Lo que los políticos dicen... y lo que no deberían decir.
Ya fue suficiente hablar de la derrota electoral que sufrió el PAN el seis de julio pasado. Hablemos, mejor, a las repercusiones que eso trajo. Leticia Navarro, secretaria de Turismo, renunció. Dicen, justo antes de que le pidieran la renuncia, ya que en las evaluaciones del gabinete su cartera salía francamente mal parada. Para acabar pronto, la acusaron de inservible, pues. En su lugar fue designado Rodolfo Elizondo, que era el vocero presidencial. Y como vocero presidencial, asume Alfonso Durazo Montaño, quien, por cierto, no por eso deja su lugar como secretario particular del Presidente. ¿Moderado, radical o detractor? ¿Cómo nos clasificarán esta semana, en algún escritorio de Los Pinos, en la Oficina de Comunicación Social?
Pero... ¿Quién es Alfonso Durazo? ¿Por qué de repente cobra tanto poder? ¿Con quiénes ha negociado para conseguirlo?
Moderado
Durazo Montaño nació en Biaspe, Sonora, el 11 de julio de 1954... lo que quiere decir que tiene apenas 49 años y que en ese tiempo –valga la redundancia- no ha perdido el tiempo. Aunque no se tituló, estudió ingeniería civil en la UNAM y -más tarde- Derecho en la Universidad Autónoma Metropolitana. Fue parido a la política en el PRI y dentro de ese partido ocupó muchos cargos de relevancia. Secretario Adjunto de la Presidencia del PRI en el DF, Secretario de Planeación Política del CEN. Y también secretario Particular del Candidato a la Presidencia de la República en 1993 y hasta marzo de 1994. Curiosa trayectoria, 20 años después vuelve a ocupar ese mismo puesto. Pero en un partido diferente. ¡La vida te da sorpresas! Y la democracia más.
También fue editorialista de algunos periódicos, como el Reforma, El Norte o El Imparcial, entre otros ocho más. Y en esa tarea se pulió en el manejo de los medios de comunicación. O al menos de los vericuetos de quienes los manejan.
Radical
Nunca antes se había visto tal concentración de poder. Durazo será casi el dueño de Fox. Su agenda de citas políticas y personales, la atención ciudadana, sus discursos, la Secretaría Técnica, las giras, la consejería diplomática y ahora también su imagen en los medios de comunicación, son propiedad territorial de Durazo, hoy, casi el hombre más fuerte del gabinete.
Durazo decide qué información se difunde y a quién se le da. Durazo otorga las entrevistas. Durazo no tendrá necesidad de conciliar con el resto del gabinete, sencillamente, porque los secretarios actuarán ante los medios como su oficina haya decidido que debe ser, o se les dificultará el camino hacia Fox.
Habiendo eliminado el toma y daka que existía entre el secretario particular y el vocero presidencial –ahora concentrados peligrosamente en una sola persona-, Durazo se yergue casi como un jefe de gabinete. De esto habla Raymundo Riva Palacio en su columna. Esa es una figura que no existe en México, pero sí en diversas partes del mundo. Y ese jefe de gabinete cobra un poder político impresionante.
Lo cierto, es que ahora Durazo Deberá afilar sus garras para asirse con fuerza a la tarea que le han encomendado, porque dejará de operar de un modo silencioso como lo hacía hasta ahora, para tener que –inexorablemente- lidiar cada día con la prensa que los buscará y los juzgará en cada acto.
Detractor
Dicen que lleva muchos meses planeando su ascenso. Negociando con quien fuera necesario y acicalando el ego de la primera dama Marta Sahagún para conseguirlo. Hay quienes aseguran, incluso, que su alianza lleva tiempo de construida y que “Martucha” (como dicen que le dice Durazo a Sahagún) está contenta con los resultados.
Pero también es cierto que debe cuidar sus espaladas más que nunca. Fox le perdió el miedo ya a los cambios en el gabinete y el pequeño círculo gubernamental. Así es que ante cualquier traspié, aún con Marta protegiéndolo, Durazo puede salir por la puerta trasera. Y entonces le costará regresar.