Los Ángeles, EU.- A pesar de no haberse llevado las estatuillas por sus dos nominaciones al Oscar como Mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto, es considerada una de las más destacadas de Hollywood. El cielo está, a pesar de todo, cada día más cerca.
No hace mucho tiempo, dice Julianne Moore, la invitaron a dar una charla a un grupo de estudiantes de actuación y uno de ellos levantó la mano para preguntar “¿Cómo se convirtió en una actriz famosa?”.
La pregunta, dirigida a quien indudablemente es una “estrella”, resultó desagradable. Recientemente, Moore fue elegida como la quinta actriz más exitosa en Hollywood después de Renée Zelwegger, Nicole Kidman, Julia Roberts y Catherine Zeta Jones.
Sus dos nominaciones al Oscar 2003 como actriz principal por Far from Heaven (Lejos del cielo, de Todd Haynes) y como actriz secundaria por Las Horas (Stephen Daldry), fueron ciertamente merecidas y muchos lamentaron que no resultara triunfadora en ninguna de las dos categorías.
Durante la charla pudo responder algo como: “Usa un feo vestido en una premier; dedica tu ingenio a crear una confusión pública en torno al drama de tu vida privada; cásate con un aristócrata de Hollywood; posa desnuda y embarazada para la revista Vanity Fair; no te preocupes por el talento -quizás no lo tengas, después de todo”.
En cambio, Moore señaló: “Me pueden preguntar lo que quieran sobre la actuación y yo trataré de responder. Pero si sólo quieren saber sobre fama y celebridades, entonces no los puedo ayudar. La celebridad no encaja en el tema, no se puede valorar ni tiene significado. No representa nada; no es real”. En ese momento, toda la clase, repleta de jóvenes, quedó boquiabierta y la ilusión se desvaneció.
Desde 1993, cuando fue observada por primera vez por Steven Spielberg, entre otros, junto a Harrison Ford en un pequeño pero significativo papel en El Fugitivo, ha participado en 25 películas, entre ellas Hannibal (2001), donde asumió el papel de Clarice Starling, interpretado por Jodie Foster en la primera parte de la película (El Silencio de los Inocentes), presuntamente por recomendación de Anthony Hopkins y pese a la competencia de Helen Hunt y Cate Blanchett; y Vidas Cruzadas, de Robert Altman (1993).
¿La celebridad le parece opresiva? “Realmente, no, -dice-. No creo que deba ser así: tener sirvientes, asistentes, cuerpo de seguridad. No creo que pudiera tolerarlo. Algunos tienen que hacerlo, pero ese no es mi caso. Además, fíjate en Harrison Ford. Él recorre toda la ciudad, no tiene personal de seguridad y se siente bien. Por eso pienso que hay otras maneras de hacer las cosas”.
Su madre, escocesa de nacimiento, quien llegó a Estados Unidos en 1950, es una mujer bella y formidable. Crió a sus hijos con poco dinero mientras su esposo se encontraba en Vietnam. Si tenía miedo, no lo mostraba. “No recuerdo que mi madre se atemorizara. Tal vez yo era muy joven”.
En cuanto a sí misma, le parece divertido el hecho de que siempre fue emocionalmente fuerte. “Pero físicamente, soy una cobarde. Aprendí tarde a nadar y nunca me sumergía en una piscina”. Realmente no sorprende si era una niña sobreprotegida.
En cuanto al temperamento, Moore dice que siempre fue una “buena niña”: “Me gustaban, y aún me gustan, las reglas. Denme una orden y la seguiré”. Fue muy estudiosa y brillante en la escuela y los planes eran que estudiara Medicina. Pero a los 16 años, cuando vivían en Alemania, se unió a un grupo de actuación de su clase y un día un profesor le dijo que tenía talento para ser actriz profesional. Y allí comenzó todo.
En lugar de resistirse, su madre la subió a un avión con destino a Nueva York, para una audición en una escuela de actuación. “Pienso que mis padres estaban horrorizados. Pero siempre pensaron que no podían obligar a los hijos a hacer algo; nos decían ‘puedes ser lo que quieras en la vida’”.
No obstante, había una condición: debía estudiar actuación en una universidad, “porque si no funcionaba tendría un título universitario, tendría cómo salir adelante”. Todo salió bien, a los 17 años comenzó a estudiar en la Universidad de Boston y su madre regresó a Alemania.
Esto es lo que ella cuenta sobre su primer matrimonio con el actor John Gould Rubin. “Había estado sola mucho tiempo, necesitaba pertenecer a algún lugar y él era un poco mayor que yo”. La relación terminó casi una década después. “Entre los 20 y los 30 años trabajé en mi carrera. Estaba muy preocupada por mejorar”.
“Al igual que muchos actores, -dice-, era buena representando lo que le asignaran en cualquier situación”. En términos de trabajo siempre supo qué quería. “Ese era mi objetivo, no tenía problema”.
Pero después de sus 30 años comenzó a analizar su entorno. “Me di cuenta de que no tenía vida personal. Eres parte de un grupo, y el lugar donde vives y la gente que te rodea determina muchas cosas. Interpretas una situación y respondes a ella, y la noción de quién eres, de quién quieres ser, se pierde. Entonces comencé a preguntarme ¿quién eres? Debo reconocer que me tomó mucho tiempo”, finalizó.