Guayaquil, ecuador.- Mientras se repone de una lesión en el tobillo, José María Yázpik se ha integrado al rodaje de la película Crónicas, crítica al sensacionalismo que ejercen algunos medios de comunicación en aras de ganar más público. El actor mexicano interpreta a Iván, camarógrafo y editor que acompaña a Manolo, personaje de John Leguizamo, reportero que en sus afanes de conseguir una noticia exclusiva, impide la acción de la justicia.
En entrevista, durante la conferencia para comentar los pormenores de las grabaciones aquí, Yázpik reflexiona sobre el momento por el que atraviesa su carrera luego del fracaso que fue en taquilla Sin Ton ni Sonia y su trabajo actual bajo la dirección de Sebastián Cordero.
“Es una época de total libertad para mí, asegura, ya que puedo viajar y escoger hacia dónde quiero que vaya mi carrera, quiero ir a un lugar donde pueda trabajar más seguido en proyectos que me interesen. En México los hay, pero no hay billete, por lo que una carrera actoral se fragmenta y a veces hay que hacer cosas que no me parecen del todo interesantes, para mantener el músculo trabajando. Ahorita me enfoco a abrir mi panorama de posibilidades”.
¿Cómo te enganchaste con tu personaje en Crónicas?
El guión funciona en varios niveles y eso es algo muy difícil de encontrar. También influyó conocer al reparto, cuando lo supe yo dije ¡wow, yo tengo que hacerlo! De entrada, leí la primera secuencia y dije, ‘cualquier película que empiece así es una donde yo quiero participar’. El personaje que me ofrecieron me divierte mucho y es el ‘comic relief’ dentro de esta historia tan sórdida y fuerte. Fue esa conjugación de pequeñas cosas, venir a Ecuador, salirme de México un par de meses, conocer nuevos lugares y trabajar con este equipo, eso me convenció también.
¿De qué recursos te has
valido para construir
a este personaje?
Fui con un grupo de periodistas de Guayaquil a seguir las crónicas policíacas de la ciudad, lo cual ha sido realmente fuertísimo, el primer día me enfermé, de plano, porque me tocó ver un asesinato, luego a una señora que se electrocutó; también entrevistamos a la familia de un chavo al que habían matado el día anterior. Todo ese tipo de cosas me afectaron. Pero tenía que hacerlo, y descubrí que quienes se dedican a esto ya tienen el corazón y el estómago hecho callo porque parece no afectarles en lo más mínimo. Esa fue una parte importante de la preparación, junto con las clases de manejo de cámara, porque sí estoy grabando dentro de las escenas, dentro de la primera secuencia usarán tomas que yo hice, para la película.
Es un cambio radical después de Sin ton ni Sonia, a la que por cierto no le fue muy bien… El personaje es completamente distinto, algo que siempre busco. Es cierto, a la película le fue muy mal y ni modo, a veces las cosas no funcionan. Mis expectativas siempre son hacer el mejor trabajo durante la filmación. Después, cuanto sucede con la película está fuera de mis manos. El gran logro de Sin ton… es que la sacamos adelante con tan poco dinero y con tantos problemas. Yo estoy satisfecho con ella.
¿Dónde encuentras la
inspiración, cuando te falla?
Se encuentra a través de la cámara. Cuando me cuesta trabajo entrar a la ficción en este personaje, la cámara me lo da. Una vez que me pongo este objeto en el hombro y enfoco y el director grita “¡acción!” y todo lo que empieza a pasar lo veo a través de la lente, automáticamente se revolucionan cosas dentro de mí que son muy reales, que me meten en ese tren de pensamiento y de acción. La inspiración me está llegando vía digital.
¿Cómo se ve la vida a
través de esa cámara?
Fuerte, salvaje y difícil. Me entumo por dentro para que no me afecte lo que estoy viendo.