15 mayo 2003
Simon Gardner BUENOS AIRES, (Reuters) - A sólo diez días de asumir la presidencia de Argentina, Néstor Kirchner iniciará este jueves la tarea de encontrar aliados que lo ayuden a reconstruir una debilitada economía ante un espectro político dividido tras las elecciones.
Néstor Kirchner, asumirá la presidencia de Argentina el 25 de mayo y deberá desplegar toda su paciencia y habilidad para asegurarse el necesario respaldo político, especialmente en el Congreso, si se propone impulsar un programa de gobierno de corte "progresista".
La tarea será aún más dificil porque la decisión de Carlos Menem de retirar la candidatura para la segunda vuelta dejó a Kirchner sin el abrumador apoyo popular que las encuestas le auguraban, según analistas,.
Kirchner enfrenta el gigante desafío de buscar consenso para sacar al país de una alarmante situación social, con el 60 por ciento de la población en la pobreza y casi un quinto de la fuerza laboral sin empleo.
"Vamos a hablar con todos los sectores (...) Yo voy a luchar por la Argentina que creo y en la que estoy convencido creen la mayoría de los argentinos", dijo Kirchner.
Carlos Menem ganó las elecciones el 27 de abril, pero no obtuvo los votos suficientes para evitar una segunda vuelta en la que debía enfrentar a Kirchner, el candidato que contó con el respaldó del presidente Eduardo Duhalde, el enemigo político núímero uno de Menem.
"Yo garantizo la gobernabilidad del país", dijo Kirchner en un intento de disipar una de las grandes dudas. "Convocamos a la tarea sin distinción de partidos y sectores a todos los hombres y mujeres de este, nuestro país".
Kirchner es visto como "el mal menor" entre los desacreditados políticos argentinos, a quienes la población culpa de haber hundido al país en la peor crisis de su historia.
Sin embargo, la mayoría de los votantes pensaban, según las encuestas, que era la mejor opción frente a Menem, quien tenía una imagen negativa del 60 por ciento que podría empeorar tras su decisión de renunciar a la segunda vuelta.
La perspectiva de una derrota histórica para Menem, pese a haber obtenido una importante victoria en la primera vuelta, llevó al ex presidente a preferir ser considerado un cobarde por el futuro presidente y no como un perdedor.
Una importante fuente del gobierno dijo a Reuters el miércoles que Duhalde ya comenzó conversaciones con los líderes peronistas del Senado y de la Cámara de Diputados para comenzar a tejer las alianzas necesarias para los próximos seis meses, en los que Kirchner deberá convivir con el actual crisol de fuerzas parlamentarias.
Tras la revolución política que causó Menem al abandonar el tradicional ideario nacionalista del peronismo para abrazar la ideología "enemiga", el liberalismo, la fuerza protagónica de Argentina en los últimos 50 años quedó dividido en al menos tres líneas: la de Duhalde, la de Menem y la del ex candidato populista Adolfo Rodríguez Saá.
Además, existe una importante fuerza de centro izquiera, una nueva pero pujante fuerza de derecha y un partido tan tradicional como el peronismo, la Unión Cívica Radical, que es una incógnita tras haber captado solo el 2,3 por ciento de los votos.
Algunas de esas fuerzas ya se han comprometido a ayudar a Kirchner en su gestión.
GOBERNABILIDAD
Además del frente interno, Kirchner deberá encarar en los próximos tres meses una nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional, una proceso que suele generar inestabilidad política.
Argentina le debe al organismo 14.000 millones de dólares -incluidos en lo 31.000 millones que debe a los organismos internacionales- y no cumple con su deuda de 60.000 millones de dólares desde diciembre del 2001, cuando el país declaró la mayor cesación de pagos de la historia.
Pero lo que el futuro presidente hizo en su provincia, Santa Cruz, será dificil de repetir a nivel nacional. En ese distrito patagónico, Kirchner contó durante sus doce años de gobierno con abundantes recursos petroleros para sólo 200.000 habitantes. A nivel nacional faltan los fondos para atender la grave crisis social.
El futuro presidente está pensando en cómo armar su gabinete, en el que ya tiene un lugar asegurado el actual ministro de Economía, Roberto Lavagna, y probablemente otros funcionarios de Duhalde.
En el instante que anuncie su equipo de trabajo el país se podrá ver qué tan serias son las intenciones de Kirchner de conformar un gobierno "de consenso".
Pero quienes lo conocen y lo acompañaron en sus doce años de gobernador de la provincia de Santa Cruz aseguran que Kirchner no soportará una injerencia agresiva del actual presidente en su gobierno.
"Kirchner es un hombre que tiene una personalidad muy fuerte.
Yo, por supuesto, si me pide algún consejo se lo daré y hasta ahí nomás. Yo me voy a tomar un largo decanso", dijo Duhalde el jueves.