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Juran palestinos vengar agresiones a refugiados

Reuters

RAFAH, FRANJA DE GAZA.- Enmascarados armados prometieron venganza ayer en una manifestación entre los escombros de un campo de refugiados palestinos de la Franja de Gaza devastado por una incursión israelí, mientras decenas de tanques judíos patrullaban en las cercanías.

“Qassam, debes bombardear Tel Aviv”, cantaban unos mil manifestantes en el campo de refugiados de Rafah, refiriéndose al brazo armado del movimiento islámico Hamas. Algunos militantes lucían los colores del grupo y falsos cinturones con bombas.

Mientras equipos de emergencia trataban de restaurar la energía luego de la incursión de tres días en Rafah, el primer ministro palestino, Ahmed Korei, convocó de emergencia a su gabinete en Cisjordania, en medio de preocupaciones internacionales de divisiones en la dirigencia palestina.

La violencia de ambas partes y las luchas políticas internas entre los palestinos se combinaron para estancar un plan de paz internacional, fuertemente apoyado por Estados Unidos, que prevé la creación de un estado palestino para el 2005.

El gobernador de Rafah, Majid al Agha, declaró “área de desastre” a esa zona en el sur de la Franja de Gaza, fronteriza con Egipto.

Funcionarios de la ONU calcularon que cerca de mil 240 personas habían quedado sin hogar tras un operativo que Israel dijo era necesario para buscar túneles que supuestamente se usan para contrabandear armas.

Las fuerzas israelíes mataron a tres militantes palestinos y a cinco civiles, incluyendo un niño de ocho años, en combates que se iniciaron el viernes, cuando tanques y vehículos blindados, apoyados por helicópteros artillados, incursionaron en la zona abriendo paso a decenas de palas mecánicas para derribar casas desde las que supuestamente había acceso a túneles clandestinos.

El operativo fue parte de la respuesta militar de Israel a un atentado suicida en el puerto de Haifa el cuatro de octubre que mató a 20 personas.

Israel retiró el domingo sus fuerzas del campo de Rafah -un supuesto bastión de grupos palestinos radicales-, pero lo tanques permanecieron en las afueras, mientras cientos de palestinos volvían a sus derruidas viviendas.

“Ya no tengo casa, ni cama, ni mis libros para ir a la escuela”, dijo Abu Swelen, de diez años, cuya casa fue una de las más de 120 destruidas por las fuerzas israelíes, según cifras de funcionarios de las Naciones Unidas.

Los residentes del campo y varios organismos internacionales de derechos humanos acusaron a Israel de aplicar un castigo colectivo a la comunidad.

Servicios interrumpidos

Ayer equipos de emergencia se dieron a la tarea de reparar los servicios básicos de distribución de agua, telefonía y electricidad en el campo para refugiados que alberga a más de 70 mil habitantes. Al entrar el viernes, las fuerzas armadas de Israel destruyeron las redes de distribución de esos servicios.

Sin embargo, Saadi Kullab, un trabajador de los servicios municipales del campo, dijo que “las tareas de reparación de los servicios básicos de distribución están completamente fuera de nuestras posibilidades”.

Majid al Agha, gobernador de Rafah, dijo que “el sitio israelí está bloqueando nuestros intentos de reparar la infraestructura, y tampoco podemos ingresar alimentos”.

Peter Hansen, director del Organismo de Obras Públicas y Socorro para los Palestinos -que depende de la ONU-, dijo ayer que “entre mil y dos mil personas se quedaron sin nada en la vida... sin nada”.

Los residentes del campo y varios organismos internacionales de derechos humanos acusaron a Israel de aplicar un castigo colectivo a la comunidad.

Israel niega las acusaciones y asegura que se trató de un operativo necesario, para buscar túneles que supuestamente se usan para contrabandear armas.

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