Esta frase está escrita en las salas o recintos de Justicia de Italia y es común escucharla en Europa, sobre todo cuando se habla de imponer la PENA de MUERTE y sucedió que un hombre de oficio panadero fue sentenciado y ejecutado... pasado el tiempo de esta infame ejecución apareció el verdadero culpable que, con un remordimiento de conciencia, se entregó a las autoridades confesando con santo y seña cómo cometió el crimen, por el que injustamente pagó el pobre panadero, que hasta el último instante se dijo inocente; se rumoraba que hasta en la confesión final.
En la región Lagunera se debería poner en los juzgados “Señores jueces recuerden a Los Gerardos”, aquellos jóvenes en las décadas de los setenta que con tehuacanazos y toques eléctricos firmaron todas las culpas habidas y por haber en La Laguna, después, ya sentenciados, fueron dejados en libertad sin el consabido –ustedes dispensen-.
Aprovechando la ola de delincuencia que azota el país, un nada honorable segundo lugar mundial en secuestros. En las mentes calenturientas de algunos legisladores y candidatos a ocupar curules en el H: Congreso de la Unión prometen legislar para que en México exista la pena capital, no cabe duda que estos personajes de la política mexicana no tienen una idea de lo que dicen y con sólo sueños oníricos y tal vez arropados por una aguda crisis menopáusica aluden a la estrategia del terror que nos coloca al otro lado de la razón para lograr adeptos a “equis” partido. Por su parte el clero, en un país netamente católico como el nuestro está en contra de la pena capital “No matarás”, como es conocido por todos; en los últimos años algunos curas se olvidan que ese es asunto primordial y tarea del Estado y tratan de meter su cuchara en esta encrucijada social; todo un maniqueísmo disuelto entre el dilema de lo que es malo y bueno.
La pena de muerte trae consigo un monstruo a casa, una inquisición que mata igual que “El Sapo, “El Bizco”, “El Yeyo”, “El Choky”, “El Mochaorejas”, “El Payo”, etc. y aquí es donde la puerca torció el rabo ¿estarán nuestras autoridades capacitadas para dictar una sentencia de tal magnitud? En nuestro país ¿tienen los señores y señoras jueces el respaldo moral y ético para llevar un juicio terminal como es la condena a la pena capital?, la respuesta es un rotundo ¡NO!, porque si algo está podrido en nuestro sistema, es el judicial, extraviado y bifurcado entre los papeles de la burocracia y los papeles del banco (la lana) y si no es verdad, para muestra están vivitos y coleando, Ángel Isidoro Rodríguez “El Divino”, Carlos Cabal Peniche, Eduardo Fernández, Óscar Espinosa Villarreal, Luis Echeverría Álvarez, Rogelio Montemayor Seguy, Carlos Romero Deshamps, los “Amigos de Fox”, el “Caso Pemex” y una lista de aproximadamente 5000 personajes que con la lana se pitorrean de los H. Honorables jueces, de la justicia en sí y desde luego del pueblo.
Aprovechando la ignorancia del pueblo y el desorden social, con el fin de alcanzar un puesto en el H. Congreso de la Unión o seguir chupando la teta presupuestal, los prospectos y diputados en sí proponen establecer la pena de muerte. Aclarando que no es tan fácil como parece, porque entre otras cosas se necesita que cuando menos el ochenta y cinco por ciento del pleno lo autorice en la Cámara Baja y después lo mismo suceda con los senadores y que éste pase a los diferentes Congresos de los estados para su aprobación, además del Ejecutivo y la Suprema Corte de Justicia de la Nación etc. etc. Sin embargo y más allá de que las leyes y la Constitución mexicana estén bien fundamentadas literalmente, el problema estriba en quién las ejecuta.
Los crasos errores en los países donde está establecida la pena capital son muchos y miles de inocentes han pagado por ellos e inclusive lejos de remediar o bajar el índice delictivo, parece que por mucho lo auspicia. Por otro lado, ¿por qué mejor no empezar por limpiar algo que huele feo?: El sistema carcelario.
Los Ceresos son verdaderas universidades del mal y es un secreto a voces que los puestos para directores y otros achichincles son más valiosos que una gubernatura o presidencia municipal y donde muchos presos purgan condenas siendo inocentes, ahora que con sus salvedades, hay delincuentes que ni con la muerte pagarían el o los delitos que cometieron.
Aquí lo paradójico es que sean estos personajes de la política quienes propongan la pena de muerte y sucede que entre ellos los diputados y senadores es donde ni siquiera pueden quitarle el fuero a un corrupto líder petrolero: Carlos Romero Deschamps, por citar algo y sin quitarle mérito y aclarando que existan en México buenos jueces, en verdad mis cuatro lectores, a fuerza debe haber por ahí algunos; lo utópico es que sean, los personajes de la política, que para el pueblo son los más corruptos y sobre protegidos con ese velo de impunidad e inmunidad quienes estén sentenciando a muerte a nuestro país.
Señores y señoras de la política y señores y señoras jueces acuérdense del panadero -antes y después de abrir la boca para dictar sentencia o firmar un dictamen-. ¡La otra locura de estos legisladores es que cada mexicano tenga y traiga una arma ¡por favor señores no vean tanta tele, eso déjenlo para los guaruras de su familia.
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