Qué aterradora verdad la que nos muestran los políticos mexicanos al abrir su bocota. Estamos en manos de quienes se pelean como adolescentes, son codiciosos como ancianos y viven en el mundo mágico de los niños. Y todo, para finalmente, llevar a cabo un ejercicio ilegal de la política. Las discusiones en el teatrito gubernamental de esta semana lo demuestran.
No es que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari se haya convertido en un gurú, en un guía a seguir, pero quizá tenga razón respecto de una frase que pronunció la semana pasada al periodista Alejandro Cacho, de Noticieros Televisa. Salinas culpó a los periodistas del grado de proyección nacional que alcanzó últimamente el perredista, jefe del gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Dijo que la prensa le ha hecho famoso sin costo político alguno para el tabasqueño, ya que es conocido en todo el país pero como gobierna sólo en el DF, la gente del interior no tiene reclamos para hacerle. Y quizá tenga razón.
Esta semana López Obrador dijo a sus adversarios políticos, a través de los medios, que “no se calienten la cabeza, ni se pongan nerviosos” con los resultados de las encuestas que lo colocan en la preferencia de la gente, pues no busca ningún cargo para 2006. Aseguró que la inauguración de las obras que lleva a cabo su gobierno, son acciones para el pueblo, no actos proselitistas. “Que me den por muerto y pongan sus ojos en otro lado”, dijo con un tono socarrón. “Todos deben estar tranquilos” –concluyó- ya que no piensa buscar la presidencia de la república. Habrá que esperar para saber si dentro de dos años, o menos aún, no lo vemos en plena campaña presidencial.
Qué ingenuo es el señor López Obrador al pensar que la prensa cree todo lo que él dice. Cuanto subestima a los periodistas. Por otro lado, ¿cómo es que piensa que le quita la tranquilidad a alguien al postularse para la presidencia?
El pueblo de México vive una vida de preocupaciones más cotidianas, más terrestres. Y más importantes. Al pueblo de México, -y a ningún pueblo, en realidad- le preocupa quién solucione sus problemas. Quiere las soluciones y ya. El hambre, la inseguridad, las oportunidades de crecer intelectualmente que le son negadas a través de las políticas de gobierno que no se encargan seriamente de la cultura.
Son los políticos, los que se preocupan por saber por adelantado entre quienes repartirán y alternarán el poder y sus riquezas. Tanto les importa eso, que serían capaces, incluso, de violar la ley para conseguirlo si fuera necesario.
La multa de 42 mil pesos que el Instituto Federal Electoral acaba de imponer al Partido de Acción Nacional por difundir propaganda ofensiva y agresiva en contra del Partido Revolucionario Institucional, es la prueba de eso. Y más prueba es aún la otra multa –cuya imposición se estudia todavía- que podría alcanzar los 500 millones de pesos. Esa, claro, es por un asunto más serio: el financiamiento de la campaña que llevó a Vicente Fox a la presidencia. Según parece, rebasaron la cantidad de fondos permitidos; contrataron espacios de publicidad mediante terceras personas; practicaron ingresos y egresos que no reportaron a la autoridad electoral; recibieron aportaciones económicas hechas por empresas; se excedieron en el límite de aportaciones de militantes y simpatizantes y (aunque falta la comprobación todavía) parece que sí, que finalmente, podría demostrarse que al menos 14 mil dólares vinieron del extranjero. Por exagerado que suene, esto parece ya un catálogo de delitos. Esto es la política ilegal.
Esta es la mezquindad de los que, sin importar su edad cronológica, han envejecido buscando el poder y acumulando riquezas que finalmente no les pertenecen. Este es el mágico mundo de quienes, como los niños, pueden hacer sus felonías con el ingenuo pensamiento de que nunca se sabrá la verdad y que jamás recibirán el castigo.
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