera que el nombre y la foto del candidato son más que suficientes para convencer al elector.
El PRI está realizando una agresiva y desvergonzadamente mentirosa campaña. En el Distrito Federal pone el énfasis en la inseguridad, acusando al gobierno del PRD de ser responsable del crimen en la ciudad de México. Los publicistas priistas le están apostando a la desmemoria de los capitalinos, que supuestamente no se acuerdan de que la oleada criminal que azota a la ciudad se inició en los gobiernos priistas y alcanzó su máximo nivel entre 1995 y 1997. A nivel nacional, los anuncios del PRI afirman que la gente del pueblo está esperando que regrese este partido al poder porque así ya no tendrá que salir a trabajar a Estados Unidos. Supongo que los publicistas del PRI piensan que los mexicanos no se acuerdan de que antes del gobierno de Fox los mexicanos también tenían que salir a buscar empleo en Estados Unidos.
Nuestros gobernantes están utilizando descaradamente los presupuestos de comunicación social para promoverse a sí mismos y a sus partidos. El protagonista de la avalancha de anuncios de la Presidencia de la República es el propio presidente panista Vicente Fox, vestido de azul, quien reparte fondos públicos como si fueran su patrimonio personal. Y lo mismo hace en los anuncios del gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, a quien se muestre en distribuidores viales y repartiendo dinero entre ancianos, que sostienen sus credenciales de elector, como si todo eso estuviera saliendo de su bolsillo personal.
Hay excepciones, es cierto. Pero en general los partidos políticos no están mostrando ningún interés en promover ideas. Las campañas de algunos de los partidos pequeños, como las del Partido del Trabajo y el PSN, son simplemente esfuerzos desesperados por mantener el registro. Y no sorprende, si consideramos que la concesión de un partido político vale cuando menos 100 millones de pesos al año de subsidio público.
Al final los ciudadanos estamos gastando, solamente en este año, más de cinco mil millones de pesos en los partidos federales. Esto, en un país que no tiene dinero siquiera para comprar medicinas suficientes en los hospitales públicos. Y lo peor de todo es que el dinero se está dilapidando en un desfile de vulgaridades, vaguedades y estupideces.
¿Esta es la democracia que queríamos?
Autopromoción
¿Se imagina si Carlos Salinas de Gortari hubiese aparecido en los anuncios de Solidaridad o Ernesto Zedillo en los de Progresa? Las protestas habrían sido espectaculares y justas. Sin embargo, hoy se nos pide que aceptemos que Fox aparezca en los anuncios de la Presidencia y López Obrador en los del gobierno del Distrito Federal.
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