El último lanzamiento a la canasta de Michael Jordan fue un tiro libre, al igual que su último partido con un uniforme de un equipo de la NBA, fue bueno.
Jordan disputó ayer el último partido de su muy brillante carrera, en el que recibió una prolongada ovación de casi todos los aficionados que asistieron a la arena, incluidos los entrenadores y los otros jugadores.
Jordan agradeció a todos con una amplia sonrisa y un saludo al público después de salir definitivamente de la cancha cuando quedaban 1.44 minutos por jugarse en el período final, en el partido que sus Wizards de Washington perdieron por 107-87 ante los 76ers de Filadelfia.
Jordan terminó con 15 puntos, recuperó cuatro rebotes y tuvo cuatro asistencias en 28 minutos, en los que se llevó varias ovaciones de la última arena llena que lo verá jugar como profesional.
Sus últimos puntos parecían haber sido escritos en un guión, con Eric Snow, de los 76ers, cometiendo una falta sobre Jordan en su sector de la cancha, sin otra razón aparente sino permitirle lanzar los tiros libres.
Ambos tiros los acertó, y los Wizards cometieron una falta un segundo más tarde, para que Jordan pudiera salir del partido y recibiera la despedida que se merece.
En una imagen poco usual, los diez jugadores que permanecieron en la cancha se voltearon hacia Jordan y también le aplaudieron.
Este no era quizás el tipo de final que Jordan hubiera preferido para su carrera: un partido que sólo tuvo significado para los rivales.
Sin embargo, fue una noche llena de emotividad, pues fue la última vez en que un público que asistió a un partido de la NBA vio a uno de los deportistas más grandes de la historia disputando cada balón.
Jordan regresó brevemente a la cancha más tarde, cuando el resultado estaba definido y ante la insistencia del público. Sin embargo, fue el epílogo de la carrera de uno de los jugadores de básquetbol más dominantes de su época (AP).