La reacción del público ante lo que hace o dice el actual Presidente es de complacencia absoluta por que nada hay mejor que le caiga a la gente que un político en el candelero deje las poses arrogantes, el caminar garboso, la voz engolada, los guaruras impidiendo que la gente humilde se acerque, el discurso preparado con esmero en el que se dice todo sin decir nada. Lo hacía el que lo antecedió que carecía de donaire al decir cosas graciosas pretendiendo, sin bajar de la tribuna, acercarse al pueblo mediante el esbozo de una sonrisa que recordaba a aquel personaje que interpretaba a las mil maravillas el estupendo actor Bella Lugosi, que de día dormía en un catafalco y por la noche atemorizaba a los habitantes de Transilvania, allá en la Rumanía antigua.
Es evidente que Vicente Fox representa a un hombre que se sale del modelo acartonado del político que no se compromete, por lo que constantemente es acribillado por los caricaturistas, los analistas y los tundeteclas que han encontrado en la campera sencillez del titular del Ejecutivo una mina de oro para injustamente escarnecerlo, ya sea por que usa botas y pesada hebilla en el cinturón, ya sea por sus desplantes de ranchero afamado que hace las delicias de los mexicanos. De Fox, como Presidente, puede decirse que, es un hombre que puede ser amado u odiado pero jamás ignorado. Le gusta viajar con más frecuencia de la debida, dando la impresión de que lo hace por que, aparentando ser un estadista, es tratado a cuerpo de rey en el exterior sin tener que soportar las diatribas de sus acérrimos enemigos del partido tricolor que acá lo tildan de incompetente e incapaz de gobernar.
Esa manera de ser, ese comportamiento de Fox, le ha ganado la simpatía popular. Es un seductor natural, quizá como aquel flautista que logró exterminar con la magia de su melodía, una gran plaga de roedores que asolaba al pueblo de Hamelín. Sólo que su encanto no ha sido suficiente para que el señor Fox haga un buen gobierno, según dicen sus detra8ctores. Afirman que solo reacciona cuando las circunstancias se lo exigen, careciendo de proyectos que le dieran rumbo y solidez a un programa de gobierno. Aunque en su descargo señalan que en el tiempo que lleva al frente de la administración federal ha ido caminando solo y su alma, con un equipo gris y de ideas chatas, ajeno al partido político que le dio cobijo, que ha sido un lastre en el desempeño de su cargo. Es Fox un hombre paradójico que conjuga una gran actividad para mantener un alto standard de popularidad con una laxitud para enfrentar los grandes retos que presenta el México moderno.
A punto de iniciarse el proceso electoral para escoger diputados al Congreso de la Unión, en una de sus giras al interior de la república, dejó constancia de que hace para cautivar a las masas, al participarles a varias mujeres, que curiosas hacían parte de la valla por donde pasaba, que pronto sería abuelo. Logrando arrancar las carcajadas de las buenas señoras al enterarlas que el aun nonato hacía con los deditos la misma “V” que usó en su campaña cuando buscaba sacar al PRI de Los Pinos. No paró ahí si no que, ni tardo ni perezoso, envió a los medios informativos una imagen de ultrasonido donde en efecto se ven dedos que semejan la susodicha letra. Desde luego, el gesto carece de originalidad al tratarse de un remedo del ademán que puso en boga, durante la segunda guerra mundial, sir Winston Churchill quien, junto con su enorme habano entre los labios, su cara de buldog y su sombrero hongo, eran la misma imagen del imperio británico. Al hacer la seña demostraba y pedía tener confianza en alcanzar una victoria bélica. Si se apropió de ella nuestro Presidente hace bien, en la guerra -los procesos electorales lo son-, como en el amor, todo se vale