SAN DIEGO, CALIFORNIA.- Jon Gruden sabe que está acaparando toda la atención en la antesala al Súper Tazón y se esfuerza por no irritarse. Pero la tarea no es fácil. "Me tienen loco", dijo en tono jocoso el entrenador de los Bucaneros de Tampa Bay, al responder a la enésima pregunta sobre el mismo tema.
Hace no más de un año, Gruden era el técnico de los Raiders de Los Ángeles, rivales de los Bucs en la final de la NFL. Tras un fallido intento de contratar a Bill Parcells, Tampa logró un acuerdo con los Raiders para hacerse con los servicios de Gruden, a quien todavía le quedaba un año de contrato en Oakland. Gruden preferiría que se le pregunte sobre el partido del domingo y no en los entretelones de su partida a Tampa. Sin embargo, eso es imposible.
"Yo prefería no hablar del pasado", manifestó Gruden. "A veces, los cambios son inevitables. Lo bueno es que las cosas nos han salido favorablemente desde entonces". Como lo indica el sello de sus respectivos pasajes al Súper Tazón, tanto a Raiders como Bucs les ha ido más que bien, con o sin Gruden al mando. A sus 39 años y considerado el técnico maravilla de la liga, Gruden optó por marcharse a la ciudad donde vivió su niñez y dirigir al equipo de sus amores, los Bucs.
Los Raiders, por su lado, salieron bien premiados al anular el último año del contrato de Gruden. Recibieron a cambio un par de selecciones en la primera ronda del “draft”, más ocho millones de dólares en efectivo. El encargado de suplantar a Gruden fue Bill Callahan, quien sin hacerle cambios importantes a la nómina, llevó a los Raiders a su primer Súper Tazón en casi dos décadas. Gruden, por su parte, condujo a los Bucs al primer Súper Bowl en la historia del equipo.
Así planteadas las cosas, Gruden se ha convertido sin querer en la atracción del partido, dejando en segundo plano a los propios jugadores. "La verdad es que se trata de un asunto que me incomoda. Por eso no quiero entrar en muchos detalles. Me gustaría ser algo secundario". Se dice que Gruden estaba harto tras cuatro temporadas lidiando con Al Davis, el excéntrico propietario de los Raiders.
Gruden entonces expresó su deseo de que le diesen una extensión en su contrato o que se le permitiera irse a otro equipo. También deseaba más poder a la hora de hacer las contrataciones, pero Davis siempre había sido el encargado de esa tarea. Otro factor fue que Gruden no aguantó más la percepción de que Davis era el "verdadero" entrenador del equipo, un estereotipo que cada uno de los técnicos de los Raiders ha tenido que enfrentar todo este tiempo debido a la presencia del dueño en los entrenamientos y camerinos. Algunos Raiders, como Jerry Rice, aprecian a Gruden. "Es muy similar a Bill Walsh", dijo Rice aludiendo a su entrenador con los 49ers.
Otros, como Jerry Porter, se declaran felices de que se fue, en clara mención al carácter fuerte de Gruden. "Siempre hubo entredichos y yo me ponía furioso". Gruden dice que hizo todo lo posible para quedar bien con todos. "Pero hay gente con la que no se puede. No me sorprende que algunos me guarden cierto rencor". Odiado en Oakland e idolatrado en Tampa, Gruden insiste que guarda buenos recuerdos de su experiencia con los Raiders. "Mi contrato estaba por vencer y me cambiaron. Ojalá, en cuatro o cinco años, todos seremos amigos".