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La baraja de los cobardes

Gilberto Serna

el tema de la invasión ha ido quedando atrás. Unos pocos se acuerdan de los hechos, prefiriendo los demás seguir sus vidas, ocupándose de sus propios asuntos. Mientras tanto, el terrorismo se agudiza, haciendo que George W. Bush amenace con hacer sentir la justicia de los EU. Los atentados han ocurrido en El Riad, de Arabia Saudita, en Casa Blanca, de Marruecos y en Kenia, de África. No hay diferencia entre el ataque suicida con explosivos, en los dos primeros casos y el uso de proyectiles ligeros disparados desde el hombro, como los SA-7 rusos y los Stinger estadounidenses, que se guían con láser, contra aviones de pasajeros. Desde la caída de las torres gemelas en Nueva York y el arrasamiento a sangre y fuego de los pueblos de Afganistán e Iraq, ya nada es seguro en este mundo. Los servicios de inteligencia de la gran potencia no hay día en que no alerten sobre la posibilidad de un atentado terrorista, que hasta ahora no se ha dado, aunque no dude usted, ni tantito, en que se dará.

Volvemos al tema de la guerra con las últimas novedades, atendiendo a que el Pentágono, con un desusado sentido del humor negro, empezó a circular una baraja en que cada carta, en un número de 54, tiene una foto de la cara de un hombre o una mujer, colaboradores en el gobierno de Saddam Hussein. Algunos están ya en poder de las fuerzas militares que ocupan Iraq, ya sea por que negociaron su entrega o porque, al ser localizados en sus escondrijos, han sido arrestados. Es una medida, la de dar a conocer sus rostros, que recuerda a los avisos que se pegaban en los postes de poblaciones en el antiguo Oeste, ofreciendo una recompensa por la captura de un forajido, asentando que era buscado por las fuerzas del orden. Era cuando entraban en acción los caza-recompensas encargándose de perseguirlo para cobrar la gratificación entregando, vivo o muerto, a su presa. En esta vez, el uso de naipes, dejó en claro que para EU es un juego que sabe que, tarde o temprano, va a ganar, pues es evidente que las cartas están marcadas.

En otro tenor, me acabo de enterar que una desconocida empresa privada, la News Max. com, puso a la venta, en el mercado de los Estados Unidos, la “baraja de los cobardes” en la que incluye los semblantes del mexicano Vicente Fox, de su colega ruso Vladimir Putin, del mandatario galo Jacques Chirac y la del canciller alemán Gerhard Schröder, entre otros. Eso va más allá de una irreverencia a estos personajes. El que esos líderes mundiales hayan considerado que, antes de actuar con violencia, debería utilizarse mecanismos pacíficos para resolver el problema con Iraq, no implica que se les pueda adjudicar un término que me parece del todo inapropiado dada la investidura de los personajes. Podría ser que el calificativo despectivo pueda aplicarse, en estricta lógica, al o a los gobiernos que sabiendo que no habrán de encontrar mayor resistencia agreden con terribles armas de poder destructivo a un pueblo indefenso. El adjetivo, en tal caso, le queda a los países fuertes que agreden a uno debilucho sin atrever a ponerse con uno de su tamaño.

Usted puede decirle al Presidente Vicente Fox cualquier cosa que se le antoje menos que, en este caso, haya demostrado miedo. El permitir que, con nuestra anuencia, se masacre a un pueblo no puede considerarse como síntoma de valor, ni se es pusilánime porque México exprese su desacuerdo con una malhadada conducta que va en contra de sus principios. En el fondo, la propuesta de Vicente Fox de encontrar una solución pacífica, aunque él solamente lo haya intuido, iba dirigida a limitar la política del poder para que por encima prevaleciera el orden internacional. Nos parece que, quien rehusó someterse a los dictados de una comunidad de naciones, actuando unilateralmente, destruyendo la fe y la confianza en un organismo internacional, propiciando el desbarajuste, lo que hizo fue caminar por los linderos de la anarquía y poner en peligro la paz mundial. No creo que el gobierno de Washington, que permite y quizás auspicie esta ofensa al Presidente de los mexicanos, aceptara que alguien, en nuestro suelo nacional, pusiera la fisonomía facial de ciertos líderes en cartas que dijeran “baraja de bellacos a los que se busca por crímenes contra la humanidad”.

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