Madrid, España.- No es guapo arrasador. No tiene musculatura de infarto ni se ve envuelto en escándalos de Hollywood, aunque haya tenido romances tan variopintos como Minnie Driver, Claire Forlani o Neve Campbell. John Cusack pertenece a esa estirpe de raras aves que se han convertido en estrellas gracias a su talento interpretativo, su carisma y su química con la cámara.
Se ha pasado la vida actuando, se crió en medio de una familia de actores, conoce el oficio y lo conoce desde el teatro, al que sido un devoto desde que tenía apenas nueve años cuando se unió al Piven Theatre Workshop, de Chicago, donde ya trabajaba su hermana Joan, otra notable comediante, con quien ha estado en nueve películas.
Quizá no le ha llegado todavía a John Cusack la gran película de su vida, aunque sus intervenciones en Los Timadores (1990) y Alta Fidelidad (2000), casualmente ambas de Stephen Frears, sean de lo más estimable.
Sus dos recientes proyectos ilustran cómo han sido siempre sus movimientos dentro este extraño, competitivo y no siempre gratificante mundillo, en el que lleva más de 60 películas: la muy comercial Identidad, de James Mangold, y la apuesta artística Max, de Malcolm McLaren. Una de cal y otra de arena. Una alimenticia y otra personal. Una taquillera y otra artística.
Así se mueve por esta industria y no le ha ido mal. ?Yo no sé cuál es la percepción que la gente tiene de mí ni lo que espera que haga. En cualquier caso yo solamente hago papeles que me resulten interesantes?, ha declarado alguna vez.
Identidad es un thriller a lo Hitchcock con ecos de la famosa novela Diez Negritos, de Agatha Christie. Es un filme más bien pequeño, donde siempre llueve y hay diez personajes que aparentemente han quedado atrapados por casualidad en un motel de carretera.
Cuando van muriendo asesinados uno a uno, comienzan a darse cuenta de que no están ahí por azar y que, además, todos tienen algo en común: cumplen años el mismo día. ?Nunca había visto una película en la que el giro ocurriese en el tercer acto y todavía le quedase tanto por contar. Creo que eso es lo que más me sorprendió de este guión?, asegura Cusack, que interpreta aquí a un conductor de limosinas.
En contraposición Max, su otro filme, es una apuesta polémica y alejada de los cánones comerciales. Por ella, John Cusack se ganó la portada de la muy prestigiosa y selecta revista de cine británica Sight&Sound el pasado mes de junio.
?Es un guión increíble. Hace años que no leía uno tan bueno?, dice sobre esta historia que parte de la suposición de que el mismísimo Hitler (interpretado por el actor australiano Noah Taylor) pudo llegar a ser un gran pintor, de no ser dos veces rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena. En este cuento a medio camino entre la verdad y la ficción, Cusack es un imaginario galerista judío, que se hace amigo y mentor del futuro Führer.
Cuando John Cusack hizo su primera película, Class, de Lewis J. Carlino, en 1984, se pensaba que Rob Lowe, su protagonista, se convertiría en la gran estrella de su generación pero hoy casi nadie se acuerda de él, mientras que Cusack ha tenido una insólita persistencia y una indiscutible inteligencia a la hora de seleccionar sus proyectos. Su versatilidad se lo permite.
En sus inicios, apostaba a ganador por la comedia juvenil pero intermitentemente aceptaba papeles en películas menores pero comprometidas. Su intervención en Con Air (Simon West, 1997) le abrió las puertas de las superproducciones millonarias pero no dejó de apostar por el otro cine. Así, se le recuerda en películas tan estimables como Medianoche en el Jardín del Bien y el Mal (Clint Eastwood, 1997), La Delgada Línea Roja (Terrence Malick, 1998), la inclasificable Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999) o Abajo el Telón (Tim Robbins, 1999) donde encarnó, nada menos, que a Nelson Rockefeller.
Sus filmes comerciales tampoco son del todo desdeñables. Probó suerte en la comedia romántica, con Serendipity (Perter Chelsom, 2001) y compartió cartel con Catherine Zeta-Jones, Julia Roberts y Billy Crystal, en La Pareja del año (Joe Roth, 2001). Sin embargo, asegura que la infravalorada Sombras y Niebla (1992), un proyecto dramático de Woody Allen en blanco y negro, es ?lo más grande que he hecho?.
Su próximo paso en la industria pordría reportarle grandes beneficios. Será el protagonista absoluto de El jurado, adaptación del multimillonario bestseller de John Grisham, de Gary Fleder, en la que actuará al lado de Rachel Weisz y los veteranos Gene Hackman y Dustin Hoffman.