Gómez Palacio

La ampliación Nuevo Gómez está en el olvido

GÓMEZ PALACIO, DGO.- “Estamos en el olvido aquí... mucho olvido”, dice la señora Lucía Guerrero, habitante de la colonia de reciente formación Ampliación Nuevo Gómez. Hace un año llegó con su familia a ocupar un terreno en este sector del nororiente del municipio, sobre la carretera a San Ignacio, a un lado del canal del mismo nombre. Antes, vivía de renta en la Casablanca, muy cerca de su actual hogar. Según cuenta, ha ido pagando “de a poquito” el pequeño predio que le vendieron.

“Cuando llegamos, esto era puro monte”, comenta mientras desliza su mano en el aire señalando el entorno. Alrededor de cincuenta jacales de tarima, cartón y hule albergan ahora al mismo número de familias. “Nosotros mismos emparejamos y cortamos la maleza”.

Solamente cerrando lo ojos se puede evitar ver la miseria en este barrio. La familia de Lucía se mantiene con 500 pesos “a la decena, porque mi esposo viene aquí cada diez días cuando descansa del trabajo en la marmolera que está rumbo a Saltillo”. Su casa se tambalea con cualquier viento.

El único servicio con el que cuentan es el agua potable. Las calles no tienen pavimento y cuando llueve “todo esto se inunda y se hace puro lodo”, expresa Lucía y recuerda que “una vez se me metió toda el agua a la casa... parecía un río, no sabíamos qué hacer”.

Como tampoco hay drenaje, las familias han tenido que cavar fosas y construir sus letrinas. “Ya son muchas fosas, al rato nos vamos a ir pa’ bajo con todo y todo”, platica una vecina de Lucía de nombre María del Carmen Rodríguez.

La ausencia de infraestructura eléctrica ha orillado a los pobladores a “colgarse” de un transformador del ejido Nuevo Gómez. Debido a la sobrecarga, no pocas veces han presentado problemas. “En la noche de pronto ya no hay luz, está muy baja... vivimos prácticamente a oscuras”, asegura la señora Guerrero. Pero los accidentes también les preocupan. “Hace como cuatro o cinco días una señora se quemó con las chispas que le saltaron cuando tronó el transformador”, exclama María del Carmen.

Según lo que informan, desde hace ya varios meses han gestionado en la Presidencia que les sean instalados los postes eléctricos, sin haber obtenido respuesta alguna hasta el momento. “Se los pusieron primero a los de la Luis Donaldo Colosio”, dicen y apuntan hacia la colonia que se encuentra a unos metros.

Cuando la penumbra se apodera de la noche, el miedo hace lo propio con los habitantes de la Ampliación Nuevo Gómez. “Por aquí a veces andan ‘cholos’ y borrachos que se vienen acá porque se pueden esconder... son de la Luis Donaldo algunos o de otras partes cerca del cerro”, dicen las vecinas.

Lucía Guerrero afirma: “cuando yo no tenía cercado, a mí me daba mucho miedo porque pasaban por aquí, bien cerquita”. De acuerdo a lo que expresan, hace unas dos semanas fue hallado el cuerpo de un señor que había sido golpeado por desconocidos hasta quitarle la vida.

¿Y la policía?

—Sí pasa una patrulla, pero muy de vez en cuando...

Por si fuera poco, los lotes baldíos que aún existen son utilizados como tiradero por gente ajena a la colonia. Frente a la casa de Lucía, se advierten varios montículos de basura: plásticos, bolsas, materia orgánica, vidrio, papel “hasta perros muertos”. Y María del Carmen muy molesta confiesa que uno de sus hijos tiene “todo el cuerpo lleno de ronchas, yo digo que eso”. Por su parte, la señora Guerrero manifiesta que cada vez que ve a alguien arrojando “mugrero, le digo que no lo haga, pero luego no nos hacen caso y hasta nos insultan”.

Y como a pesar de las casas y la basura el monte sigue creciendo, la presencia de animales ponzoñosos representa un peligro latente para los habitantes de Ampliación Nuevo Gómez, sobre todo para los niños. Alacranes, víboras y tarántulas figuran entre la temible fauna de la zona.

En la parte trasera de la casa de Lucía un hombre construye un pequeño cuarto. Según cuenta la propietaria, “nos dieron materiales para construir a cambio de 700 pesos gracias a que la líder de aquí fue a la Presidencia”.

Pero en realidad son muy pocos los que se han beneficiado con este “intercambio”, ya que a la mayoría “pues no le alcanza”.

Tal es el caso de Juan García de 45 años de edad, quien sobrevive revendiendo ropa casa por casa y sigue pagando el terreno en donde habita desde hace doce meses. “Comemos con mil pesos a la semana mi esposa, mis seis hijos y yo”, confiesa.

Más adelante, manifiesta que lo que más les urge en la colonia es “la luz y créditos para construir nuestras viviendas”.

Pobreza, marginación, olvido, son sinónimos de existencia para los pobladores de Ampliación Nuevo Gómez.

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